Opositar en tiempos revueltos

Los opositores de Enfermería aguardan en el vestíbulo de la Facultad de Veterinaria a ser llamados por lista para entrar al examen. / Peio García / ICAL

Beatriz Jiménez / ICAL

Casi 5.000 opositores, repartidos en varias facultades de León, competían por una de las 392 plazas de Enfermería. La capital leonesa fue en una de las tres sedes que albergaron esta oposición de Sacyl, junto a Valladolid y Salamanca, después de ocho años sin convocarse y a la que estaban llamados 18.643 aspirantes de toda España.

Casi un año después de aquella convocatoria fallida y aguantado el frío antes de entrar al ansiado examen, los opositores hacían “cola” en las distintas facultades. Acompañados de familiares y amigos, algunos intentaban calmar los nervios, que competían con las ganas de acabar este proceso, de otros.

A las 10.00 horas de la mañana comenzó el llamamiento de los aspirantes al turno libre. Una hora después, cuando todos los centros habilitados tenían las aulas a punto, comenzaba el examen. A las 11.00 horas se cerraron las puertas y se hizo el silencio. Sobre el papel, 90 preguntas y 130 minutos para este examen en el que entran juego “muchas vidas”, como relataron algunos familiares que se mantenían en los pasillos a la espera.

Como en León, hasta Salamanca, llegados de numerosos puntos del país, desde Santander unos padres esperaban sentados “un poco nerviosos” a su hijo, que por primera vez se enfrentaba a un examen de oposición. “Aunque él ha tenido la suerte de acabar y empezar a trabajar, quería pasar por esta experiencia y aquí estamos”, explicaba la madre a Ical.

Algunos venían por primera vez a Salamanca desde Murcia para “intentar sacar la plaza”, como contó el marido de una opositora veterana, que también se presentó en Andalucía “donde aprobó”. “Si no sale aquí, se presentará en Valencia, y en nuestra comunidad”. En algún sitio tendrá que “tocar la flauta”, reía nervioso.

Entre los pasillos resultaba curioso ver a algunas mamás con sus niños en brazos o en los carritos, esperando, entre nervios, ser convocadas. Y es que en la Facultad de Derecho de Salamanca se habilitó un aula de incidencias, en la que en esta ocasión tres madres lactantes pudieron hacer el examen con la tranquilidad de poder atender a sus bebés cuando fuera necesario. Desde la organización, explicaron que “el tiempo que estuvieran fuera, se les añadiría después” para que tuvieran las mismas oportunidades que el resto de opositores.

Y así fue, la salmantina Sara Camaño se ausentó unos minutos del examen para atender a su hijo de pocos meses y pudo regresar al examen sin problema. “Es un gesto que se agradece”, aseguró al terminar el ejercicio.

Desilusión y desmotivación

Desde Ávila llegó Joaquín Vaquero, un enfermero opositor que salía “descontento del examen”, que hizo en el aulario de San Isidro. Según explicó “había muchas preguntas del temario general sobre legislación y pocas del específico”. Joaquín calificó el examen de “medio-alto” para el que lo hubiera preparado “muy bien”. Asegura que la gente se presentaba con muchos nervios y cansada de esperar esta “ansiada convocatoria”, ocho años después.

Este enfermero abulense se mostraba “desilusionado” por la suspensión de las pasadas oposiciones, cuando diez días antes de celebrarse el examen “todo se echó por la borda”. Afirma que fue un momento de “frustración” porque no se entendía cómo el Gobierno regional no sabía que esas oposiciones “no estaban bien convocadas”. Como él, pensaron muchos compañeros y compañeras de profesión, que opinaron que esa decisión “fue con fines electoralistas”.

A día de hoy, las tasas de aquel examen no han sido devueltas a los participantes, lo cual marcó a todos los que estaban convocados ese año. Aún se preguntan si “ese dinero está en en limbo”. Creen que “hay mucha gente para pocas plazas”. Además, relata que las plazas que estaban en convocatoria del año pasado “no son las de ahora y en algún momento tendrán que salir”. “Esto te desilusiona mucho”, comenta Joaquín Vaquero. Incluso hubo gente que dejó de trabajar durante unos meses para dedicarse exclusivamente a estudiar esa oposición y cuando se enteraron de la noticia “fue un disgusto tremendo” y una sensación de “tomadura de pelo”, como relataba otro familiar. Otros señalaron que “las vacaciones de ese año fueron un calvario”. Muchos vieron la playa entre los libros, y otros no tuvieron esa oportunidad. “Mucha dedicación para nada”.

Así lo expresó también Marta, cuando salió de las primeras de este examen. “No se me olvidará ese momento, un jueves a las siete de la tarde”. Se enteró de la noticia de la suspensión en el autobús. “El conductor tenía la radio puesta e interrumpieron la programación para anunciarlo”, cuenta esta opositora salmantina. “No daba crédito y pensaba que era una broma”. Lleva presentándose varias convocatorias pero asegura: “Somos un colectivo que no está valorado, en otros esa anulación no habría pasado”.

Otros aspirantes a una de estas plazas, procedentes de León y Madrid, comentaron a la salida que fue un examen “infumable”. Se mostraron indigandos y descontentos por la elección de las preguntas.

A todo esto se suma la preocupación este año de las personas trabajadoras en este momento que acudieron al examen. Alegaron que para conseguir el justificante de asistencia tienen que mandar una carta al presidente del tribunal en León “para que lo firme” y sea devuelto. Y algunos de ellos se preguntan “cuándo obtendrán ese justificante para presentarlo en los puestos de trabajo ”para que conste que estuvieron allí“.

Por otra parte, algunas de las personas que realizaron el examen consideraron que el ejercicio fue “organizado y asequible”. Como lo definió al salir Laura Cordiales, que llegó desde Asturias “para probar suerte una vez más en Castilla y León”, aunque asegura que seguirá intentándolo en otras comunidades autónomas “si en esta no sale bien”.

Manuela Escudero, veterana en esto de presentarse a oposiciones, consideró a su salida que el examen “es una criba para cargarse a la gente”. Aunque lleva muchos años trabajando en el sector, una siempre “espera sacar una plaza fija”, pero “así es imposible”, sentenció esta enfermera salmantina.

La suspensión de 2015

Una semana antes de la realización del examen en 2015, la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León suspendía de manera cautelar la orden de la Consejería de Sanidad por la que se convocaban las oposiciones de para cubrir 554 plazas de personal estatutario fijo en Sacyl, y cuyas pruebas se iban a celebrar el pasado 22 de noviembre en León y Valladolid.

En concreto, suspendieron la orden SAN/370/2015, de 29 de abril, a instancia de la Administración General del Estado, que alegó que la convocatoria “no era válida”, porque se habían superado los tres años que fija el Estatuto Básico del Empleado Público para ejecutar una oferta de empleo de este tipo.

La convocatoria publicada por Sacyl se correspondía con la acumulación de las ofertas de empleo público pendientes de los años 2009, 2010 y 2011, por lo que el plazo venció en 2012, 2013 y 2014. Esta noticia no fue bien recibida entre el colectivo y los sindicatos que incluso llegaron a pedir la dimisión del consejero de Sanidad.

Por fin, el 22 de febrero de este año se convocaba el proceso selectivo para la categoría de Enfermero/a del Servicio de Salud de Castilla y León. En esta ocasión son 392 plazas para los cerca de 19.000 opositores. La suerte “ya está echada”, ahora tendrán que esperar los resultados “saludables”.

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