La evolución de la población en León y en las comunidades uniprovinciales

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David Díez Llamas

Vamos a examinar lo que la evolución de la población de las diferentes comunidades autónomas uniprovinciales en España respecto a la que ha sido en las provincias de la Región Leonesa.

Para empezar podemos decir que la única autonomía uniprovincial que ha visto descender su población en el período 1981 a 2020 es Asturias. Todas las demás ganan en población. Sin embargo las tres provincias de la Región Leonesa pierden habitantes en ese período.

Tomando como referencia el conjunto de España tenemos que esas comunidades autónomas ganan peso sobre el total de los españoles, así suponen un 2,33% más de lo que representaban en 1981. Si excluimos Madrid en esa evolución, sigue siendo mayor el peso demográfico del resto, concretamente un 0,51% más.

Ello contrasta con la evolución de la Región Leonesa que pierde peso en el conjunto de España. Concretamente pasa de representar un 2,96% del total de los españoles en 1981 a un 2,03% en 2020. De ese descenso del -0,93% un -0,42% corresponde a la provincia de León.

Mientras en ese período España gana 9.646.619 habitantes, la Región Leonesa pierde 153.882 y en concreto la provincia de León 64.472. Con estos números, que son objetivos y que cualquiera puede consultar en el INE, la verdad es que resulta complicado que alguien pueda decir que la constitución de la autonomía de Castilla y León ha resultado beneficiosa para los leoneses. Por ello más bien tratan de ocultar estos datos o enmarañarlos con falsos debates o similitudes con otros movimientos (independentistas) con los que nada tienen que ver.

Incluso si comparamos la evolución de la población de la Región Leonesa con la de Asturias (que es la única que ha perdido población) tenemos que sigue siendo negativa. Mientras en 1981 la Región Leonesa tenía 13.871 menos habitantes que Asturias, en 2.020 ese diferencial ha pasado a ser de -56.956. Es decir el diferencial negativo se ha multiplicado por 4,1.

Si la comparación la establecemos a nivel provincial tenemos que en 1.981 la provincia de León tenía 14.611 más habitantes que Navarra y 10.490 más que Cantabria. Esa comparación nada tiene que ver con la que se da en este momento en que Navarra tiene 197.346 más habitantes que la provincia de León y en el caso de Cantabria ese diferencial supera también los 100.000 habitantes (concretamente 123.216 más Cantabria).

Los datos son los que son y evidencian una evolución netamente negativa de la provincia de León y de la Región Leonesa. A partir de los mismos podemos especular, pero creo complicado que se pueda mantener que con una autonomía leonesa esa evolución hubiera sido aún más negativa. La falta de poder en la administración de los recursos, el centralismo acaparador de Valladolid y la negación de la propia existencia como pueblo diferenciado ha tenido estas consecuencias tan funestas.

Han transcurrido suficientes años como para poder comprobar que está fórmula autonómica tiene unos resultados muy negativos para los leoneses. Podríamos decir que están llevando incluso hasta su desaparición física. Cuando algo se manifiesta con tanta claridad como un error, parece evidente que habrá que buscar remedios. Lo otro sería ser cómplices de esta situación.

En esos 38 años han pasado por el Gobierno de Castilla y León diferentes partidos. En base a ello no creemos que sea suficiente el que se produzca un cambio de gobierno en la Junta para que el tema se solucione. El mal es más profundo y no responde a algo coyuntural. Hay que cambiar el modelo político y ello pasa por el reconocimiento del papel que le corresponde a los leoneses en el conjunto de España. En definitiva por contar con una autonomía leonesa.

La incorporación al actual marco autonómico se hizo contra los deseos de la mayoría de los leoneses e incluso de sus instituciones. Martin Villa impuso su criterio tanto a sus compañeros de partido como también al conjunto de la población leonesa. Es hora de que el marco político se adapte a los deseos de la ciudadanía, que se acaben las imposiciones. No veo otro camino para lograr un punto de inflexión que cambie los datos que se han expuesto en este artículo.

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