La serie del Cid confunde el pendón del Reino de León con la bandera de Zaragoza

El polémico tuit promocional; ni existió unión ni aún se había creado ningún pendón heráldico.

Jesús María López de Uribe

Históricamente no se puede hacer peor en un solo tuit. La promoción de la serie del Cid que produce Amazon confunde el Reino de León y lo representa con la bandera de Zaragoza, y habla de un indeterminado amor que provocó una 'unión' inexistente con Castilla. Por no decir que el emblema leonés no existía aún y el castellano no nació hasta cien años después de la época que se representa.

A lo que hay que añadir que jamás existió una fusión o unión que diera lugar a un reino unificado de Castilla y León –todo lo más dos siglos después, en 1230 los dos recayeron en la misma corona, que es una definición histórica, pero incluso mantuvieron durante un tiempo cortes diferenciadas–, añadiendo además que en la época de Fernando I el condado de Castilla era un territorio en disputa entre León y Pamplona, con lo cual al volver a la órbita leonesa no hubo unión alguna sino retorno a sus límites territoriales anteriores. Se sabe además con certeza que Fernando I nunca se intituló como rey de Castilla, con lo que no fue el primero.

Una mancha ahistórica en la promoción que viene dada por el absoluto desconocimiento en España de lo que significan los símbolos heráldicos que se inventaron precisamente en León, hasta tal punto de equivocar el emblema de la ciudad de Zaragoza –creado sobre el siglo XIII cuando la serie es del siglo XI– con el pendón real de León, el primer emblema heráldico regio de la historia (antes que los símbolos franceses o ingleses) compuesto por un campo de plata con un león púrpura y datado por primera vez sobre el año 1127; mientras que el equivocado tiene los mismos esmaltes que el castellano (de gules, un castillo de oro), que es cuarenta años posterior.

Todo esto en una serie que habla del famosísimo líder militar que nació sobre el 1048 y murió en 1099, momento en que los cristianos se solían mostrar en batalla con guiones militares con cruces y sólo es posible que las mesnadas de Alfonso VI, que comenzó su reinado a partir de 1065, llevaran ya el león púrpura sobre un lienzo de plata (blanco) a finales del siglo XI. Es decir, es imposible que los infanzones castellanos llevaran el pendón de Castilla, que no se creó hasta pasado 1170 y con los colores de Leonor de Plantagenet, la esposa de Alfonso VIII (o más bien III) de Castilla ya que contrastaban fortísimamente con el leonés.

Una cuestión, la ahistoricidad de los pendones de los dos reinos, que no casa con la precisión en este sentido de las producciones inglesas. En las cuales, como ejemplo, se cuida la heráldica hasta el extremo que en un capítulo de Los Tudor (Showtime), cuando el joven Enrique VIII de Inglaterra es acompañado por su primera mujer, Catalina de Aragón, se puede ver cómo los flanquean maceros con el emblema de sus padres, los Reyes Católicos; mostrando la importancia de la corona hispánica de aquellos momentos. Una precisión histórica muy valorada por los expertos que se cuida hasta el más mínimo detalle.

Ahistoricismo que perjudica a los leoneses

Por otra parte en la promoción se observa una serie de repetidas falsedades históricas que acompañan a la figura de Roderico Díaz, al que venden como un infanzón (militar) pobre cuyo padre lo dio todo por el rey Fernando I de León alimentando la leyenda del Cantar de Mio Cid, un poema propagandístico castellano, que se ha probado falsa históricamente.

El Cid Campeador se casó con una de las primas de Alfonso VI, en una época en la que o eras de familia de altísima alcurnia o este enlace hubiera sido impensable. Porque Roderico Díaz, al que llaman de Vivar aunque no se sepa si nació allí, era un miembro de la alta nobleza del reino leonés que llegó a ser abuelo de reyes. De no serlo así tampoco habría sido compañero de juegos, de cuarto y de entrenamiento militar del primogénito de Fernando I ni habría vivido en la Corte de León con él.

Queda por ver cómo tratará la serie aspectos falsos que se vislumbran con la palabra traición, sea ya la nefasta consideración del héroe leonés Vellido Dolfos, o como la Jura de Santa Gadea –que jamás se produjo, es una invención literaria para negar el honor de los leoneses– o la consideración de Castilla tras su fugaz paso como reino que nunca reconoció Alfonso VI, y que muchos historiadores consideran que quedó rebajado a un territorio del nivel de un ducado hasta que se independizó de León definitivamente a la muerte de Alfonso VII el Emperador de toda Hispania en 1157.

Pero lo que se vé promete polémica, porque si sigue la estela del Cantar de Mio Cid, los leoneses serán tratados una vez más como los malos de la película; cuando eran los castellanos los que se supone que intentaban independizarse y reescribieron la historia al modo que se financia con dinero público en Cataluña con respecto a España: quedándose con todo lo bueno de León y ocultándolo porque terminaron mostrándolos como los felones cuando lo único que pretendían es que se cumplieran sus Fueros, que se cumpliera la ley.

Independientemente ya de si se puede considerar un error garrafal representar al Reino de León con un pendón que no existía todavía, sea con una bandera zaragozana dos siglos posterior o, lo que es peor, con la de la Casa de Gryffindor de Harry Potter o la de los Lannister de Juego de Tronos –como algún otro tuitero se ha reído de la aberración promocional–, en todo caso apunten el 18 de diciembre. Es difícil que, con estos mimbres, esta serie no la vuelva a liar históricamente el día de su estreno.

La polémica ya está servida en plato frío un mes antes de emitirse.

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