Las fotos de Pepe Gracia alían el pasado y el futuro de La Venatoria
Ya su padre Germán Gracia había fotografiado en 1906 a Miguel Canseco, uno de los fundadores de la sociedad, a la que el 25 de mayo del año en el que Matero Morral atentó contra los recién casados el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, ya pertenecían 73 personas, como consta en la primera de las actas que se conserva y que desde un principio mostraba sus credenciales: sociedad de cazadores, amantes del sport cinegético, pescadores y agricultores. Pocos años después es el hijo, Pepe Gracia, el encargado de plasmar en papel aquellos retazos de historia sobre la que se ha construido una sociedad en la que ahora buscan refugio del estrépito cotidiano casi diez mil almas.
En uno de los salones de La Venatoria, y acompañados a veces por la armonía del coro que ensaya sus propuestas, las fotografías de Pepe Gracia nos hablan de las vicisitudes de aquellos primeros pasos en Papalaguinda, a la altura del actual parque móvil infantil, entorno a un pilón que no ha sucumbido, con un tronco como trampolín que había que sujetar cuando el artista ensayaba la pirueta. Pletórico aparece Miguel Castaño hijo con la leyenda de ganador de la Copa Presidente de la República, en 1932. La memoria que han legado las hijas de Pepe Gracia para esta exposición es mucho más que una sucesión de avatares sobre la evolución de una sociedad que ha modernizado paulatinamente sus instalaciones. Nos dan pistas claras de un reducto de apertura y libertad que se observa en los trajes de baños de las mujeres, en su porte atlético, señales de una sociedad que no sabía como romper con las ataduras de una nomenclatura oficial rancia y que aprovechaba estos huecos para respirar un aire menos viciado.
Victor Ferrero, José Antonio Díez, (padre) Teodoro Herrero (hijo de Ángel Herrero Conde, “Roerre”, un nombre propio de la historia del periodismo leonés), Manuel Astorgano y Vicente González, el actual presidente, el número 22 de una lista que encabeza el oculista Gumersindo Rosales, propietario del primer coche que circuló en León en 1906, son todos ellos integrantes de la actual Junta de Dirección, a la que se suma en el último acto Luci González, y los interlocutores de ileon.com en este viaje al presente de la sociedad en sintonía con un pasado cercano, gracias al legado de Pepe Gracia.
91.500 pesetas
Qué lejos y qué cerca están al mismo tiempos aquellas jornadas de tiro al pichón a la orilla del Bernesga y la fiebre actual por el padel, el deporte de moda; o la sauna que también cuenta con su legión de costaleros. Los turnos para hombres y mujeres, los 20 céntimos que costaba el baño antes de trasladarse en 1946 a la actual ubicación, con una primera propuesta de 18.300 metros cuadrados por los que se pagaron religiosamente 91.500 pesetas. Finalmente se añadieron, más tarde, 4.500 metros cuadrados más.
Nuestros interlocutores discuten y añaden un sin fin de datos de los primeros pasos de una sociedad que tuvo guardería propia, como garantes del buen hacer en los cotos de caza y pesca que ellos administraban. El café Nacional, la planta de arriba del café Vitoria, una de las plantas del teatro Emperador; son todos escenarios de las diversas sedes donde poco a poco la sociedad crecía en ambiciones y servicios.
Casi todos recuerdan las primeras casetas de madera para cambiarse, la primera pista de tierra batida, la sociedad ya contaba con una pista en Papalaguinda, el primer frontón tocado con un árbol al fondo, los columpios, la barca y el tobogán por el que un día se precipitó un hijo de Teodoro y se quebró los dos brazos.
Y todos casi proclaman al mismo tiempo que la sociedad ha sido pionera en la equiparación de derechos de mujeres y hombres, aunque la presencia de la mujer en los órganos de dirección es casi nula. Cierto es que a mediados de la década de 1970 se propuso unos vestuarios mixtos, pero la idea no pasó el corte.
Fiestas
La Venatoria es un punto de encuentro de la clase media leonesa a la que fue derivando paulatinamente la élite que en su día puso en marcha la sociedad. Deporte y sociedad, cercanía, familia, participación, pero sin credos impuestos. Es cierto que algunas disciplinas deportivas, como la natación y el tenis, ha dado nombres ilustres, pero tal vez el principal acierto de más de cien años de historia es que la Venatoria ha sabido adecuarse a las demandas de cada época con mesura y, sobre todo, que ha propiciado el flujo de las relaciones entre generaciones. Tal vez por eso, y durante las fiestas que estos días han celebrado como colofón a la temporada de verano, hay tres rituales que siempre congregan a un buen número de familias y socios, justo en este tiempo del salto del verano al otoño; la misa en las propias dependencias, la fiesta del bollo preñao y la cita del escabeche.
La Venatoria tiene un sueño que hasta ahora es más una pesadilla; la incorporación de los terrenos anexos del Club Hípico, un espacio un poco más amplio que los más de 23.000 metros cuadrados que ocupa en la actualidad. El futuro esta al lado, codo con codo, pero sujeto a demasiados contratiempos. Hasta la fecha la clase política leonesa, sin distinciones, se han limitado a buenas palabras y nada más. Pero los actuales directores de orquesta creen, como otros muchos que les han precedido, que tarde o temprano se hará realidad.