Mabel Lozano: “Es importante condenar todas las caras del proxenetismo”
El pasado mes de junio se estrenaba en RTVE Play PornoXplotación, una docuserie dirigida por Mabel Lozano en la que se analiza desde varios puntos de vista la industria del porno. Dividida en tres capítulos, ‘Carne para la picadora’, ‘No Limits’ y ‘Game Over’, la serie cuenta con la interpretación de dos jóvenes actrices, Clara Chaín y Laura Rozalén. La elección de Clara y Laura por su edad no es casual, nada lo es en este mundo, ya que como explica a este medio la directora del documental, “el hombre es el que demanda la edad y las quieren cada vez más jóvenes para demostrar su poder. Lolitas, adolescentes, con medias casi infantiles. Así es una gran parte de la sociedad, pero no se habla de ello”. Sobre la sexualidad, Lozano destaca que “hablar de sexualidad es a día de hoy casi un tabú, aunque parezca increíble”.
Muchas veces se piensa que tanto el consumo de pornografía como de prostitución solo lo ejercen ciertos hombres, algo que a todas luces es falso. Da igual la edad, la clase social o el estado civil. En un momento del documental se simula un bukake de cincuenta hombres sobre una mujer, algo que lamentablemente no es solo ficción. “Buscan demostrar su poder, humillar, una conexión grupal, pero realmente son una manada de cobardes. Todos están con la cara tapada, mientras ella está sola, desnuda y humillada. Buscan el poder que les otorga la impunidad”, señala la cineasta.
Uno de los datos que se ofrecen en la serie es que el consumo de pornografía se empieza a dar a los ocho años. Al verlo, la pregunta que surge es obvia ¿cómo se llega hasta ahí? Mabel lo tiene claro, “los niños y niñas de siete u ocho años tienen un pequeño cine porno en el bolsillo. Buscan palabras como teta o culo en un móvil y la inteligencia artificial del smartphone los lleva hasta allí, llegando a acabar enganchado sin si quiera saberlo”. Varios testimonios indican que de un vídeo a otro llegaron a una violación grupal y eso produce un daño al cerebro de esos niños muy grave. La actriz y directora recuerda, entre otras tantas, la última violación grupal en Badalona como ejemplo de ello. Una de las personas que interviene en la serie es Lluis Ballester, profesor titular en el departamento de Pedagogía y Didácticas Específicas en la UIB (Universitat de les Illes Balears). Ballester asegura que estas prácticas las aprenden en el porno, donde el último paso es subirlo a sus redes sociales, imitando claramente lo que ven en la pornografía.
Analizando los lugares en los que se debe impartir educación sexual, Lozano argumenta que “se está hablando mucho de la introducción de estos temas en los centros escolares, pero esa edad ya es tardía, la clave está en hacerlo en casa. Mira, te pongo un ejemplo, una madre de cuarenta años le dijo a su hijo de catorce que él nació porque su padre le puso una semilla a su madre en el ombligo. Esto es lo que no puede ser, si no se adoctrina en casa, lo acaba haciendo la pornografía”.
Rosa Cobo en su libro ‘Pornografía. El placer del poder’ explica magistralmente la relación entre pornografía y prostitución. A lo largo de la serie se puede observar esta línea, esa conexión. Lozano asegura que cualquiera que lo piense sabe que ese paso es obvio, “Cuando tú ves determinadas prácticas en el porno, no te atreves a pedírselo a su pareja, vas a comprar mujeres. Se compra un ser humano que en muchos casos no ha elegido estar ahí. La pornografía es la prostitución 2.0”.
En cuanto a esto, las personas que no han elegido estar ahí, otro libro, en este caso ‘La revuelta de las putas’ de Amelia Tiganus, indica que las víctimas, en su inmensa mayoría, son mujeres de clase social baja. “En la serie analizamos detenidamente ese punto”, indica la directora. “Entornos de mucha violencia, tanto familiar como machista. La violencia es un dispositivo de expulsión de las mujeres. Hay mujeres que no tienen referencias de sus madres. Es la desafección más absoluta”. Al principio de cada capítulo se advierte que los hombres que participan aportan testimonios en primera persona, no así ellas, que prefieren mantenerse en el anonimato por miedo al peligro que puedan correr tanto sus vidas como las de sus familiares.
Mabel Lozano, que participó en la Universidad Feminista de Ponferrada, tanto en la edición del año 2020 como en la de este 2023, y que estuvo en el Musac de León presentando el documental ‘El proxeneta’, basado en el libro del mismo título escrito por ella, no se esconde de nada ni de nadie. Preguntada por la acción de un gobierno que se supone concienciado tanto con el daño que produce la pornografía como con la abolición de la prostitución y que finalmente poco o nada hizo, responde que no es optimista respecto a un futuro a corto plazo. “No se condenaron todas las caras del proxenetismo, no se hizo”. El dinero que tanto la pornografía como la prostitución aportan a la economía pesa más que el daño a las víctimas. “Son solo mujeres. Llevo veinte años en esto y ya estoy muy rodada. Tanto en las costas, como en las islas o el paso de la Junquera, por poner tres ejemplos, son sitios claves. Si se quisiera poner el mínimo empeño, se conseguiría, pero no hay ese interés”.
El que alza la voz en contra de la pornografía gay en el documental se llama David, y cuenta, como el resto, su propia experiencia como actor de porno gay, ligado, claro está, al consumo de drogas cada vez más potentes. David comenta que lo extraño en ese mundo sería no drogarse, de otra forma no se aguanta y claro, cuando se está enganchado, no se puede salir, aunque sus condiciones en estos ambientes sean lamentables.
Otro de los puntos más destacados de la serie documental es el testimonio de un padre que lleva cinco años esperando una sentencia contra la persona que arrastró a su hija mejor a la pornografía. La pregunta que se hace este padre y la gran mayoría de la sociedad es, ¿Cómo es posible que la justicia sea tan lenta en casos como este? Lozano se muestra contundente, “cuando la justicia es lenta no es justicia. El productor porno que captó a esta niña está en la calle y todavía no ha salido el juicio. Un niño, una niña, no tiene capacidad de decisión a esos niveles, por eso nunca, jamás, será culpa suya, sino de la persona que los empuja a ello. Por eso es importante condenar todas las caras del proxenetismo”.