Hace más de ocho años, en 2016, se colocó la primera piedra del futuro Museo Diocesano y de Semana Santa de León, un proyecto que aspiraba a ser un “foco de cultura, historia, patrimonio y turismo”, como dijeron entonces las autoridades. Aducían todas ellas, desde el Obispado a la Junta de Castilla y León o el Ayuntamiento, que se trataba de una aspiración de décadas para convertir en un recurso de tirón turístico la Semana Santa leonesa, a pesar de la frialdad mostrada en todo momento por cofradías y hermandades.
La sede se debía erigir, con un presupuesto de 4,8 millones a lo sumo, sobre el antiguo Seminario situado frente a la Catedral, remodelando por completo el viejo claustro con acceso desde la calle Mariano Domínguez Berrueta que comunica con la Plaza Mayor de la capital. El proyecto cuyo aliento principal fue del entonces ecónomo del Obispado, Pedro Puente, se diseñó por el arquitecto Félix Compadre en torno al eje central de un ambicioso acristalamiento en cúpula, de aspecto espectacular.
A lo largo de los años se avanzó la ejecución mientras se impulsaban intentos de ayuda para financiar la obra. Porque aún no se aireó, pero la obra multiplicaba por mucho su coste a cada paso. La Fundación que el Obispado puso al frente para gestionar el proyecto incluso llegó a impulsar una campaña de 'apadrinar' ladrillos virtuales. Se cifró en 2,5 millones de euros el posible ingreso por esta vía. Todo resultó un desastre: Puente acabaría admitiendo que las cofradías, para las que se suponía que se ejecutaba el Museo, no aportaron un sólo céntimo y por donativos se recaudaron apenas 5.000 de los 18.000 euros que se airearon entonces.
67% de sobrecoste
Por eso, la millonaria ayuda económica acabó llegando al final de las instituciones públicas. Cuando hace 1.600 días, en junio el año 2000, se inauguró tras la pandemia el Museo Diocesano y de Semana Santa de León, Puente desveló los verdaderos números: el coste final había escalado hasta 8 millones de euros. Un 67% de incremento.
También se pudo entonces hacer la cuantiosa suma de las aportaciones a fondo perdido, que alcanzaron la cifra de 2,7 millones de euros, con este desglose. Algo más de 2 millones de la Consejería de Medio Ambiente, 500.000 euros del Ayuntamiento de la capital y 200.000 de la Diputación de León, todas ellas entonces gobernadas por el PP. Ya en su día destacó también la polémica de que todo ese dinero fue dirigido por el Obispado sin atenerse a la legislación de contratación pública y troceándose para designarse a dedo a las empresas.
Ultimátum 'forzado' de la Junta
Además, respecto a los millones del Gobierno autonómico, el Procurador del Común de Castilla y León (el defensor del pueblo de la Comunidad), constatando que el Museo permanecía cerrado prácticamente por completo tras cuatro años, acabó instando hace meses a la Junta a exigir a que la Diócesis lo abriera de manera real y efectiva. El plazo marcado fue de seis meses, que se cumplen justo ahora. En caso contrario, aducía, debía aplicarse la cláusula del convenio firmado en la que quedaba claro que tendría que devolver esos 2 millones de euros entregados por incumplimiento de las condiciones. Ha sido ese ultimátum el que ha forzado al final la maquinaria para la apertura que ahora se anuncia, por fin.
Y es que desde su inauguración en 2020, el edificio ha sido muchas cosas menos Museo. Allí, aprovechando la vistosidad de la cúpula acristalada, se han llegado a celebrar numerosas actividades sociales y económicas, mayoritariamente eventos sociales y lucrativos, como congresos, ferias, cócteles y hasta celebraciones privadas -llamó mucho la atención el cumpleaños de un conocido hostelero-. Hasta polémica nacional ha tenido el contenido de alguna de las exposiciones, como ocurrió con la protagonizada por la Guardia Civil.
Con todos estos eventos la Diócesis ha hecho caja, cobrando por el uso del espacio, y además a partir de la apertura por fin del Museo se cobrará una entrada, como la Fundación adujo desde el principio, para paliar en parte el gran déficit del espacio. Desde hace años no se ha dado a conocer la cuantía ni las condiciones.
El respaldo justo y un 'fallido' Museo del Prado
Para cuando los visitantes entren al Museo Diocesano y de Semana Santa, podrán hacer un recorrido informativo por la Pasión leonesa, declarada de Interés Turístico Internacional, de sus 16 cofradías y hermandades, algunas de ellas centenarias, y conocer un número limitado de sus principales piezas de arte, esculturas, pasos y otros objetos valiosos. Porque desde que se comenzó a hablar de este proyecto, ya se airearon reticencias de las congregaciones penitenciales a ceder para su exposición algunas de sus 'joyas' principales, que muchas veces son expuestas en sus respectivas parroquias o sedes.
Otro hito destacable fue cuando algunos responsables del proyecto desvelaron que este mismo espacio de parte del Seminario y el claustro había sido seriamente valorado, con visitas técnicas incluidas, para albergar una subsede, una extensión, del Museo del Prado, que por entonces buscaba ubicación y que recientemente ha recaído en Ávila. Al trascender críticas por dejar perder la inmensa repercusión que para León hubiera supuesto de materializarse, Pedro Puente en nombre de la Diócesis lo desmintió de manera tajante y categórica.
Sea como fuere, ahora ya es Museo Diocesano y de la Semana Santa de León, que deberá demostrar con cifras de visitas el tirón turístico que realmente suma a la ciudad. También es seguro que el inmueble ha quedado condenado para aprovecharse adecuadamente con piezas bajo el gran espacio central, bajo la cúpula de cristal de 516,20 metros cuadrados: ha resultado ser tan cara y emblemática como inútil para espacio expositivo, por el potente efecto la luz que deja entrar y por instalarse sin tener en cuenta graves problemas de ventilación, que recientes obras nuevas tampoco han podido resolver.