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El espía leonés que soñó con que Asturias fuera Normandía

Daniel cruzó la entrada del cementerio leonés con pocas esperanzas. Pero, contra todo pronóstico, encontró la tumba. Era sencilla y estaba coronada por una bonita lápida vertical cubierta de un musgo que le confería un color verdoso, con tintes rosáceos. Pese al aparente estado de abandono, había unas flores. Alguien más sabía qué cuerpo yacía en aquella fosa. Al año siguiente, con la investigación ya en marcha, regresó al camposanto poco después del día de difuntos. Unas flores frescas volvían a acompañar la lápida. Empujado por la curiosidad, dejó una nota. Se identificaba y pedía que se pusieran en contacto con él. Aunque regresó en numerosas ocasiones, nunca obtuvo respuesta y nunca más volvió a encontrar unas flores.
La tumba es la de Lorenzo San Miguel, el cabecilla de una red de espías financiada por el MI6 británico, que a principios de los años 40 recogía información para planear un punto de desembarco para las tropas aliadas, un plan alternativo al de Normandía, y que reclutó colaboradores en Asturias, Galicia, Cantabria y País Vasco. Daniel Álvarez es el periodista leonés que comenzó a investigar este caso, que recibió el premio de investigación Cossío 2009 por sus primeros hallazgos publicados en papel y que ahora dirige un documental sobre trama que llegó a implicar a unos 60 ciudadanos, de los que un tercio eran asturianos. Aunque esas flores del cementerio no le han servido para sumar nuevos testimonios a su obra, sí que le han ayudado a darle nombre.
Flores para un espía ha entrado en la fase final de rodaje. Su productor ý realizador Jesús Calvo visitará en los próximos días Oviedo, donde reposan los cuerpos de cuatro de los fusilados por el Gobierno franquista, que descubrió el caso de espionaje cuando abrió una valija diplomática destinada al Reino Unido. Calvo aún busca nuevo material y también apoyo económico de las instituciones. Si lo logra, se plantea hacer una serie de tres capítulos. La historia los merece. Pero si no consigue fondos suficientes, se conformará con una única pieza de mayor duración.
La trama
Flores para un espía es ya la suma de dos historias diferentes. La principal tuvo lugar hacer más de 70 años. La puso en marcha Lorenzo San Miguel, un leonés de familia acomodada que había vivido en México, que hablaba fluidamentente inglés y francés, un hombre apuesto de actitud donjuanesca que utilizós sus múltiples romances como tapadera para sus desplazamientos.

Lorenzo San Miguel, el espía leonés.
San Miguel entró en contacto con los servicios secretos británicos en Lisboa y se les ofreció. Ese fue el punto de partida de la red que fue desarticulada en 1943 y que trabajó de forma eficiente durante aproximadamente un año y medio.Pero también es la crónica actual de Daniel Álvarez y de Jesús Calvo, que se tropezaron con esta trama a través de la asociación de la recuperación de la memoria histórica Aerle, que estaba digitalizando material en el archivo de El Ferrol y se encontró con la causa militar que juzgó a la red de espionaje.
Los espías recopilaban información para el desembarco y en Oviedo y Trubia vigilaban las fábricas de armas En ese año y medio San Miguel reclutó espías de País Vasco, Cantabria, León y Galicia que, básicamente, recopilaban información para facilitar el desembarco. En el Principado, en concreto, tenían también una segunda función: vigilar las fábricas de armas de Oviedo y Trubia. Así produjeron un amplio dosier con fotografías, planos y documentos, parte de los cuales fue descubierto en aquella valija diplomática abierta vulnerando la inviolabilidad del correo diplomático. Aquello supuso el fin.
Pero antes, según han podido comprobar gracias a otras causas, contribuyeron a volar un polvorín de El Ferrol que servía para abastecer a submarinos alemanes que operaban en la zona y que, en aquella, época, todavía dominaban la guerra en el mar. “Puede parecer un hecho menor pero no lo fue. Los aliados hasta aquel momento solo habían conseguido hundir cinco submarinos nazis y en el mes siguiente acabaron con 25. Esto se debe a que tenían que salir a superficie a recargar sus baterías porque ya no tenían un punto de aprovisionamiento cercano al que recurrir. Aquello supuso un vuelco en la guerra”, argumenta Jesús Calvo.
La hija que no conoció
La investigación les ha deparado grandes sorpresas dignas de una historia de espías. En pleno trabajo descubrieron que el donjuan de San Miguel había tenido una hija. Es muy posible que ni él mismo lo supiera, ya que Ana Gómez nació en prisión apenas ocho meses después de la muerte de su padre. Era hija de otra colaboradora de la red que fue encarcelada cuando la operación se desmoronó.
Gracias a ella, que pasó sus nueve primeros años de vida en la cárcel, supieron que, al contrario de lo que cuenta la versión oficial ofrecida por el Gobierno franquista, San Miguel no murió tiroteado en su casa cuando iba a ser detenido. Es cierto que tenía una pistola. Pese a que no le gustaban las armas, se había comprado una porque en los últimos meses sabía que estaba en la cuerda floja. Pero en realidad fue apresado e interrogado antes de ser asesinado. En el caso de Álvaro Tebar, militar destinado a un destructor, nunca contó que había sido un espía. Sus hijos han descubierto su implicación --fue condenado a cárcel y cumplió gran parte de la condena-- gracias al documental y han conseguido reunirse con familiares de otros miembros.
Cuando cayó la red hubo un juicio en el que 13 quedaron absueltos, 40 entraron en prisión y seis fueron fusilados, cuatro de ellos contra la tapia del cementerio de San Salvador de Oviedo. Uno de ellos fue el sierense Juan Martínez Riesta. Su hija Valentina Martínez colabora en el documental y participó en el rodaje hace apenas unas semanas, durante el último Festival de Cine de Gijón.
“Cómo camelaba a las mujeres”
Jesús Calvo reconoce que tuvo un papel relevante. Estaba entre los de mayor edad, era un hombre instruido y con muchos contactos que, al igual que San Miguel, había estado previamente en el extranjeros. El testimonio de Valentina Martínez tiene un doble valor, porque también conoció personalmente al cabecilla. “Recuerda su facilidad de palabra, sus buenas maneras y cómo camelaba a las mujeres”, precisa el productor.
La próxima semana, en Oviedo, entrará en contacto con el ayuntamiento para ver si consiguen respaldo económico y para ver si pueden encontrar más documental. También les ha facilitado la tarea la Filmoteca de Asturias. La madeja sigue siendo compleja pero Jesús Calvo y Daniel Álvarez saben que tienen que poner un punto y final y comenzar el montaje. No obstante, aún hay una hermana vida de Lorenzo San Miguel en México y no quieren prescindir de sus recuerdos. También saben de familiares que denuncian el estado de abandono en el que les dejó el Gobierno británico. La trama tiene aún muchos nudos sin resolver. Lo que sí está claro es que fracasaron en su misión. El desembarco no tuvo lugar en el Cantábrico sino en Normandía y solo unas semanas después de que los fusilamientos de Oviedo pusieran fin a la mayor trama de espionaje británico en el norte de España, durante la Segunda Guerra Mundial.