Cómo conducir con hielo sin enloquecer en el intento
La lluvia, la nieve y el hielo son los peores enemigos del conductor en esta época del año y en estas circunstancias es donde mayor atención se debe de prestar al volante. Y es que especialmente la lluvia es el fenómeno atmosférico más común durante el invierno y como consecuencia el que más accidentes con víctimas produce, debido especialmente a la reducción de adherencia y la visibilidad. Es por ello que salir a la carretera en estas situaciones se debe de extremar las medidas de seguridad y tomar una serie de precauciones para evitar contratiempos.
Cuando comienza a llover el agua se mezcla con el polvo de la carretera y grasa del asfalto y se hace muy resbaladiza. A medida que va lloviendo con más intensidad aumenta ya la adherencia y se hace más uniforme, dando por hecho que llevamos los neumáticos en buen estado, el dibujo debe de tener una profundidad mínima de 1,6 milímetros.
Es normal por otra parte, que cuando salgamos de viaje en esta época ya esté lloviendo con más o menos intensidad, con lo que nos enfrentamos a otro peligro que puede originar un accidente como es el acquaplanning, o lo que es lo mismo bolsas de agua que se acumulan en el asfalto bien por una deformación en las construcción de la vía o simplemente porque llueve mucho y el asfalto no es capaz de drenarla con la suficiente rapidez.
A determinada velocidad los canales del dibujo del neumático no son capaces de evacuar todo el agua entre la rueda y el suelo formándose una bolsa de agua a presión que eleva el neumático del asfalto hasta perder el contacto con el suelo. Literalmente flota produciéndose el temido acquaplanning lo que hace que el coche sea incontrolable al perder la dirección del vehículo, de ahí que lo más aconsejable sea circular, en lluvia intensa, a una velocidad muy moderada.
En nieve no es necesario ser un experto para circular en este tipo de situaciones hay conductores que no están acostumbrados a estas circunstancias y los nervios pueden provocar maniobras bruscas. Lo más importante es saber anticiparse, poder decidir con tiempo qué maniobra se debe hacer, conducir con suavidad, tanto en lo que se refiere a la dirección, al acelerador y al freno, y estar tranquilo. Y es que todo lo que no sea hacerlo con suavidad puede ocasionar deslizamientos, inestabilidad en el vehículo y una conducción por tanto poco segura.
Uno de los errores más comunes es girar el volante en exceso, que puede ocasionar un sub-viraje, acelerar fuerte, con lo que se pierde motricidad y frenar bruscamente con lo que propiciamos el deslizamiento. Cuando estemos bajo la nieve para arrancar el vehículo, lo haremos en segunda velocidad para evitar que las ruedas motrices patinen y si hay que frenar se debe hacer preferiblemente en recta, no en las curvas, ya que los neumáticos se encuentran en una superficie de baja adherencia y lo mejor es intentar frenar con el motor.
En el caso de encontrarnos con placas de hielo, debemos reducir mucho la velocidad, intentar circular a velocidad de paso de hombre y evitar frenar, a no ser que sea estrictamente necesario, pero asumiendo que estamos ante un serio riesgo de perder el control de coche. Cuando se conduce por una carretera con mucha nieve, se debe de evitar pasar por las marcas que ha dejado otro vehículo ya que puede haber hielo, es preferible y más seguro pisar nieve virgen.
Más información: http://www.asturias24.es/secciones/motor/noticias/los-riesgos-de-conducir-con-lluvia-nieve-o-hielo/1421782341