Tiempo de acopio ante la llegada del invierno
Vivieron una de las peores nevadas que se recuerdan en la provincia de León, donde los más veteranos no habían visto unos espesores así desde hacía más de 30 o 40 años. Las consecuencias se vivieron en todo el norte de la Comunidad, aunque fueron dos los pueblos que durante más tiempo estuvieron aislados como consecuencia de la acumulación de nieve: Valdorria y Llánaves de la Reina, en León, permanecieron casi dos semanas incomunicadas, aunque las provisiones no faltaron, a excepción del pan. Ahora, aunque parece difícil que pueda repetirse una situación como esa, los pocos vecinos que cada año pasan el invierno en estos pueblos, ya se preparan para la llegada del duro invierno.
Todos coinciden en que fue una nevada “extraordinaria” en las últimas décadas, aunque algunas consecuencias todavía son visibles, como los daños en los tejados de algunas casas y en la carretera N-621 que comunica León con Cantabria, donde se aprecia una enorme piedra que recorta el paso de los vehículos por esta vía. Y en pleno otoño, los vecinos de estos pueblos ya piensan en hacer acopio de alimentos para pasar el invierno y hacer frente, si fuera posible, a otro temporal. De cualquier forma, recuerdan que antes las nevadas “caían con más frecuencia” y en mayor cantidad.
“Estábamos ya preparados, porque nunca se sabe”, reconoce Onésimo Maestro, que vive durante todo el año en Llánaves de la Reina con su mujer. “No nos faltó alimento” insiste este vecino, que recuerda cómo hace años la carretera “se cerraba en octubre y no se abría hasta marzo” y en abril era obligatorio que los vecinos de los pueblos trabajaran para abrirla nuevamente. “Hasta ese momento había que circular por encima de la nieve con esquís, raquetas o, si estaba dura, con botas” para abrir sendas peatonales, recuerda.
En cuanto a alimentación, no faltó prácticamente nada durante esos días, salvo el pan, un alimento que antes se fabricaba en cada casa, donde había grandes sacos de harina y horno propio que era “imprescindible”. Ahora hay que adaptarse a los tiempos y “el pan se congela” si es necesario, además de que también hay pan tostado y disecado que permite no tener que carecer de este alimento.
En la parte baja de la vivienda de Onésimo y su mujer ya se encuentra perfectamente almacenada desde hace un tiempo una gran cantidad de madera y calculan que tendrán unas 200 cebollas guardadas, además de otras verduras que cultivan en su propio huerto, muy próximo a su vivienda, donde tienen también repollos, tomates, patatas, brócolis y lombardas. El resto de alimentos están empezando a acumularlos, aunque no tanto como se hacía antes, porque reconocen que viajan habitualmente a León. “Se sale y se compra abundante, a veces traemos el coche lleno de cosas” porque en una pequeña localidad como Llánaves de la Reina “no se puede depender del día a día, porque no tienes la tienda al lado de casa” así que “siempre hay que tener cosas a mano”.
Además, reconocen que son prácticamente vegetarianos así que “los jamones y los chorizos colgando no podemos presentarlos”, bromea. Aunque la nieve ya se ha dejado ver hace unos días, por el momento no temen que pueda repetirse la nevada de principios de este año, al menos ahora, porque “las grandes nevadas suelen caer en febrero, aunque también pueden caer en enero o diciembre”. En el caso de ser así, no se prevé que dure mucho tiempo ni que ocasione grandes problemas, como así ha sido hasta ahora.
Los mayores trastornos que ocasionó la nieve no tuvieron tanto que ver con la falta de comida, como con los daños generados en las viviendas. Así le ocurrió a Teresa, una vecina que habitualmente reside en Santander pero que pasa largas temporadas en el pueblo. Sufrió muchos daños en el tejado de una casa, algo que se ve agravado por el hecho de que antes el pueblo estaba habitado con familias numerosas y con las grandes nevadas todos salían a la calle para echar la nieve abajo. “Cuando caen encima dos metros de nieve, además muy compacta, pesa muchas toneladas y, aunque se tiene la precaución de hacer los edificios fuertes, las casas tienen un límite”, insiste Onésimo.
Mal estado de la carretera
En el hotel 'San Glorio', un establecimiento que también suele estar abierto en invierno, Laura lamenta sobre todo el estado en el que se encuentra la carretera que no ha sido arreglada desde el temporal de febrero. “Lo tenían que haber arreglado, y hasta que no haya un accidente...”, augura. “Si llegas al alto de San Glorio y bajas hacia Cantabria, tienes su carretera arreglada, llevan ahí todo el verano trabajando”, critica.
Y es que el mal estado de la carretera puede ser un acicate que dificulte la llegada de viajeros, con lo que eso supone también para un establecimiento de este tipo. “Si la carretera nacional está cortada, la gente no puede venir”, lamenta Laura que en relación a la comida reconoce que sí tienen cosas congeladas. “N no puedes estar sin algo por si surge un imprevisto”, sobre todo para aquellos casos en los que la carretera no está limpia. De lo contrario, la compra se hace en Potes, Riaño o Guardo, aproximadamente a 45 minutos de esta localidad.
Valdorria
La situación es muy parecida en Valdorria, donde a pesar de su altura, a 1.400 metros, y donde se accede por una carretera con desniveles de hasta un 17 por ciento, la nevada no provocó grandes problemas en lo que a desabastecimiento se refiere. El pan también faltó esos días, lamenta Victorino, el que dicen que es el único vecino que vive en el pueblo durante todo el invierno, pero que reconoce cómo una señora de la zona “movió para que viniera la pala” y a través de ella recibieron una barra de pan, que era lo que faltaba.
La Guardia Civil llamaba para conocer el estado de la población “pero no teníamos pan”, insiste. La comida sí la tienen almacenada, aunque Victorino se muestra algo reticente a confesarlo y a mostrarla. Es en casos como el de la nevada de este año cuando surgen más dificultades, porque de lo contrario la carretera suele estar limpia, aunque solo sea para facilitar el acceso de los turistas a las casas rurales.
Tines y su familia también recuerdan esa nevada. Ellos viajan al pueblo siempre que pueden los fines de semana. “Para entrar en la casa tuve que pasar por encima de la verja, andando”, reconoce. Mientras tanto, su mujer recibe una cesta de setas recién cogidas del campo, todo muy natural como lo que comen en esta casa, donde durante todo el año no faltan los pollos, los conejos, las morcillas, el chorizo, la cecina, las cebollas y el membrillo. “Hambre no pasamos y es todo de casa”, insiste. El invierno es muy duro en estos pueblos y nunca se sabe cuándo será necesario tirar de provisiones almacenadas.