Isabel Ruiz: “Las presas políticas del franquismo fueron un blanco fácil para volcar su odio revanchista”

Isabel Ruiz Ruiz

Abel Aparicio

Durante la guerra civil y la posterior represión franquista, incluso durante la Transición, fueron muchas las mujeres detenidas y encarceladas. La gran mayoría, sin un juicio justo en el que pudieran defenderse. Sus historias pocas veces, salvo alguna excepción como la película ‘La voz Dormida’ de Benito Zambrano basada en el libro de Dulce Chacón, ‘Celda Común’ de Dolores Medio o ‘Las 13 Rosas’ de Emilio Martínez-Lázaro fueron difundidas a través de una expresión artística.

A finales del año pasado, Isabel Ruiz Ruiz publicó el libro ‘Dentro’ (Ed. Ilustropos). Isabel nos plantea a través de unos relatos gráficos un recorrido por aquellas cárceles. Sus miradas, sus silencios, su solidaridad, sus lágrimas y su lucha. Hablamos con su autora.

Todo tiene un origen, una primea causa. ¿Qué te empujó a publicar un libro sobre presas del Franquismo?

Soy la autora de la Colección Mujeres, una serie de álbumes ilustrados en los que rescato a grandes mujeres que han sido borradas de forma deliberada del relato de la historia oficial. Durante los años de investigación para el desarrollo de estos libros he descubierto numerosas vidas de españolas que lucharon contra el franquismo y que acabaron en prisión. Una de ellas fue Tomasa Cuevas, militante del partido comunista que sufrió cárcel en distintas prisiones de España y que, una vez libre, decidió recorrer el país con un magnetófono y recoger los testimonios de compañeras con las que compartió prisión. La lectura de su trabajo fue el detonante de esta novela. Leer sus libros me afectó de una manera muy profunda y sentí que tenía que contribuir con mi trabajo a visibilizar la historia de lucha de estas mujeres encarceladas de forma tan injusta.

La novela gráfica me pareció el vehículo ideal para hacerla llegar a un público amplio que incluyera a las nuevas generaciones.

Háblanos un poco del proceso de documentación.

Tomasa recogió los testimonios de sus compañeras en distintos libros que luego se reunieron en un único volumen, Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas, este libro es la base de Dentro. A partir de aquí, llegué a otros testimonios de presas como los de Juana Doña, Soledad Real, Carlota O´Neill o Mercedes Núñez Targa. También recurrí a trabajos de historiadores e historiadoras, pero el fundamento de la obra está en los testimonios escritos de las propias mujeres que estuvieron prisión.

Si tengo que definir el proceso de investigación con unas palabras, estas serían dolor e indignación. Enfrentarme con estos relatos de injusticia supuso un choque con el pasado muy brusco, sobre todo porque descubría una realidad muy desconocida para mí. Pertenezco a una generación que ha crecido y se ha formado en la ignorancia absoluta de este periodo terrible de nuestro país. Desde la ilustración, me propuse a contribuir a la visibilidad de nuestra historia más reciente. 

¿Por qué en blanco y negro?

Hice muchas pruebas de estilo para Dentro. En un principio, probé con colores apagados, tierras, intenté incluir el color rojo por su significado, pero sentía que el color no era necesario, me sobraba. Opté por un dibujo sencillo, desprovisto de virtuosismos, que pudiese representar el ambiente opresivo en el que se desarrolla la obra. Elegí un elemento básico, el carboncillo, que permitía un contraste mayor y una riqueza de texturas que aportan un acabado plástico más tosco y primitivo. También, de alguna forma, buscaba un paralelismo con los elementos que las propias presas podían usar en la cárcel: papel y lápiz.

Estuve en Soria viendo la exposición y pude observar una gran acogida. ¿Cuáles fueron tus sensaciones?

Las sensaciones fueron muy positivas. La verdad es que desde que he publicado Dentro. he conocido a numerosas asociaciones por la recuperación de la memoria histórica que han arropado y ayudado a la difusión de esta publicación. Recuerdo y Dignidad ha sido una de ellas y no puedo sentir más que agradecimiento por la acogida que han dado a mi trabajo.

¿Alguna localidad más en la que vayas a exponer ‘Dentro’?

La exposición, además de en Soria, ya ha estado en Zaragoza y en Manises (Valencia). Ahora mismo solo tengo cerrada fecha para abril en Guadassuar, localidad de la Comunidad Valenciana, pero la obra es itinerante y hay posibilidad de solicitar la exposición para llevarla al municipio que lo desee. Además, en el caso de Soria, doné las reproducciones de las ilustraciones, se enmarcaron para la muestra con la idea de seguir moviéndola por otras localidades. Esperemos que llegue a muchos lugares.

En el libro se pueden ver, dentro de un todo, varios apartados. Solidaridad, rabia, tristeza, humillación, lucha. ¿Qué fue lo que más te costó ilustrar?

Más que un capítulo concreto la dificultad de ilustrar Dentro. para mí estuvo en poder transmitir a través de imágenes las sensaciones y sentimientos que, la lectura de los testimonios, habían despertado en mí. No tanto hacer el relato de la historia sino la comunicación de la emoción.

Si tengo que destacar algún capítulo quizás hablaría del titulado Criar. Quizás por ser madre, empaticé de forma muy directa con el dolor que pudieron sentir las mujeres que fueron apresadas junto con sus hijos e hijas. No puedo ni imaginar lo que pudo suponer para ellas verlos morir en prisión.

Sin el papel cómplice de las religiosas con el régimen fascista, la estancia en las cárceles de las reclusas hubiera sido muy diferente. ¿De dónde crees tú que viene su odio?

La Iglesia perdió sus privilegios con la Segunda República, es lógico que se aliara al bando golpista que le devolvía su poder. Las presas políticas fueron un blanco fácil para volcar su odio revanchista.

No obstante, no solo las religiosas ejercieron un papel represivo en las cárceles, numerosas seglares abusaron de su poder en prisión.

Petra Cuevas: “Cuando yo veía a aquellas mujeres que entraban embarazadas, que esperaban que dieran a luz para luego fusilarlas…”

El capítulo de los bebés robados, Jardín, es también muy impactante. Las condenadas a muerte que estaban embarazadas, permanecían en prisión hasta que daban a luz, momento en el que eran fusiladas. Estos bebés, que deberían pasar a manos de familiares, siempre que los hubiese, a menudo eran robados y acogidos por familias afines al régimen, o internados en instituciones religiosas. Crecerían por tanto ignorantes de sus orígenes y en la ideología de la “nueva España” que rechazaba los valores por los que sus madres dieron la vida. Terrible.

Antonia García: “Todo el mundo estudiaba y no había nadie que a los seis meses de entrar en la prisión no supiera leer y escribir”.

El libro no solo es un relato del dolor, también trata de reflejar la solidaridad y la esperanza a la que se aferraron estas mujeres para poder sobrevivir. Uno de los capítulos más esperanzadores es el que habla de la educación, La carta.

En una época marcada por el analfabetismo, sobre todo entre las mujeres, en las cárceles, las reclusas que eran maestras se organizaron para enseñar a escribir y a leer. Se organizaron por niveles educativos y mientras unas se alfabetizaban, otras ampliaban su cultura o se formaban en política. Cuando una mujer aprendía a leer pasaba a enseñar a otras, creando una red de conocimiento y solidaridad que crecía día a día.

¿Qué poso dejó en ti esta obra?

Los testimonios de estas mujeres me contagian su espíritu de lucha y de resistencia. Pese a que el libro destila tristeza también tiene ese espíritu rebelde que guitó sus vidas y que es el que debemos recoger para seguir luchando por las injusticias, entre ellas el olvido. Porque sabemos que una sociedad que no recuerda su pasado está abocada a cometer los mismos errores. 

 

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