Asaja acusa a la Junta de no preocuparse por la plaga de gusano gris que “devora” el maíz recién nacido

Carlos S. Campillo/Ical. Cosecha de maíz en Villamañán.

Ical

La organización agraria Asaja criticó hoy en un comunicado que una vez más, ante un problema que afecta de forma especial a la agricultura de la provincia de León, la Junta se muestre “absolutamente impasible”. Así ocurre, aseguran, con la plaga de gusanos que está, literalmente, “devorando hectáreas de maíz recién nacido”, sin que los servicios de alerta del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, Itacyl, y del Servicio de Sanidad Vegetal, dependientes de la consejería de Agricultura, hayan dicho nada al respecto.

No se ha producido una alerta temprana, ni se ha informado a los productores de los productos y técnicas más eficaces para combatir la plaga, ni se ha puesto a disposición del sector ningún medio para combatirla, lamentan. La virulencia de este insecto está causando más estragos que nunca, en parte por la ineficacia de los tratamientos plaguicidas autorizados para combatirlo y en parte por los retrasos y las complicadas condiciones agronómicas con las que se están haciendo las siembras.

Asaja considera que las plagas y enfermedades de los cultivos, en este caso del maíz, se están expandiendo y son de más difícil manejo por la prohibición de quemar rastrojos, una práctica que jugaba un indudable papel en la sanidad vegetal. Esta plaga de gusano gris que ataca al maíz recién nacido carga de nuevo contra la rentabilidad de un cultivo que ya la tenía comprometida por los retrasos de más de mes y medio en las siembras. Muchas fincas se han tenido que sembrar dos veces, la mayoría están requiriendo de dos o tres tratamientos insecticidas, hay pérdidas importantes de planta en todos los casos, y todo junto supondrá merma en la cosecha y mayores costes de producción.

La provincia de León cultivó el pasado año 64.600 hectáreas de maíz para grano y 3.800 de maíz para ensilado para el ganado, siendo la principal productora de España. A falta de datos oficiales que se darán a conocer a mediados de este mes, es previsible una ligera caída de la superficie por los retrasos en las siembras debido a la climatología de abril y mayo. Los rendimientos son una incógnita, pero en el mejor de los escenarios posibles, con una buena climatología los meses de septiembre y octubre, difícilmente podrán alcanzar el 70 por ciento de los 12.000 kilos por hectárea del año anterior.

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