Cantante de orquesta o cómo dar el 'Do' de pecho cada verano

Foto: Patry Floranes

Javier García

El verano y las fiestas tienen un nombre propio a la hora de amenizar las noches de los presentes, con sus escenarios llenos de luces, música y mucho buen rollo; las orquestas se proclaman como los soberanos de las verbenas veraniegas. Pero dichas orquestas no serían nada sin las guitarras, la batería o la voz de esas personas que forman parte del equipo humano y que durante varias horas dan el 'Do' de pecho para hacer disfrutar a los asistentes.

Sin duda los protagonistas de estas orquestas son esas personas que abren la noche y ponen los pelos de punta con su voz; a esto se dedica Héctor Viñuela, cantante de la Orquesta Cañón y que durante el verano se dedica “a cantar pueblo a pueblo y fiesta a fiesta durante todo el año, pero principalmente el verano”. Sin embargo esta no es su única dedicación, psicopedagogo y maestro, Héctor compagina “lo mejor que puedo” sus dos grandes pasiones, enseñar y cantar, durante los 365 días del año.

Sus inicios en el mundo de las verbenas fue del todo inocente y durante una comida familiar que se acabó traduciendo “un chico de 17 años, en un pueblo del Páramo y teniendo que cantar los éxitos del verano”. Sin saber a lo que su tío se dedicaba, y sin saber su tío que él cantaba, Héctor nos cuenta que todo se inicio con un “¿Ah, pero cantas?, ¿Ah, pero te apetece venir conmigo en verano?”; una proposición que no rechazó y que a día de hoy ya va por su noveno año como cantante de orquesta.

Los inicios, como en cualquier empresa, no son fáciles y Héctor no es una excepción. Su primer recuerdo fue en una orquesta pequeñita y los nervios le recorrían el cuerpo con varias preguntas “¿qué pensarán de mí? ¿le gustará a la gente? ¿pienso que canto, pero en realidad no canto nada?”. Tras varios años con esa pequeña orquesta, Héctor daría el salto a la conocida 'Orquesta San Francisco', referente para él ya que todos los años iban a tocar a su pueblo. “La primera vez que me subí al camión escenario de la Orquesta San Francisco noté una responsabilidad impresionante, es uno de los recuerdos que más guardo, todo lo de atrás es aprendizaje, pero ese primer momento fue un antes y un después”, rememora.

Para ser cantante y no dar el cante, hay que formarse

Es verdad que para poder cantar la voz te tiene que acompañar, pero no solo te puedes quedar en eso y esperar a que todo salga bien. “Mucha gente piensa que esto es llegar, subirse y como yo canto bien en mi habitación subo y lo hago en un escenario”, explica incidiendo en que esto está alejado de la realidad.

Previamente hace falta una formación, “yo estudié saxofón y canto en el conservatorio de León”; saber adaptar las técnicas aprendidas al “canto moderno” y, sobre todo, “conocer tu voz, el instrumento y aprender a aplicarlo ya que son muchos días, horarios complicados y situaciones que no favorecen ni a tu cuerpo ni a tu voz”, situaciones que castigan y mucho a su instrumento de trabajo.

Un horario laboral 'duro de pelar'

Sin un horario fijo de trabajo, en el mundo de las orquestas existen dos tipos de horarios. El que se ve, “en el que la verbena suele empezar entre las 11 y las 12:30 y termina a las 4 o 5”, aunque a veces “acabas a las 6 viendo amanecer desde el escenario”.

Pero el otro lado que no se ve va desde que sales de casa hasta que vuelves a ella, “sales a las 5, vas al punto de encuentro para subir a la furgoneta donde estás una, dos o tres o las horas que sean hasta el pueblo donde toca actuar; después monta el escenario, empieza la verbena, acaba la verbena y desmontas para volver a viajar hasta casa pudiendo llegar a las nueve del día siguiente”.

Mayo con sus flores y con ganas de demostrar

Un orquesta no para ni un día, a pesar de no tener una agenda como en los meses estivales, “junto con los bolos que van saliendo una orquesta tiene muchas horas de trabajo previo”. Viñuela concreta, “son horas de ensayo hechas en casa y en el local, las horas de trabajo de todo el mundo que prepara repertorio, coreografía, el equipo técnico que prepara el escenario para que cuando se levante el telón haya algo nuevo que llame la atención”.

Un arduo trabajo del que nada puede fallar ya que “sale a relucir el trabajo que hacemos en invierno”, por ello Héctor nos cuenta que la llegada de estos meses no son fáciles “al final cuando llega mayo tienes ansiedad pura y dura por enseñar el trabajo realizado durante los meses previos.”

Trabajar en una orquesta parte uno: un trabajo compartido.

Con más de “60-70 fechas que se concentran en los meses de junio, julio, agosto y septiembre” un cantante de orquesta, y todos los que les rodean, acaban trabajando las 24 horas del día, durante los 7 días de la semana los 12 meses del año, debido principalmente, a que no pueden sacar de su cabeza este trabajo, “al final los que están a nuestro alrededor son los que sufren y viven nuestra obsesión”.

Héctor Viñuela confiesa que habría que premiar a todas esas personas, “hay que ponerles un pin a la gente que nos rodean ya que aguantan muchos y se dan cuenta lo mucho que nos gustan a la mayoría que nos dedicamos a las verbenas”

Trabajar en una orquesta parte dos: detrás de los escenarios

Aunque se acaben las actuaciones, todos los componentes de la orquesta al bajar del escenario tiene que 'seguir trabajando' e intentar “rentabilizar lo hecho encima del escenario”. “Si alguien viene a decirte que le gusta tu trabajo, el del grupo, lo que tenemos que hacer es agradecérselo y brindarle la parte la parte que podamos”, explica el cantante.

Ese trabajo social, y más con la expansión de las redes, se expande más allá del cara a cara, “es muy importante lo que hacemos en redes sociales”. La curiosidad de la gente y el querer conocer lo que está detrás de las orquestas supone un valor añadido para la orquesta, “hoy en día no se trata de grabar un disco de la banda y decir esto es lo que hacemos; hoy se trata de grabar en video, de enseñar las caras de la gente, de quien eres, de enseñar personas”, un trabajo que para Héctor tiene la inmensa suerte de contar con el proyecto de 'Diario de una Orquesta' realizado por la batería y “youtuber oficial” Kat Almagro, “está siendo una autentica revolución entre los compañeros de profesión y la gente en general”.

Este proyecto audiovisual cuenta “todo el trabajo que hacemos” no solo desde que se sube el telón, sino todos los entresijos que ocurre entre bambalinas y aunque no todo es tan bonito, confiesa con una gran sonrisa, “nos lo pasamos realmente bien”.

Todo este trabajo acaba dando muchísimas anécdotas que se pueden y no contar, desde llegar a un pueblo en Galicia y entrar en un bar y que les conozcan por el canal de Youtube o incluso estar escuchar sus voces desde la tasca de la fiesta ya que están viendo 'Diario de una Orquesta'. Pero en este primer año en la Orquesta Cañón, gracias a su componente número once “Agricultino”, un esqueleto disfrazado de pirata que tienen encima del escenario, le está dando muy buenos momentos, “me rio mucho viendo las caras de la gente, sobre todo de los niños que se quedan viendo al esqueleto con cara de ¿Qué hace ese señor ahí?”.

Todo este trabajo acaba dando muchísimas anécdotas que se pueden y no contar, desde llegar a un pueblo en Galicia entrar en un bar y que les conozcan por el canal de youtube o incluso estar escuchar sus voces desde la tasca de la fiesta ya que están viendo 'Diario de una Orquesta' . Pero en este primer año en la Orquesta Cañón, nos cuenta que gracias a su componente número once “Agricultino”, un esqueleto disfrazado de pirata que tienen encima del escenario, le está dando muy buenos momentos “Me rio mucho viendo las caras de la gente, sobre todo de los niños que se quedan viendo al esqueleto con cara de ¿Qué hace ese señor ahí?”.

“Sentarme y no hacer nada”

Cuando se acaba el periplo fiestero, o si toca algún día de vacaciones entre actuaciones, a Héctor Viñuela le gusta “irme a mi pueblo, a La Seca, y descansar muchísimo”. Y si es verdad que años pasados le gustaba disfrutar de otras fiestas e incluso ver a otras orquestas, su manera de quitarse de todo ese estrés se basa en “ir allí y no hacer realmente nada, sentarme con un café en la terraza del bar y no hacer nada o poca cosa para descansar el cuerpo”.

Héctor pide que todos vayan a disfrutar de las orquestas, “que la gente abra un poco las orejas, más que los ojos, ya que la gente hoy en día consume las orquestas por los ojos y se ha olvidado un poco de abrir lo oidos”, pidiendo a su vez “que se acuerden que esto es música y es un espectaculo completo. Les invito a todos a que vengan a ver a Grupo Cañon, que nos quedan muchas actuaciones por delante, que abran los oidos y si les gusta que nos lo hagan saber y sino les gusta que tambien nos lo digan para mejorar”

Aunque con resignación para el nada ligón Héctor Viñuela, la canción del verano son 'Despacito' o 'Subeme la Radio“ y promete que si van a ver Grupo Cañon cuentan una cosa ”muy breve y gráfica“ para demostrar que la canción del verano es todos los años la misma. Aunque las voces que las cantan en la verbenas ya son otra cuestión.

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