Identidad y economía: Sellos de calidad
Existen en la legislación actual varios niveles de selección en los productos agroalimentarios: los gestionados por el Estado a nivel europeo —Denominación de Origen (DO), Indicación Geográfica Protegida (IGP) y Especialidades Tradicionales Garantizadas (ETG)—, y los gestionados por las Comunidades Autónomas (Marcas de Calidad o Garantía). Vamos a hacer un repaso de todas ellas dentro de la comunidad autónoma, excluyendo los vinos.
La autonomía dispone en total de cinco DO (ver Tabla 1), de las cuales 4 se localizan en la Región Leonesa (dos de ellas compartidas con Extremadura y Asturias) y solo 1 en Castilla.
Así mismo, existen 16 IGPs (ver Tablas 2, 3, 4 y 5), de las que 7 son netamente leonesas, de la provincia de León. Esto supone el 43,75% del total de la autonomía.
Además, Zamora dispone de 2 y Salamanca de 3, una de ellas compartida con Extremadura. La suma de las IGPs de la Región Leonesa supone un 68,75% del total de la comunidad autónoma.
Por añadidura, también participan del sello 'Lenteja de Tierra de Campos' —León, Zamora, Palencia y Valladolid— y del sello 'Lechazo de Castilla y León'.
Si añadimos éstas a las IGPs exclusivas de la Región Leonesa, obtenemos que el 81,25% se encuentran mayoritariamente en las provincias de León, Zamora y Salamanca. Podemos por tanto empezar a deducir que, si la Región Leonesa es la que más sellos de DO e IGP dispone dentro de la comunidad, se debe al territorio, la producción y método de elaboración diferenciales que se aplican históricamente a los productos agroalimentarios; tratamiento que no se da en otras zonas del espacio comunitario ni del resto del país. Las comarcas y sus ríos (muchas de ellas integradas en Reservas de la Biosfera), la climatología, la forma de poblamiento, los sistemas de propiedad de la tierra y de los medios de producción, la estructura social y económica marcada por los Concejos y la tradición en las cocinas leonesas, entre otros, son factores que determinan desde la calidad en origen del producto, hasta el procesado de los alimentos a lo largo de la historia.
Como ejemplo, la Cecina de León ha alcanzado fama mundial. El proceso de curación que se ha obtenido en el clima atlántico leonés ha dado a este elaborado una singularidad inigualable. Es un producto identitario, que hunde sus raíces en la estructura social de la colectividad leonesa. Nuestros antecesores han sabido transmitir de generación en generación su buen hacer y su adaptación al medio para que ahora podamos no solo disfrutar de unos manjares de una altísima calidad sino sentirnos orgullosos de este patrimonio.
El modo en que se elaboran estas exquisiteces agroalimentarias forma parte de la idiosincrasia leonesa, diferente a la andaluza, murciana, castellana... La manera de preparar los alimentos forma parte de nuestra identidad como pueblo. Los productos de conservación y la amplitud, variedad y dispersión de la panoplia gastronómica tradicional leonesa hablan de un pasado ligado a tierras frías y compartimentadas, en las que la autosuficiencia familiar y de la comunidad de aldea eran las claves para sobrevivir. El cuadro gastronómico tradicional de la Región abarca una gama de registros descomunal.
Existen además un importante repertorio de alimentos con Marca de Garantía (ver Tabla 6), y disponemos de otros alimentos diferenciales y característicos de esta Región que no están protegidos bajo un sello identificador como la Morcilla de León, la Androlla del Bierzo, el Chosco Omañés y Lacianiego, la Androja Riañesa, los Arvejos de Riaño, los Garbanzos de Pico Pardal, los Dulces de Patata del Bierzo Alto, las Peras Asaderas de las Arrimadas, las Castañas de Noceda, la uva Negro Saurí del Páramo de Payuelo, el alubión de Sanabria, el Lechón de Zamora y muchos más.
Analizando estos datos la provincia de León es probablemente la que más sellos de calidad (DO, IGPs y Marcas de Garantía) presenta en el panorama nacional: dieciséis. Dentro de la comunidad autónoma es la líder indiscutible de la singularidad alimentaria. Además, la Región Leonesa prevalece sobre la Región Castellana: posee más de la mitad de los productos cualificados, teniendo en cuenta que comprende solo un tercio de las provincias autonómicas.
Desde Proyecto León, siempre preocupados por la economía leonesa, reflexionamos sobre la importancia de la identidad y su influencia en el sistema económico. Observamos que, a la vista de los datos precedentes, es fundamental potenciar este binomio identidad-economía como forma de explotar los recursos de León e integrarlos en los modernos flujos económicos. No entendemos, por tanto, que desde la Junta de Castilla y León se hable de crear un parque industrial agroalimentario en Valladolid. Los datos indican que debería radicarse en la región que más productos de calidad agroalimentaria aporta. No hacerlo así perjudica los intereses económicos de la Región Leonesa por difuminar sus potencialidades. Mancomunar con la Región Castellana, que apenas cuenta con artículos de calidad diferenciada, nos lesiona económicamente.
Los productos de la Región Leonesa ya tienen un reconocimiento agroalimentario en el contexto nacional y a veces internacional. Incrementemos nuestra imagen con empresas manufactureras del sector y con productos con sello de calidad de la provincia y de la región más diferenciados y rentables en el mercado agroalimentario. Su influencia en la prosperidad económica del territorio se alcanza a través de la fijación de productores en las propias comarcas —parte de ellas en esa España vaciada—, y de la proyección leonesa en el exterior a través de sus alimentos. Potenciemos nuestra identidad gastronómica regional como garantía no solo de calidad de nuestros productos sino de prosperidad económica y notoriedad internacional.
Es necesario vigilar la acción de la Junta de Castilla y León para que no persistan en el error de confundir las dos regiones desde el punto de vista agroalimentario o desde cualquier otro, ya que se traduce en un perjuicio para los intereses económicos de León.