Las escuelas rurales infantiles: un tesoro de servicio para familias y niños en Garrafe de Torío y otros 40 municipios
Dicen que quien tiene un amigo, tiene un tesoro, y en Garrafe añaden, y quien tiene una escuela rural infantil, también. Con esta premisa, en el Ayuntamiento de Garrafe de Torio se pusieron manos a la obra, y contando con Cristina García Fernández, tutora de la escuela infantil, y Ana Vila Rodríguez, están llevando a cabo este proyecto que es semilla y es futuro para esta zona de la montaña central leonesa.
Este es un proyecto nacido al amparo del Programa Crecemos y financiado a tres bandas por la Junta de Castilla y León , la Diputación de León y el Ayuntamiento de Garrafe de Torío. Del mismo modo que en Garrafe, actuaron en el Murias de Paredes, donde el ayuntamiento contará con un aula infantil para el próximo curso escolar. El Programa Crecemos es una iniciativa de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León en colaboración, en este caso, con la Diputación de León. Un programa similar al que se lleva a cabo en Asturias, con el nombre de Les Escuelines/As Escolías, que en este caso es competencia exclusiva del gobierno del Principado.
“Es para mí un proyecto de vida en el que me embarqué hace ocho años, un sueño hecho realidad: vivir y trabajar en un pueblo”, indica Cristina, una tutora que con una sonrisa explica que lo suyo es vocacional. Por esta escuela, señala García Fernández, pasaron a lo largo de estos años niños y niñas no solo del municipio de Garrafe de Torio, si no de zonas del entorno, tales como Tolibia de Arriba, Laíz de las Arrimadas, Vegas del Condado, Naredo de Fenar, Boñar, Villalfeide, Matallana, etc. “No nos cansaremos de agradecer a las madres y padres que le dieron una importancia primordial al proyecto y metodología que aquí se vivencia cada día”, destaca.
Tanto Cristina como Ana explican que esta es una escuela infantil pública y gratuita, abierta a todos los niños y niñas del municipio, de otras comarcas e incluso de la ciudad de León, de la cual tan solo distan quince kilómetros. Ambas imparten el primer ciclo de educación infantil de cero a tres años en un aula donde “convivimos y crecemos juntos, donde comenzamos a dar nuestros primeros pasos en la vida, donde aprendemos nuestras primeras lecciones de amistad, cariño, afecto y respeto”, muestran orgullosas.
Lamentablemente, explican que progresivamente observan como de año en año el número de niñas y niños va descendiendo, y de tener doce o catorce sillas ocupadas los primeros años, pasaron a tener tan solo cinco en el presente curso, “lo cual es maravilloso para ellos, pues la atención y dedicación es absolutamente individualizada y personalizada, pero corremos el riesgo de que este paraíso finalmente tenga que cerrar sus puertas, como ya ha ocurrido en otros lugares que se quedan mudos, sin sonidos, sin canciones, sin gritos, sin alegría infantil. En silencio. Así que ahora toca luchar y poner en valor nuestro espacio”, destaca esta tutora incombustible.
Las actividades que hacen con los niños y niñas de la escuela son muy variadas, tales como ir de paseo a conocer el entorno con el fin de observar los animales, aprender nombres de árboles y de pájaros y cuidar y aprender a amar a la naturaleza. “Sentimos y vivenciamos los cambios de estación, observamos a nuestro amigo el río Torío: ¡qué grandote es en invierno y qué pequeñín se hace en verano! Compartimos momentos con el labrador que va a su huerta, con el ganadero que cuida de sus caballos o el leñador que corta su leña. Todo constituye una experiencia enriquecedora para los niños, son pequeñas semillas de aprendizaje que cuando sean adultos florecerán”, muestra esta música y maestra.
Por si esto fuera poco, también cultivan su pequeño huerto y observan como lo sembrado poco a poco, al igual que ellos, va creciendo. Otro de los puntos a destacar, como no podía ser de otra manera, son los viajes en el antiguo tren de la FEVE, que atraviesa el municipio de Garrafe.
Cristina finaliza la conversación dejando claro que para ella la educación “es algo tan apasionante que hay que vivenciarla fuera del aula, aprovechar este entorno rural, natural y privilegiado que tenemos, transmitir a estos niños y niñas lo fabuloso que es vivir en el pueblo y tener esta escuela aquí. Sentirnos parte de todo esto, sentir que el aula está más allá del aula”. La última lección que muestra esta ilusionada maestra es que “el objetivo que tanto del ayuntamiento como el de Ana y el mío propio es llegar a familias que quizá aún no nos conozcan y se sientan atraídas por este proyecto. Como suelo decir: voy a poner todo de mi parte para que esto siga adelante”.