El caos de la bandera de León: una enseña sin normativa institucional de colores y diseño de tradición castellana

Diversas banderas de León a lo largo de la Historia y de varias instituciones: ninguna es igual.

Jesús María López de Uribe

Si un leonés se hace la sencilla pregunta de cuál es el color correcto de la bandera de León, no podrá responderlo. Sencillamente no lo hay. No se sabe. Nadie lo ha determinado. Ninguna institución de esta tierra lo ha hecho de forma normativa. Y esta simple cuestión, que se hizo ILEÓN hace unas semanas, ha destapado un enorme caos al respecto. Con sorprendentes revelaciones. Que, sin duda, van a crear amplia polémica.

En primer lugar, la bandera de León actual no es única. Son varias. Preferentemente las de la Diputación de León –aunque la actual no era la que usaba en los años sesenta– y la del Ayuntamiento de León –que tampoco es hoy la que se propuso en un informe oficial histórico que se escondió en un cajón al proponer la basada en el escudo de los reyes leoneses–, y las dos son distintas: la de la Diputación de León tiene un escudo sobre el paño con un león coronado y la del municipio capitalino va envuelto en una cartela sin el animal con coronar; aunque las dos tengan coronas sobre el emblema.

¿Y de la Región Leonesa? No hay. No existe. Al menos de forma oficial, aunque sí se propuso una al principio de la democracia actual por parte del Grupo Autonomista Leonés (con escaso éxito y peor factura). Todas estas son las llamadas purpuradas (aunque ninguna tiene fondo púrpura como tal), con un escudo en el medio; este sí 'de plata, un león púrpura' como el de Alfonso IX (que se cree que también usaba su abuelo Alfonso VII); es decir, blanco y con el león en el color adecuado para representar al Imperium Legionensis.

¿El problema? Es que no es una enseña al modo leonés, sino de tipo castellano. La bandera de León, la que tanto adoramos los leoneses hoy moridos de amor por ella, está diseñada en el modo vexilológico español: con un fondo color borgoña –una mezcla de púrpura tirando a gules (rojo) que es, casualmente este último, el verdadero color heráldico de Castilla– y un escudo centrado que no llena el paño. “Para mí el mayor inri es que estamos usando usando un modelo castellano. Un modelo que se expandió por toda la Corona de Castilla y que al final todo hemos copiado alegremente, sin pensar en la tradición leonesa”, se queja el historiador y experto en heráldica y vexilología leonesas Ricardo Chao.

“Además el color que tenemos de la bandera es entre medias, ni púrpura ni gules. En el mapa de banderas provinciales. Y ves que todas, siguen todas las de la corona de Castilla prácticamente, quitando dos o tres excepciones. Zamora, por ejemplo. Y en ese modelo de, eso es, el de Zamora y el de Cáceres y algún otro por ahí, son todos de color cárdeno morado de fondo y luego el escudo ahí en el medio, que es lo que llaman el uso heráldico español, que a mí me repatea. Porque sí, es único en Europa, pero es que a mí me parece antiestético. Es en los demás países de Europa, la norma es es expandir el escudo por todo el campo de la bandera. Y aquí no. Aquí es meter un escudo pequeño en el medio de un campo más o menos carmesí, porque como era el estilo que se empezaba a poner en la corona de Castilla... hala, a ponerlo todos igual”, apunta.

¿Pero cuál es el exactamente el color de la bandera de León?

Fue la primera pregunta que se hizo para este reportaje, tras conocer anécdotas como las de la vez que la UPL encargó miles de banderas de plástico para vender baratas a la gente o tener para manifestaciones y cuando llegaron les habían colocado el color exacto de la bandera de Valladolid; por lo cual nadie quería comprarlas ni llevarlas a ningún sitio. Cada vez que se busca en Internet la enseña leonesa se encuentra un color distinto, que va de rosas pálidos a morados republicanos. Y es que no hay forma de saberlo, porque según el abogado Nicolás Bartolomé “ninguna institución lo ha regulado”.

“No sabemos aspectos como la corona, la disposición exacta del león, el cromatismo concreto que tiene que utilizarse, en fin, eso es lo que no está regulado. Ahora mismo ante la posibilidad de que existan varios modelos, cualquiera es válido en función de criterios que tendrán que establecerse en una norma o podrían establecerse que tenga más peso la tradición histórica o que tenga más peso el uso popular consolidado. Ahí, quien tenga que decidir, que decida, si es que quiere decidir. Pero tal y como estamos ahora cada vez que alguien saca una bandera de León tiene un color distinto”, reconoce.

La bandera de León es, digamos, oficial pero porque está basada en una bandera supuestamente tradicional, o lo que consideramos ahora así; porque en realidad la que vemos de paño borgoña –o carmesí como dicen algunos, aunque ese sea el color de Castilla– “no está regulada legalmente o normativamente ni la bandera de la Diputación ni la bandera del Ayuntamiento de León”, apunta el abogado leonés. La cuestión es que otras provincias sí lo hacen y sólo parece que León y Badajoz no lo hayan hecho todavía. “El color de la bandera asturiana está perfectamente definido en la ley que regula la bandera –que tiene nombre y apellidos que es Gaspar Melchor de Jovellanos usando la cruz de la Victoria– y el escudo regional de Asturias con referencia al cromatismo que establece una conocida empresa de pinturas, que es la que se usa normalmente para entendernos todo, porque los colores también tienen un elemento de subjetividad. ¿Pero cuál es exactamente el cromatismo de la bandera leonesa, especificado con el color en cuestión? No está en ningún sitio. Entonces, se dice púrpura, pero realmente no es púrpura el color de la enseña leonesa”, critica.

Para él “es llamativo el poco cuidado que hay sobre este símbolo, porque no deja de ser un símbolo político que tiene cierta importancia, ya que representa a un pueblo y a una tradición histórica, a una identidad también, podríamos decir. Es de las pocas situaciones que se dan en España de una entidad regional tan importante como la leonesa que no tenga ningún tipo de regulación”.

“Me parece sintomático de la decadencia leonesa, pero la decadencia es una cuestión en la que estamos instalados desde hace muchos siglos, no es nada nuevo tampoco. Es un tema interesante, porque tiene cierta relevancia a nivel simbólico y mucha importancia a nivel histórico. Y al menos que cuidemos nuestros símbolos, el patrimonio histórico de León tiene que lo cuidemos además con normas, quiero decir que nos tomemos en serio nuestra propia historia, porque eso es lo que me apena de León, que es que no nos lo tomamos en serio. Es una situación lamentable para un territorio que tiene una historia tan importante como la de la capital, y sin embargo hay un desprecio o un desconocimiento enorme sobre esa historia y sobre el valor que tiene que la perpetuemos”, apunta el experto en Derecho.

“El problema de la Región Leonesa es que ni tiene personalidad jurídica ni la va a tener ni hay ninguna institución que lógicamente la represente”, quiere dejar claro Nicolás Bartolomé. “Por eso no va a existir ni una bandera purpurada ni una blanca de ella, por lo menos en el corto o en el medio plazo. El único depositario del símbolo ahora mismo, del símbolo completo, no del símbolo incorporado a la bandera de Castilla y León o al escudo nacional –porque ahí son otras entidades, otras instituciones las que se ocupan de incorporarlo a la simbología política nacional o a la simbología política nueva de la comunidad autónoma–, digamos tiene una institución de referencia que es la Diputación Provincial de León”, continúa.

“Y lo peor es que no la va a tener en un futuro cercano, porque la Diputación de León, que es la institución más alta heredera de lo leonés no se va a meter en ese fregado, ni Zamora ni Salamanca... y mucho menos lo podemos esperar de la Junta de Castilla y León”, remacha.

¿Pero cuál sería la bandera correcta históricamente?

El problema con la bandera de León actual fue su diseño. Que se adjudica durante la Transición del Franquismo a la Democracia a Miguel Cordero del Campillo, un erudito al que todo el mundo siguió... pero que también tuvo sus dudas. León posee, o al menos sus monarcas, el símbolo heráldico de realeza más antiguo de la Europa Occidental (que es casi como decir de la Historia). Es la enseña de Alfonso IX que en un primer momento era ese león púrpura sobre fondo blanco, pero pasante; es decir, a cuatro patas caminando. Al cuartelar Fernando III su pendón con las armas de Castilla y por ley heráldica al tener que ocupar el animal o el mueble todo el campo, el león pasa a rampante (sobre dos patas y atacando). Paradójicamente el uso histórico más correcto del símbolo del Reino Legionense se da en el Escudo de España y en la bandera de la actual comunidad autónoma.

La purpurada nace de la observación, al parecer, del antiguo pendón concejil que se conserva en el Ayuntamiento de León. “Pero es que la propia Diputación de León usaba en los años 50 una bandera blanca con un león de un color indeterminado porque las fotografías son en blanco y negro”, indica Ricardo Chao, “e incluso llegó a aprobar una bandera mezclando todas las de los partidos judiciales de León, que fue casi oficial: el escudo en el centro y luego los escudines de los partidos judiciales de aquella, porque ahora han desaparecido la mayoría”.

¿Entonces cómo no se quedó la bandera blanca y se optó por la acastellanada? Según Chao existió un informe en el último Ayuntamiento franquista de León que pidió a un experto que indicara cómo debía de ser la enseña: “Encargó un informe a ver de cómo tenía que ser la bandera de la bandera de la capital. Y entonces alguien, porque no pone nombres, hizo un informe diciendo que tenía que ser la blanca con el león púrpura en el centro. Pero se anotó a lápiz encima diciendo que no, que aquello ”estaba todo mal“, tampoco sin justificar de ninguna manera y ”que de ninguna manera podía ser así“ y ya está. Lo guardaron en un cajón y a correr”.

Incluso el propio Miguel Cordero del Campillo cuando el Grupo Autonomista Leonés le preguntó cómo debía de ser la bandera regional leonesa primero apostó por la blanca, pero luego cambió de opinión.

El desconocimiento sobre la bandera leonesa es tal que incluso hay otra anécdota de una conocida cargo política del PP a día de hoy que cuando era joven confundió la bandera purpurada con la de los leonesistas. “Mira, lo que me molesta es que la gente vaya a una manifestación con banderas de la UPL”, dijo a modo de crítica similar a la que se hace cuando se llevan banderas republicanas españolas; para que le contestaran de inmediato: “No son banderas de la UPL, son banderas de León”. La UPL tuvo una bandera de fondo blanco que tampoco es que tratara bien al León, puesto que era negro con una especie de tupé rojo y un diseño cuadriculado noventero poco o nada respetuoso con la figura heráldica. También hay otra bandera leonesa partidista, la de izquierdas, la Dixebriega, también conocida como la Vietnamita, puesto que pone el escudo leonés sobre una estrella amarilla en fondo carmesí recordando a la de ese país. Un símbolo, el de la estrella, utilizado también para la bandera de los partidos castellanistas y galleguistas, que niegan la propia existencia de León como región o pueblo.

“Entonces esto es un caos. El tema de las banderas de la vexilología provincial y capitalina leonesa es un caos porque no está regulada siquiera. Y es muy sintomático de lo que pasa en León. No conocemos ni nuestros símbolos, ya para empezar por ahí”, apunta el historiador.

Algo en lo que coincide Nicolás Bartolomé: “El símbolo, digamos, de todos los símbolos que conforman ahora el escudo de España, por ejemplo, el más antiguo es el leónés, que no tiene ese tratamiento normativo. Desde un punto de vista de la dejadez leonesa, vamos a llamarlo así, es decir, no vamos a echar la culpa a nadie, la culpa es nuestra. Es decir, el símbolo, que es lo que nos representa en ciertos usos, no tiene esa protección normativa para determinar aspectos esenciales. Lo primero es colores, tamaño, utilización oficial, pues todo eso no tiene ninguna regulación. Hay una regulación general sobre el uso de las banderas provinciales, sobre el uso de las banderas locales y el León pues no se ha tomado, tiene que tomar ese tipo de decisiones, no se ha tomado la molestia de regular esta cuestión”.

Cosa que contrasta, expone, con que cada municipio, cada pueblo, tenga su propia bandera. Que se hayan molestado en normativizarlo y en León capital ni en la Diputación no. “Hay comunidades con una larga tradición histórica como Navarra, que la tiene regulada de antaño. Pero hay otras comunidades autónomas que no tienen ni una identidad regional ni una identidad histórica importante, con con todos los respetos, como por ejemplo, la Rioja. Que no tiene, si lo comparamos con León, ninguna tradición comparable a la nuestra, ni en capital político ni en el capital histórico, el identitario. Sin embargo, llega un momento en que por necesidades operativas necesitan un símbolo que identifique a una nueva entidad política. Y tienen que inventarse un símbolo. Nosotros ya heredamos un símbolo de nuestra tradición histórica, como pasa muchas veces. Eso no es obligatorio regular. Lo curioso es que el símbolo nuevo y perfectamente respetable, que es el de la Rioja o el de Santander o el de Galicia, que es un símbolo de ayer, de hace cuatro días, es la antigua bandera naval de la Coruña, lo que acaba incorporándose como un símbolo de toda la comunidad gallega, tengan una regulación y tengan un respeto y tengan un tratamiento normativo y León no”, reflexiona Bartolomé.

Porque los símbolos son importantes. Sin ellos no hay conciencia verdadera de pertenencia a un grupo, pese a quien le pese. Mucha gente habla de que las banderas les parecen “un trapo”, hasta que te metes con la que le gusta a ellos.  Para Bartolomé Pérez “la Diputación de León tiene la obligación de regular la bandera, normativizarla, porque en última instancia es el depositorio institucional de la tradición histórica leonesa. No hay otra institución de mayor rango que represente la continuidad histórica de lo leonés y del pueblo leonés. La comunidad autónoma no la vemos como continuadora, el león no se ve por lo menos y no la sentimos así ni sus símbolos son nuestros símbolos. No es el símbolo de los leoneses, pues es el símbolo de una comunidad política nueva”. ¿Sólo la Administración Provincial? “Bueno, dos instituciones fundamentalmente, la Diputación de León y el Ayuntamiento de León que tendrá que buscar un símbolo también respetuoso con la tradición leonesa, también regulando aspectos como el cromatismo, el tamaño, el uso, etcétera, como hace con el himno. Porque el himno, curiosamente, si tiene una norma que lo regula pero no así la bandera y el escudo”, revela el abogado. 

Convertir al León en un perrito rojo, famélico y cojo

Otra de las cuestiones es cómo las instituciones, en manos de diseñadores gráficos que desconocen las mínimas reglas heráldicas, han ido convirtiendo al León en un perrito famélico, y en algunos casos hasta cojo. Comenzando por el Escudo de España de 1983, cuyo color es un rosa claro y con un dibujo lamentable que va en contra de lo que es un león heráldico, que debería mostrar fiereza y fortaleza pero parece un caniche. Y lo gracioso del asunto es que ese color rosado del campo que representa al reino de León mejora notablemente al de la Primera República, que directamente lo puso en gules, el color castellano, y así siguió con la Restauración, la Segunda República y continuó Franco... hasta que el primer escudo de la Transición, el del Águila de San Juan de Juan Carlos I, volvió al púrpura leonado.

Pero quizás los peores diseños se han ejecutado, y nunca mejor dicho, aquí en León. En tiempos de José María Rodríguez de Francisco, se encargó a un amigo suyo –que era el que tuvo durante años el control absoluto de todos los diseños y material de oficina de la UPL– un León delgadín y famélico para el Ayuntamiento de León. Aún se puede sufrir en algunos vehículos y material viejo municipal e incluso en imágenes de partes de su web.

Y lo último fue la disposición seminormativa, con un manual de uso corporativo, que impuso Isabel Carrasco en la Diputación Provincial y que hoy el PSOE mantiene sin cambio alguno: en fondo lila, un león blanco al que le cortan una pata. “Un horror”, según Nicolás Bartolomé Pérez, que lo considera casi un insulto a la simbología de León. “Isabel Carrasco decide incorporar un logotipo de la Diputación que acaba desplazando en muchos usos a la propia bandera. Desvirtúa completamente el símbolo porque lo mutila en primer lugar y porque el cromatismo es bastante discutible y además en el uso hay una utilización en donde se solapa hasta desplazar al símbolo tradicional que es la bandera y el escudo de León. Mientras que el logotipo está regulado, la bandera y el escudo de León no están regulados como tendría que hacer esa Diputación de León porque en última instancia es el depositorio institucional de la tradición histórica leonesa”, explica.

Aunque el intento de la bandera de la Región Leonesa tampoco fue demasiado considerado con el León. Posiblemente porque los que lo inventaron no sabían dibujar, y desconocedores por completo de las normas heráldicas, lo dejaron bien cojo también, poniendo la pata adelantada por debajo de la retrasada... dejando una especie de “león pisante” que nada tiene que ver con un rampante (aunque más con un saliente). Una mala solución que rompe toda regla estética como indica Ricardo Chao en su blog Corazón de León donde habla profusamente de la simbología heráldica y vexilológica leonesa.

Por no hablar de los leones uñados, linguados, coronados, sin coronar, sin uñar, sin liguar, con colores equivocados, con series como la del Cid de Amazon que promocionan el Reino de León con la bandera de la ciudad de Zaragoza (o la de la casa Griffindor de Harry Potter o los Lannister de Juego de Tronos, dependiendo de la edad del que lo vea), o retorcidos y mal dibujados, al gusto de cualquier diseñador o político.

Pero el León heráldico legionense, el de púrpura verdadera por protocolo histórico imperial, sigue siendo maltratado una y otra vez: el BOE lo consigna de color gules en los torrotitos a proa de los baupreses de los barcos oficiales, y en ciertos otros muchos usos del Estado está regulado en rojo también. Incluso las medallas del Ayuntamiento de León que se le ofrecen a los concejales tienen leones de gules; algo que ya se solicitó que se pusiera remedio en 2019 y que todavía no se sabe si se ha solventado.

Si no hay forma de clarificarse con un color como el púrpura para el animal, como para ponerse de acuerdo con el paño.

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