Medio siglo de modernidad con la televisión en Laciana

El asesinato del presidente Kennedy fue una de las primeras imágenes que pudieron ver en la televisión en Laciana.

Luis Álvarez

Hoy se cumplen 55 años de la llegada del primer símbolo de la modernidad a Laciana, con la recepción de señal de televisión, que se pudo ver en el municipio. Fue el inicio a una nueva era, la del mundo de la televisión.

Es fácil recordar la fecha, por la asociación en la memoria de hechos singulares. La noticia del día en esa primera visión de la televisión en Laciana fue la del asesinato en Dallas del presidente de los Estados Unidos de América John Fitzgerald Kennedy acribillado a tiros el día anterior, el 22 de noviembre de 1963.

Algo que hoy, para la mayoría de la población es un asunto innegociable, la señal de televisión, y que se puede percibir por distintos medios en nuestros domicilios (señal terrestre, satélite, cable, Internet) en los que por regla general hay al menos dos o tres aparatos reproductores en cada casa. Hace algo más de medio siglo era “el milagro de las ondas”, el arranque de una nueva era.

Laciana, aislada en las comunicaciones, aún lo sigue estando hoy con escasa señal radiofónica por ejemplo, tenía ansias de esa novedad. Tantas, que ya en 1959, varios bares habían comprado televisores e instalado antenas en sus tejados, con la esperanza de poder recoger la señal y que sus clientes fuesen los primeros en disfrutar de esta novedad. Pese a las dificultades de adquisición y el elevado precio de aparatos de TV, alrededor de las 40.000 pesetas.

La afirmación anterior no es una broma, así lo recogía el periódico local La Montaña en su número 29, del 30 de noviembre de 1959, en la sección denominada “El duendecillo hablador”, una especie de gacetilla de rumores, dimes y diretes, siempre con las bases de la realidad por detrás: “pues si señores; llegó la televisión al valle de Laciana. La cosa empezó con la iniciativa del Bar Arias que se lanzó valiente a la prueba, que en prueba se quedó. Espectacular despliegue de antenas. Expectantes miradas a la pantalla. Total, para, de momento, nada. Y ello a pesar de algunos aseguraban que la televisión iba a llegar en colores....” (se puede leer el resto del artículo en este enlace, página 24).

Las gentes que viajaban ya habían visto la televisión en Madrid u otras ciudades. En ese año 1959 se habían iniciado las conexiones desde la capital del país a otras regiones y las principales capitales de provincia españolas, incluida Galicia. Si las ondas venían de Madrid e iban hasta Santiago de Compostela, por el cielo, alguien pensaría, que era posible robar unas pocas de ondas para ver la televisión en Villablino. No fue así, durante algo más de tres años no fueron capaces a ver más que rayas en las pantallas.

Se empieza a ver el 23 de noviembre de 1963, por la entrada en funcionamiento de un reemisor, que compra, paga e instala el Ayuntamiento de Villablino, después de haberlo solicitado a Televisión Española y recibir la respuesta negativa por parte de la misma. El aparato se coloca sobre una alta columna metálica en el alto de 'El Charquín' a 1.500 metros de altitud, con el coste añadido del tendido de línea eléctrica para alimentar al “engendro”; y la señal solo llega a algunas partes del municipio, básicamente el eje este oeste (Villaseca, Villablino, Villager y los dos Caboalles) y no en todos los barrios y casas de cada uno de los pueblos, el resto quedan en sombra y el ayuntamiento seguirá comprando, instalando y manteniendo pequeños reemisores para ir ampliando la cobertura de señal hasta 1982, en que el ente público se hace cargo de toda la infraestructura.

Era una televisión de un solo canal, en blanco y negro, con pocas horas de emisión, señal de mala calidad, que por lluvia, viento o nieve se perdía con frecuencia y volvía locos a los usuarios, subiéndolos a los tejados para reorientar las antenas. Recuerdos de tiempos pasados, que hoy nos resultan graciosos y divertidos, como la rememorada anécdota de un tabernero de Caboalles de Abajo, que durante la retransmisión de una corrida de toros les dijo a un grupo de niños, que contemplaban absortos sentados en el suelo debajo del televisor lo que acontecía en el ruedo: “nenos quitaros de ahí, no vaya a ser que salga uno de esos bichos y os caiga encima”. Era todo un mundo mágico, para los nuevos espectadores.

El fútbol y los toros, fueron los principales atractivos de aquellos años, era cuando los bares se llenaban para ver por ejemplo a la selección española ganar su primera copa de Europa de fútbol ante Rusia (1964), o los triunfos del Real Madrid también en Europa. Fue el nuevo opio del pueblo, con el que acusábamos al franquismo de adormecer la conciencia de los ciudadanos con fútbol y toros. Anda que si es verdad, lo de ahora ya no es adormecer, es directamente convertirnos en adictos.

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