Papalaguinda: el paseo de León de ocio, disfrute y polémicas
La ciudad de León fue fundada entre dos ríos, pero uno de ellos tiene la culpa de que sea considerada como una de las que mejores paseos tiene en toda España. El ensanche de 1925 creó el Paseo de la Condesa y la expansión de los años cuarenta y cincuenta del barrio de San Claudio el actual Paseo de Papalaguinda.
Este segundo, donde se ha venido celebrando tradicionalmente la reunión deportiva de los alumnos de colegios Municipalia que esta semana se ha envuelto en la polémica por su cambio parcial de ubicación, tiene una historia desconocida que muestra las dos caras de un lugar que de día era lugar de esparcimiento para familias... y de perversión de noche. Desde el siglo XVIII se llamaba Paseo del Calvario –puesto que era un camino de aspecto algo lúgubre al tener varias cruces a lo largo de él– que bordeaba el río Bernesga y el desaparecido convento amurallado de San Claudio.
Conocido por todos en la ciudad, se extiende desde la plaza de Toros, terminada en 1949, hasta la plaza de Guzmán el Bueno – estatua que pudo tener otro aspecto distinto del actual como contamos en este reportaje–, se comenzó a planificar tal y como es hoy a principios del siglo XX, pero su desarrollo real se produjo tras la Guerra Civil.
En 1944 se dividió en dos calles con una mediana, la de la Lealtad por arriba (la que hoy es la Avenida de la Facultad) y el paseo a la ribera del Bernesga. En 1951 se instaló la sociedad deportiva del Casino en el soto (hoy Club Peñalba), que lo hace en terrenos públicos cedidos por la ciudad y renovada hace unos pocos años. En el blog El León Curioso se pueden ver unas fotos de cómo era antaño.
Y en 1956 se adjudicó por 5,7 millones de pesetas la obra que ha dejado los dos niveles que hoy se conocen... que terminó entre retrasos y sobrecostes de más de un 30% en 1959 (hasta superar los siete, que era una cantidad muy considerable de dinero en la época). En este programa de Hoy por Hoy de Radio León el arquitecto Eloy Algorri comenta cómo fueron los trabajos y las dificultades que surgieron.
En 1969 se ordenó construir el Parque Infantil de Tráfico y en 1972 se instalaron columpios con zonas diferenciadas “de niños y de niñas”, cosa que tras la muerte del dictador quedó obsoleta.
En 1997 hubo una remodelación seria y a primeros del siglo XX hasta un parque de Pocoyó que creó gran polémica por estar en el asfalto donde aparcan los coches y tuvo que ser trasladado de sitio, aprovechando que el Rastro se trasladó allí en julio de 2011. La zona asfaltada acoge ahora también el mercado de Colón desde que terminó la primera ola de la pandemia del coronavirus. En el blog Cosinas de León se explican mucho más a fondo los cambios que tuvo el paseo.
¿De dónde viene el nombre de Papalaguinda?
Existen varias hipótesis de cuál es el origen del nombre tan curioso de Papalaguinda. La primera, la más legendaria de todas, era que el hijo del Rey de León tenía antojo de guindas, pero éste no quería que se las comiera todas de un tirón y se las daba poco a poco. Así que cuando el príncipe pretendía comer otra decía “Papá, la guinda” y este se la daba. Una historia muy literaria que tiene visos de ser mas un cuento que otra cosa, pero que defienden en el blog Viaje al Centro de León.
Otros supuestos orígenes tiene que ver con la disputa de dos periodistas de primeros del siglo XX, como contó Javier Tomé. “El término de Papalaguinda hace alusión a las ilusiones de caramelo que encandilaban a los jóvenes y no tan jóvenes de uno y otro sexo”, que buscaban la zona para sus amoríos. “Allá a comienzos del siglo XX, dos poetas con la categoría del republicano José Estrañí y Augusto López Villabrille, el célebre Clotaldo, se enzarzaron en una disputa rimada a propósito del nombre que debería llevar semejante feria de las vanidades”, explica el desaparecido divulgador de la historia de la ciudad leonesa. “Mientras que el primero opinaba que un título apropiado sería el de Paseo de Papalapera, debido a las cursilerías que se oían en el lugar, Clotaldo sentenció que el nombre ideal era Paseo de Papalaguinda, inspirado en una cancioncilla infantil que entonaban las niñas al saltar a la comba:
Mi mamá me dio una guinda,mi papá me la quitó,y me puse más coloradaque la guinda que me dio.
Cuenta Cosinas de León que el pueblo prefirió a Clotaldo que publicó en El Porvenir de León que “el pisaverde (como se llamaba a los jóvenes gallitos en aquella época) y la linda, el bisoño y la niñera, van a no paparse la pera y sí a paparse la guinda”, Algún seguidor de su contrincante le contestó en verso desde El Mensajero Leonés en 1903: “Cuenta esto a Pepe Estrañí, en esta forma sincera, y verás Papalaguidna, como te papas-la-pera”.
Un lugar de esparcimiento diurno familiar
Las fotos de entonces dejaban un gran espacio abierto, con árboles recién plantados. Hoy en día, como se puede comprobar en la web del Ayuntamiento de León es otro más de esos parques botánicos que disfrutamos los leoneses casi sin saberlo –con diferentes especies de árboles y arbustos, destacando los ciruelos, cipreses, enebros, arces blancos castaños de indias, olmos, encinas, hayas y glicinia– y también un lugar de observación de aves como currucas capirotadas, de golondrinas zapadoras, verderones comunes y aguzanieves.
Allí las familias siempre llevaron a los críos a jugar a los columpios, que los cincuentones recordarán, con aquellos elefantes de alambre en los que se metían por dentro. Con los colegios iban al parque infantil de Tráfico y durante muchos años estuvieron allí los coches de choque, que tuvieron que cerrar en 2021.
Y por supuesto, ir a la cafetería del Oasis (que luego fue sustituida en 1999 por el McDonalds) a tomar por la tarde tortitas y helado o a celebrar los cumpleaños con los amigos; o los días deportivos de Municipalia. Más tarde, a primeros de este siglo se instaló el Skate Park y hace no mucho una pista asfaltada para BMX. También tiene un circuito de gimnasia de mantenimiento y canchas polideportivas de baloncesto. Papalaguinda siempre fue un lugar para hacer deporte, llevar a los niños a divertirse en familia y conserva todavía esa pátina de lugar de esparcimiento diurno, festivo y de fin de semana.
...y zona de perversión nocturna
Pero cuando caía la noche la cosa cambió. También con el sino de los tiempos. A mediados de los ochenta aquellos niños que celebraban sus cumpleaños con tortitas y helado en el Oasis terminaron convirtiéndolo en uno los After Hours más importantes de la gran juerga nocturna que en aquella época hubo desatada en León. De cinco a siete años una cosa y de diecisiete en adelante... otra muy distinta.
Lo recuerda Carlos del Riego, “el Oasis existía desde antaño y era una vieja concesión del ayuntamiento que exigía que los paseantes pudieran entrar a hacer sus necesidades o beber un vaso de agua; pues tal exigencia se mantuvo se mantuvo cuando abrió el Oasis. Era muy grande tanto su terraza como su parte interior, con varias salas, una larguísima barra, la espaciosa pista de baile... había metros de sobra para todo”. “Estuvo entre los preferidos de los leoneses durante unos años, sobre todo los veranos, cuando la terraza funcionaba día y noche” y comenta en este reportaje los conciertazos que se hicieron allí. Y muchos recuerdan el desfase que también había a partir de las tres de la mañana.
El Oasis cerró en 1998 y fue sustituido, como dijimos antes, por el McDonalds un año más tarde; pero la otra circuntancia turbia nocturna del paseo tardó mucho más tiempo en desaparecer: la prostitución. Durante muchos años el paseo de Papalaguinda nocturno fue el lugar donde se mostraban quienes ejercían la prostitución al aire libre en la ciudad. En la década de los 90 fueron expulsadas hasta el otro lado del río, donde todavía hoy permanecen aunque con menor afluencia que hace dos décadas. La noche de ese paseo también ha sido lugar de cruising para encuentros sexuales y uno de los espacios favoritos de la juventud leonesa para hacer botellón, fundamentalmente en los 90 y principios de los 2000.
En los últimos años las polémicas principales en torno a Papalanguinda han sido por la ubicación del Rastro y los mercados. Los domingos es el día por antonomasia del Rastro, que sufrió un intento de reubicación al otro lado del río pero que sigue finalmente en su histórica calle en el paseo. Y allí se ha asentado actualmente el mercado de Colón, que antiguamente se ubicaba en las inmediaciones de este centro hoy desaparecido. Los martes y viernes en el centro de la calle, aunque los comerciantes piden que suba más hacia la plaza de Guzmán, la compra de frutas y verduras, ropa y otros enseres, dan vida comercial al paseo.
En el siglo XXI el paseo de Papalaguinda sobrevive como símbolo de la ciudad, lugar de descanso, de diversión, de compras y de todos los usos que los ciudadanos quieran hacer de él.