“La primera explosión me pareció un petardo grande, en la segunda ya pensé en atentado”

Javier, en la llegada a meta, en la zona donde se produjo la explosión.

I.R.

El berciano Javier Gavela vivió este lunes en primera persona las explosiones que, a la altura de la meta del maratón de Boston, acabaron con la vida de tres personas y produjeron 140 heridos.

Natural de Fabero, Javier, de 36, vive en Madrid desde hace años y ha participado en diferentes competiciones alrededor del mundo. En esta ocasión había elegido Boston, donde llegó el sábado con un grupo de 15 personas preparadas para correr una de las pruebas con más tradición y que se celebra el tercer lunes de abril, coincidiendo con el 'Día del Patriota'.

Con un tiempo de 3,38 horas, Javier había rebasado la línea llegada antes del incidente, pero tras cambiarse de ropa decidió volver para ver a sus compañeros. “Estábamos todos animando y en medio de la megafonía se oyó una explosión; la gente se quedó callada, pero no le dimos mucha importancia aunque vimos que saltaban cascotes y había humo”, comenta Javier a ileon.com desde su hotel.

“Cuando sentimos la segunda explosión -unos 15 segundos después-, la gente se asustó mucho y empezó a salir”. Javier explica que la detonación no fue muy fuerte y su primera sensación fue de un petardo grande, pero la segunda explosión ya le hizo pensar en un atentado. “Después de correr 42 kilómetros yo estaba tocado muscularmente, me empujaron y me caí, pero dos chicos me ayudaron a levantame, fue bastante ordenado”.

Su preocupación se centró entonces en encontrar al resto del grupo, para lo que se dirigió al hotel y desde allí intentó ponerse en contacto con ellos, ya que dos llevaban consigo un teléfono móvil. “A las cinco -doce de la noche hora peninsular- ya estaban todos allí”.

El resto del día lo pasaron en el interior del hotel, ya que en la televisión estadounidense recomendaban a los ciudadanos no salir de casa. También en la recepción les aconsejaron que se quedasen mientras se investigaba lo sucedido, ya que no está clara todavía la autoría. Hasta el momento, lo que se sabe es que los dispositivos eran artesanales y estaban escondidos en papeleras.

Tanto Javier como el resto del grupo emprenden el regreso este miércoles. “No nos han dicho que vaya a haber problemas, pero iremos pronto al aeropuerto porque imaginamos que habrán reforzado la seguridad”, explica.

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