Javier García: “Crear una empresa es sencillo, pero muy pocos logran mantenerla a flote”
Emprender está más de moda que nunca. Por eso muchos jóvenes, y no tan jóvenes, deciden arriesgar y apostar por el autoempleo. Bien lo saben Javier García, licenciado en Economía, y Enrique González, licenciado en Administración y Dirección de Empresas, que han publicado recientemente 'La burbuja emprendedora', un libro que pretende analizar la situación económica a escala internacional, y también nacional, desde la crisis de 2008 y el fenómeno explosivo del emprendimiento.
Sus autores buscan, con ejemplos y fundamentos financieros y empresariales, responder a cuestiones como: ¿Quieres emprender o quieres invertir en jóvenes empresas? ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de palabrería? ¿Quién gana y quién pierde en estos escenarios de burbuja?
En iLeon.com entrevistamos a Javier García y esto es lo que nos ha contado:
- ¿Qué es lo que cuenta 'La Burbuja Emprendedora' y a quién está dirigido?
Como decía en Sintetia.com —empresa de la que soy fundador—, escribimos La Burbuja Emprendedora porque nos apasionan las empresas. Sobre todo, aquellas que resuelven problemas, crean valor y empleo, bombean cosas diferentes, soluciones diferentes, modos de enfrentarse a la realidad para romper el puzzle. Creemos tanto en las empresas que vemos con dolor cómo las sanguijuelas se aprovechan de la debilidad, de las expectativas, de los patrimonios, de las ilusiones.
Llevamos una década donde emprender es una moda. Nunca antes hemos creído en las infinitas posibilidades para nuestros jóvenes y no tan jóvenes, para los formados y no tan formados, para los parados y activos. Emprender es un estilo de vida, la vacuna ante cualquier mal económico. Le rendimos homenajes y cultos en eventos por toda la geografía. Talleres, espacios, subvenciones, préstamos, ayudas fiscales, fondos privados. Blogs, medios especializados, secciones en prácticamente todos los medios. Coaching, mentoring, startup, lean, business angels, venture capital, co-working, smart money, aceleradoras, incubadoras,... navegamos en un mar de conceptos importados, de expectativas, de ilusiones, de egos, de formadores y, por supuesto, de chamanes. Justo con el estallido de la gran crisis financiera surgió en el mundo toda una oleada de narrativas de éxito, de jóvenes que se podían hacer ricos al convertirse en la nueva esperanza tecnológica. Y ante esto reflexionamos, pensando en toda persona que quiera comprender las tripas de lo que supone crear negocios o invertir en ellos, ¿cuánto hay de realidad? Esa es la gran pregunta con la que arrancamos.
- ¿Existe realmente en España una burbuja emprendedora?
En el libro aportamos algunos datos. Si analizas cuándo se empieza a hablar de forma recurrente de startups y de emprendedores en España, verás que todo empieza al poco de la quiebra de Lehman Brothers... Y además cuanto más paro, y más paro juvenil, más oleada mediática, de eventos y de soluciones para que los jóvenes (y no tan jóvenes) sean emprendedores. En España —pero también en otros países, aunque aquí el virus nos atacó muy fuerte— hemos creado una gran maquinaria imparable de crear expectativas. Y llega un momento en que en cualquier ciudad de España tras preguntar un poco llegaríamos rápido al joven con una idea y un Powerpoint a millón de euros. Problema: ningún powerpoint vale un millón de euros, ninguna idea sirve de nada sin ejecutarla y ninguna empresa tendrá éxito si no resuelve un problema a alguien llamado cliente que pague por ello. Eso es la cara «B» de la que poco se habla. Y es donde hemos querido profundizar nosotros, con casos reales y algunos fundamentos básicos de finanzas.
- ¿Podría explotar?
Que habremos dado varios pasos atrás en algo muy importante. Ha costado mucho introducir en el ADN de los españoles que emprender es una opción. Que crear empresas es algo necesario para tener una economía sólida, pagar las pensiones y crear riqueza y empleo. Emprender y crear empresas es algo tan importante que no se puede hacer como si se tratara de una receta para hacer churros o barras de pan, es más difícil que todo eso. Ni cualquiera lo puede hacer sin conocimientos, sin cicatrices, sin experiencias, sin formación. Si damos el paso atrás y volvemos al país donde todo el mundo quiere un trabajo estable, para toda la vida y huye de la creación de empresas, habremos fracasado. Por eso nos preocupa que estalle la burbuja emprendedora, y por eso el libro trata de aportar alarmas para evitarlo.
- ¿Cuáles son los principales problemas que existen a la hora de iniciar un proyecto emprendedor?
Cualquiera puede ir al notario y crear una Sociedad o darse de alta como autónomo en la Seguridad Social. El mayor reto es lograr clientes. Y para lograr clientes tienes que resolver algo que les preocupe, algo que necesiten. Y hacerlo bien, de forma diferencial a como lo hace la competencia. Requerirás para ello de buenas capacidades técnicas, pero también de negociación, de crear equipos que te ayuden — aunque sean freelance — . Así que sí, es sencillo crear una empresa, pero muy pocos logran mantenerla a flote. De hecho, hay una probabilidad del 80% de que no sobrevivas más de 5 años. La lección es que todos podemos intentarlo y lograrlo pero no es un camino fácil, ni barato. No te obsesiones con la tecnología, ni con el producto, ni con el equipo, ni por supuesto con tu oficina o tu web. Antes de nada piensa en el cliente, entiéndelo, llévale algo rápido para aprender de él. Sal a la calle, averigua que puede pagar por lo que le ofreces. Sin clientes, no hay caja. Sin caja no hay futuro.
- Emprender en la provincia de León ¿Es posible? ¿En qué sectores?
Se puede emprender en cualquier lugar, y en León por supuesto. De hecho trabajamos con empresas muy interesantes en la provincia de León que están haciendo cosas fascinantes. Así que por es muy factible, y ese potencial tiene que aflorar, aprovecharse y bombear oxígeno económico. Pero los datos nos dicen que aquellos territorios donde hay mucha cooperación, donde hay gente dispuesta a aceptar nuevas ideas y ponerlas en práctica, donde hay conexión entre centros de conocimiento y el tejido empresarial, donde las grandes y las pequeñas empresas se esfuerzan por comprenderse, unirse y se refuerzan... en esos territorios emprender es más fácil, se abren más y mejores oportunidades y es fundamental para el desarrollo económico. Y León tiene condimentos ideales para explorar todo eso. Esta semana que nos hemos paseado toda la tarde por la ciudad de León, esperando la hora de nuestra presentación del libro en el CEL, nos quedamos fascinados por el ambiente y el buen clima que se respira. Enrique González es de León y un enamorado de su ciudad. Y el potencial siempre está ahí. Ahora hay que tener valentía, liderazgo y ganas de querer lanzar ideas y oportunidades, que siempre las hay. Pero haciéndolo siempre con fundamentos. Hay que ser muy ágiles, flexibles, usar los recursos con mucha inteligencia porque el mundo es muy complejo, y como me dijo una vez Guy Kawasaki cuando le entrevisté: siempre hay alguien en algún lugar, pensando en algo que puede acabar con tu negocio... Hoy el conocimiento fluye, las oportunidades son globales y se pueden ejecutar localmente.
- Qué es lo que tendrían que hacer las administraciones para favorecer el autoempleo?
No caer en ciertos errores muy importantes, y que desaprovechan muchos recursos públicos. Crear ecosistemas de emprendimiento y de innovación no va de hormigón, va de cultura, de personas, de instituciones adaptadas a las necesidades de las personas que emprenden y crean valor; va de apertura mental, de formación, de intangibles, de apoyo social. Sobran edificios y espacios. El mayor hervidero de ideas innovadoras del mundo está en el mismísimo MIT y su lugar más emblemático fue su Edificio 20, cutre donde los haya. Pero funcional, donde la interacción del talento logró cosas extraordinarias para la humanidad.
El hormigón es fácil de licitar, lo difícil es llenarlo de ideas y crear incentivos para que las personas usen su talento para afrontar el riesgo que supone transformar el futuro. Faltan ideas y sobre todo culturas inclusivas. Que la universidad, la empresa y las instituciones se mimeticen y se comprometan por la meritocracia, por la diversidad, por la colaboración, por la apertura de fronteras. Falta limpieza de normas, de obstáculos, y eliminar el eslogan que reina nuestro ADN social: 'esto no se puede hacer'. Es hora de rentabilizar la cantidad de dinero público y privado metido en hormigón y llenarlos de ideas y culturas que favorezcan la libertad de las personas para crear y dinamizar sus empresas.