De madrugada siempre con las manos en la masa

Jose Miguel tiene 29 años y es natural de Toral de los Guzmanes.

Miguel Pérez

Llegan las tres de la tarde y la gente se sienta a comer: platos, vasos, cubiertos y cómo no, siempre encima de la mesa una barra de pan a la que, reconozcámoslo, siempre le falta un “currusco” el cual nos comemos en el trayecto de la panadería a casa.

Son las tres de la mañana en Toral de los Guzmanes, León, y el despertador de Jose Miguel Ámez Ámez, de 29 años, suena sin

contemplaciones. Hora de levantarse e ir a trabajar a la panadería, porque “alguien tiene que hacer el pan ¿no?”. Por suerte el obrador está dos plantas debajo de su casa.

No es fácil levantarse cuando otros aún se están acostando pero así la 'Panadería La Nueva, Hnos. Ámez' lleva funcionando desde hace cincuenta años cuando el abuelo de Jose, al que debe su segundo nombre, 'Miguel', empezó la tradición familiar. Fue en 1986 cuando se bautizó a la panadería como 'La Nueva', al trasladarse de la casa del abuelo a la de sus hijos Arcadio y Tomás, este último padre de Jose.

“Desde las 03.00 horas de la madrugada hasta las 8 de la mañana hay que hacer el pan, pero es que después, hasta la una de la tarde, aún hay que repartirlo por los pueblos”, explica Jose Miguel quien afirma que en verano se empieza una hora antes y se termina una hora más tarde, debido a que la la zona de alrededores, por la que hace el reparto con un furgón, aumentan notablemente de población en los meses de julio y agosto.

Se prepara la masa con harina, agua, sal y levadura, hay que pesar la masa (330 gramos para una barra y 500 una hogaza). Dar forma al pan, meterlo al horno durante unos 40 minutos dependiendo el tipo y distribuirlo en jaulas y furgones para llevarlas hasta tiendas, bares, restaurantes y supermercados de la zona, no sin antes recuperar fuerzas con un buen almuerzo. Un trabajo laborioso y muy físico “que se hace aún más duro por el calor que desprende el horno, casi 40 grados” comenta Jose, a lo que añade que gracias a la tecnología y las nuevas máquinas la fabricación del pan es mucho más rápida y también el reparto, ya que antes se llevaba el pan en un carro tirado por mulas.

Ventajas y desventajas

Según Jose una de las ventajas de trabajar de noche es que siempre ves amanecer, “y eso tiene su encanto”. Además, el terminar el trabajo a mediodía le permite tener el resto de la jornada libre. Si hablamos de desventajas, “son la mayoría” responde entre risas, “ya que en muchas ocasiones no puedes salir de fiesta con los amigos, ni quedarte hasta tarde viendo una película y otras es complicado incluso quedar por la tarde, ya que en algún momento del día hay que buscar horas para dormir y eso te quita gran parte de ese tiempo libre” puntualiza Jose.

Al ser dos familias las que llevan la panadería, cada fin de semana se encarga una de las dos del trabajao, así siempre libra una. Sólo hay dos días al año que no se trabaja y son nochebuena y nochevieja y como afirma Jose, “al final nunca coges los 30 días de vacaciones al año que te corresponden, siempre hay que echar una mano”.

“El cuerpo a veces se resiente, pero por lo general se acostumbra al ritmo que tú le marcas” explica. Otro de los problemas de la panadería es que de estar tanto tiempo manejando harina en ocasiones el panadero puede sufrir alergias al estar respirandola durante horas, “alguna vez me ha ocurrido pero no es lo habitual”, aclara el panadero.

Jose Miguel afirma que es “un orgullo trabajar en algo a lo que tu familia lleva dedicándose toda la vida, que la gente valore tu trabajo y les guste el pan que haces, pero es muy sacrificado”, por ello asegura que no le gustaría que sus hijos siguieran con el negocio familiar.

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