Luis Sáenz de Miera: “Somos biología y nuestro origen está en la evolución”

El profesor Luis Sáenz de Miera en la Universidad de León (Imagen: Revista Ambiociencias)

Ángela Bernardo

Las lentejas esconden una curiosa lección sobre evolución. Gracias a un tipo de proteínas de las leguminosas, las vincilinas, podemos trazar los mecanismos de evolución molecular y los procesos de selección natural que han actuado sobre estas secuencias genéticas.

Eso es lo que demuestra Luis Sáenz de Miera, profesor de Genética de la Universidad de León, en un artículo publicado en Ambiociencias. “Hoy en día gracias a la secuenciación y a la genómica podemos conocer cómo se produce la evolución a nivel molecular”, explica.

Un viaje que cambió la historia

El viaje de Darwin en el HMS Beagle cambió el rumbo de la historia. Los cinco años de travesía alrededor del mundo no fueron sólo determinantes en su propia biografía. Los apuntes y muestras recogidas de 1831 a 1836 sirvieron para edificar un nuevo paradigma científico, el de la teoría de la evolución.

Darwin introduce un mecanismo nuevo que explica la evolución: la selección natural

“El concepto de evolución es anterior a Darwin”, explica Sáenz de Miera. En la Antigua Grecia ya se había introducido el concepto de evolución, indicando que los seres vivos no habían permanecido inmutables. Es decir, en la actualidad sabemos que unas especies proceden de otras. “Los datos fósiles son evidentes”, apunta el científico leonés, “pues la fauna y la flora de cada período geológico son diferentes, pero están relacionadas con las de períodos anteriores”.

La publicación más importante de Darwin, El Origen de las Especies, incluye muchos datos de la existencia de la evolución, entre los que se encuentran descripciones de los pinzones y las tortugas de las Galápagos. “Darwin propone un ancestro común, pero esta idea inicial podría explicarse con la existencia de 'un ser' que dirige la evolución o por catástrofes naturales, como explicaba Cuvier”, señala Sáenz de Miera.

Charles Darwin tardó sólo siete años en formular sus teorías a través de los detalles observados durante el viaje. Sin embargo, tendríamos que esperar hasta 1859 para ver publicado su libro más célebre. “Darwin introduce algo nuevo: un mecanismo que logra explicar cómo se produce la evolución”, comenta el investigador.

Ese mecanismo no es otro que la selección natural, “un concepto que mucha gente no comprende del todo”, lamenta el profesor de la ULE. “La selección natural únicamente dice que los individuos que tienen ciertas características pueden dejar más descendientes que el resto (reproducción diferencial), pero esas características deben ser heredables”.

En 1883, August Weismann inicia un polémico experimento. El investigador alemán corta la cola a 22 generaciones de ratones. Ninguno de sus descendientes, sin embargo, nació con la cola cortada. “Esto nos sirve para explicar que las características adquiridas no se transmiten a la descendencia”, dice Sáenz de Miera.

“Las variaciones en las características se producen por azar”, prosigue. He aquí donde se genera la mayor confusión: la selección natural no actúa de manera azarosa. “Darwin no propone que la evolución natural se produzca al azar, sino que es el azar el que produce variación, la materia prima sobre la que actúa la selección natural”, explica el investigador a ileon.com. La selección natural, por tanto, dependerá del ambiente. “Los considerados como 'mejores' son aquellos que dejan más descendientes en un ambiente determinado, aunque no sea el ambiente el que produce la variación”, continúa Sáenz de Miera.

En resumen, el mecanismo de selección natural propuesto por Darwin escoge a los mejores individuos atendiendo a las diferencias que se han producido por azar. Es decir, la selección natural no actúa al azar. “Preferentemente los genes de los mejores individuos pasarán a la descendencia y habrán cambiado a la especie. Con el tiempo, estos cambios serán sustanciales y tendremos especies totalmente diferentes”, concluye el científico de la Universidad de León.

¿Ha evolucionado la teoría de la evolución?

“No hay una teoría en la actualidad que sustituya al Darwinismo”, señala de manera tajante Sáenz de Miera. “A día de hoy contamos con multitud de conocimientos que enriquecen la teoría, que puede ser considerada mucho más compleja a día de hoy que en su versión original”, comenta.

El Darwinismo ha seguido enriqueciéndose con nuevos avances científicos

La investigación en biología ha permitido no sólo conocer el material hereditario, sino también ser capaces de secuenciar el ADN y estudiar la evolución a nivel molecular, como hace el científico leonés con las vincilinas. Los enormes avances científicos acaecidos durante los últimos dos siglos son realmente espectaculares. Sin embargo, a nivel social parece que estamos viviendo una auténtica involución.

No podríamos explicar de otra manera la aparición de movimientos creacionistas, que rechazan las ideas de Darwin. “En la evolución no se debe creer”, afirma de forma rotunda Sáenz de Miera. Uno puede creer -o no- en la religión, “pero la evolución es ciencia”. “Conocemos la evolución a través del método científico y de los datos observados en la naturaleza”.

Un estudio publicado en Science en 2006 afirmaba que el 70% de los españoles respaldaba las teorías evolucionistas. En Estados Unidos, este porcentaje se reducía al 40%. Sáenz de Miera achaca estas diferencias a una cuestión de fundamentalismo religioso. “En España nuestra vida no se rige tanto por la religión, a diferencia de Estados Unidos”, comenta. Éste puede ser uno de los motivos que explican las diferencias entre evolucionistas y creacionistas a ambos lados del charco.

Para la religión, el ser humano sigue siendo el centro del universo. “La evolución indica que la selección natural es la responsable de la aparición de todas las especies, incluida la nuestra”, dice el profesor de la ULE. En ese sentido, la religión tiene un problema con la ciencia, pues Darwin afirma que la especie humana no es el fin último de 'la creación'.

Escasa cultura científica

“En España los movimientos creacionistas apenas tienen importancia, ya que somos poco religiosos y además, tenemos una baja cultura científica”. Sus palabras se reafirman con los resultados de un estudio de la Fundación BBVA, que señalaban que sólo el 3,9% de los españoles podía citar a Charles Darwin como uno de los investigadores más importantes que le resultaban familiares.

“La formación científica en España es penosa”, lamenta el investigador. Según Sáenz de Miera, faltan muchos contenidos de Biología en Secundaria y Bachiller. En la propia PAU -antigua Selectividad-, que el examen en Biología sea opcional es un reflejo de la nula apuesta por la cultura científica de nuestro país. “A pesar de que seamos biología y nuestro origen esté en la evolución”, concluye el profesor de la ULE.

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