Martín, el encantador de objetos

Martín malabarista detalle

Marta Cuervo @martaileon

Martín es un espíritu libre, ingenioso y autodidacta que ha nacido para hacer bailar objetos. Es capaz de hacer flotar por el aire cualquier cosa que esté al alcance de sus manos. Un encantador de dibujos aéreos, que él mismo forma con la sucesión de series de mazas, bolas, aros, plátanos, cubos, 'o lo que sea'. Su imaginación no tiene límites.

“Empecé a los 16 años en casa, una tarde de tedio. Primero con las bolas, luego me compré un diábolo y palos chinos. Después me regalaron unas mazas y aprendí las cuatro especialidades yo solo en un año. Me enteré, por el 98, que algunos malabaristas quedaban los jueves en el Arco de la Cárcel y me junté a ellos”, recuerda Martín.

“Ese mismo verano se hicieron unos talleres en el Ayuntamiento, en la Plaza de San Marcelo, y el chico que los daba me ofreció actuar en su lugar en 'La Noche Templaría de Ponferrada'. Yo nunca había hecho nada con fuego, pero me lancé. Me dejó un diávolo, me compré unas bolas de fuego y, sin saber nada, me fui a Ponferrada. Según empezamos empapé las bolas con combustible, no las escurrí bien, y se me cayó por los guantes. Al prenderlas se me prendieron las manos. Así empecé mi carrera artística. Pero salí del paso, con el diávolo”, relata divertido el malabarista, que también trabajó en Milo Producciones.

Tras su 'accidentado' pero exitoso debut, Martín siguió ensayando y actuando. Durante su primer año en La Escuela de Arte, vio un cartel de un casting de la compañía de teatro La Danaus, que buscaba gente para un correfuegos con pirotecnia.

“Pasé la entrevista y la prueba, y estuve con ellos dos años. No hacíamos nada de circo, era teatro de acción un performativo. Actuamos por toda España, y acabamos la gira de verano en el festival de teatro de calle de Tárrega, con 5.000 personas”. Además, Martín seguía con sus actuaciones de malabares. “En La Escuela de Arte me uní a un grupo de percusión y malabares de fuego: 'Deskicius', donde el planteamiento era pasarlo bien, sin cobrar por nuestros números.

Martín recorrió junto a un amigo el Camino de Santiago en monociclo

Tras La escuela de Arte, el joven leonés se puso a trabajar en una mueblería para ahorrar y marcharse a Argentina. “Me formé en coctelería, en el International Forum Bartender. Probé una temporada, también por la aventura. Me fui a Buenos Aires, en 2008. También iba a un centro cultural en Trivenchi, con cursos regulares de malabares. No era oficial, pero se aprendía mucho con la gente”.

Entre todas sus habilidades malabaristas y de equilibrios, Martín se queda con los aros. “Me gusta más la manipulación, porque puedes investigar, y ha evolucionado mucho de los 90 para aquí”.

Además, también es un experto con el monociclo. Tanto es así que, junto a un amigo, ha realizado el camino de Santiago sobre su única rueda, caminando unos 40 kilómetros de media al día. Y, es que, para Martín no existen los límites.

Marcar la diferencia

El reto de Martín es montarse un número y mostrarlo por España, por Europa. “Que sea bueno para mí y para quien lo vea, marcar la diferencia, dar un poco de arte a lo que he aprendido, dotarlo de un trasfondo”.

El secreto es la práctica y hacer algo diferente cada día. El desarrollo de ideas originales, sin copia

Una de las escapadas más divertidas que recuerda Martín ocurrió en el 98. “Un grupo de malabaristas nos reunimos en Benavente con la idea de hacer una ruta por Cantabria. Montamos una obra de teatro en rima, de una princesa que buscaba un príncipe, y donde se presentaban varios candidatos. Ella elegía al último, que la embelesaba con los malabares. Fueron 15 días inolvidables. Los de León tenemos buena fama”, presume entre risas.

Un intercambio altruista

La clave de las artes circenses, según Martín, reside en la esencia de un intercambio altruista y en el desarrollo de ideas originales, sin copia. “Te tiene que picar la curiosidad, y la constancia es importante. Pero el secreto es la práctica y hacer algo diferente cada día. Llega un punto en que los trucos se convierten en fáciles, porque ya tienes muchos movimientos adquiridos, es decir, para lograr el nivel hay que dedicarle mucho tiempo, pero cuando lo consigues, has traspasado la barrera”.

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