¡Y se hizo la luz! La 'liberación' de León... y los dependientes en los comercios

Foto de la Catedral de León el día del Gran Apagón.

Dependientes 'atrapados' en las puertas de los comercios de Ordoño II, la calle central de León, al tener que hacer guardia porque no pueden bajar la trapa ni cerrar las puertas de los mismos. Y sin comer porque los supermercados están cerrados al no poder cobrar porque los ordenadores de las cajas no funcionan al no tener internet. Gente preguntando dónde están las calles a las que tienen que llegar porque “claro, no funciona Google Maps”. Turistas extranjeros, que no se enteran mucho de lo que pasa haciendo cola para entrar en un súper de la calle Ancha... que está cerrado porque no puede cobrar. Gente comentando en la calle todo tipo de noticias de si “es sólo en España y Portugal”, “pero no, también es en Holanda, Francia e Italia” (spoiler: no lo fue) y, por supuesto, todo tipo de posibles causas y alguna que otra conspiración de los rusos.

Si alguien iba a decir que, más o menos cinco años después de la pandemia, León iba a vivir otro momento distópico, no lo habría asegurado a las doce, a la hora del café. De hecho, en esta Redacción se vivió el momento del apagón, pasadas las 12.32 horas, tras volver del mismo... y con la confusión de los primeros minutos de si el cableado del edificio había fallado, de si era de la calle, de si era de la ciudad... hasta que la imposibilidad de hacer llamadas y que algunos de los móviles dejaban de tener internet ya hizo ver que algo más grande estaba pasando.

Fue en el contacto con la Redacción central de elDiario.es con el que ILEÓN mantiene una alianza informativa, cuando llegó la noticia de que el problema se estaba dando en España y Portugal, en toda la isla energética de la península ibérica. “Pues si es así, va para muchas horas, porque esto no es darle al limitador de casa y que vuelva la electricidad”, indicó uno de los editores de este digital.

Colas de turistas a la entrada de un supermercado en la calle ancha durante el apagón.

Y así fue. Horas hasta que en León capital volvió la electricidad en la que en un pequeño paseo por la ciudad se veía a la gente deambular un poco perdida y a los comerciantes a la puerta de sus comercios sin poder hacer prácticamente nada más que esperar y decirle a sus clientes que no les podían antender. Dos ejemplos muy curiosos: la Administración de Loterías número 2 de León en Ordoño II, justo en el lado de Santo Domingo, en el que el lotero, Rubén Ortega, estaba sentado a la puerta tomando el sol “porque poco más puedo hacer ya que el sistema de venta, obviamente, está caído sin poder vender nada”. “Bueno, nada no, que sí puedo vender los décimos de lotería que están impresos”, se corrige. Hablando con él, la duda surge sobre qué ocurre con los tres sorteos de hoy de la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado, entre ellos los conocidísimos de la Primitiva y la Bonoloto.

Otro servicio crucial que estaba completamente fuera de combate eran las Farmacias, en la de Mata Espeso no se podía dispensar medicamentos ya no sólo porque no funcionaran las cajas para cobrar “sino porque el sistema estaba caído y como ahora la receta es digital, no se puede saber qué medicamentos les han prescrito y por tanto no se los podemos dispensar”, aparte de que “las cajas ahora ya no llevan precio y éste sale de leer los códigos de barras y sin electricidad”. A lo que se añade otra cuestión, que el robot dispensador de última generación que busca los medicamentos de forma automática en el almacén no funciona sin electricidad.

“Así que no podemos vender la mayoría de medicamentos, salvo que venga una verdadera urgencia: si alguien llega con un infarto por supuesto que lo haríamos”, indica Ana Fernández de la Mata, la farmacéutica titular.

Los pocos establecimientos que más o menos sí que estaban abiertos y sirviendo eran algunos hosteleros y comercios de alimentación gourmet o más tradicionales. Dos horas más tarde del corte de luz en el Tribeca los camareros seguían sirviendo, preocupados “porque sí, el cañero tira, pero se está calentando la cerveza. No funciona nada”. A las tres y media de la tarde en la calle Ancha la terraza del Victoria estaba a rebosar, pero el Ezequiel estaba cerrado. Las otras terrazas que funcionaban, pero sirviendo comida fría, estaban en la plaza de la Catedral. Los turistas degustaban sandwiches vegetales, tostas de jamón serrano, empanadas... y pastelería. Unas horas antes, en la pastelería de al lado de la Farmacia Mata Espeso, los clientes entraban, pagando en metálico, y se llevaban todos los pasteles... la única preocupación, los helados. “No sabemos si los tendremos que tirar, porque las cámaras obviamente aguantan el frío pocas horas sin electricidad”, comentaban.

Efectivamente a las cinco y media de la tarde, algunas heladerías clásicas como Albany ya daban por perdido todo el género de heladería. Y otras, como el Valenciano, empezó a regalar el helado.

Dependientes intentando bajar la trapa para cerrar el negocio.

Por su parte, en la Artesa, su dueño, Luis Miguel Díez Llamas, sí que seguía sirviendo productos “porque tengo una balanza a pilas, aunque lo que más estamos vendiendo hoy son los cortes ensobrados al vacío”. Mientras los supermercados estaban cerrados, este tipo de tiendas de productos de más calidad se convertían en una de las soluciones para aquellas personas que tienen cocinas eléctricas o vitrocerámica (que posiblemente se hayan acordado hoy mucho de las del gas), ya que la latería y el embutido cortado es un apaño de lo más adecuado para momentos así.

Sin embargo Díez Llamas reflexionaba sobre la extraña circunstancia que se vivió ayer: “Estamos recibiendo una buena lección de humildad, quizá un aviso, de que no hay que olvidar lo tradicional; hoy las balanzas romanas y las de pesos están en los museos, y también las máquinas registradoras mecánicas”. Hace treinta años el apagón no habría afectado a los supermercados como hoy.

¿Recuperamos la tecnología antigua?

¿Esto quiere decir que habría que recuperar lo antiguo y mantener un sistema de cobro con máquinas mecánicas? La farmacéutica lo tiene claro: “Va a ser imposible volver atrás, la nueva tecnología está aquí para quedarse”. Con lo que cuestan los robots dispensadores de los almacenes de medicamentos, no extraña que diga esto.

Mientras las empleadas de la Librería Pastor intentaban a las tres y media de la tarde bajar la trapa y cerrar la puerta, después de quedarse dentro a la hora de la comida, la gente aprovechaba el soleado y cálido día y abarrotaba los parques. Algunos habían conseguido los últimos helados que no se habían derretido y los estaban disfrutando comentando que “en Ponferrada ya hay luz”, esperando que llegara pronto la electricidad a la capital de la provincia.

Sobre las 18 horas volvieron a recuperar algunos móviles internet. Como siempre el cachondeo en las redes sociales, tan español, que no falte: “Hoy a las ocho de la tarde, salida al balcón a aplaudir a los electricistas”.

Y a las 19.07 volvió la electricidad. Y probablemente, en un hábito también tan español, empezarán a buscar culpables. Pero las casi siete horas sin luz se saldaron al principio con gritos de júbilo en las ventanas de la gente por una cosa tan sencilla como que 'se hizo la luz'.

La que iluminó la cara de las dependientas de los establecimientos que ya podían cerrar la trapa... e irse al fin a casa a comer.

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