La carrera de montaña más difícil de la provincia de León, la de Matallana de Torío
Cuando se habla de ‘trail running’ en la provincia de León, es inevitable que salga a relucir un nombre: la carrera de Matallana de Torío. Esta cita, el próximo 1 de diciembre, no es más que una prueba deportiva, es un viaje al corazón de la montaña. Miguel Rodríguez García, de 58 años y alma de la carrera, nos cuenta cómo un simple circuito en su pueblo, Robles de la Valcueva, se convirtió en un reto icónico.
La historia comienza en 2015, cuando Miguel, apasionado de las carreras de montaña, charlaba con Eduardo Gutiérrez Suárez, el entonces concejal de deportes. “Le comenté la idea de hacer algo en nuestro pueblo, y él recogió el guante”, recuerda Miguel. El camino no fue fácil y Miguel le puso al concejal unas condiciones claras: él se encargaría de la organización deportiva, pero no de los trámites burocráticos, pero lo más importante es que la carrera debía ser gratuita.
La primera edición se hizo con lo justo: el cronometraje por un amigo informático, un médico colaborador, y avituallamientos patrocinados por pequeños negocios locales. “Costó muy poco dinero, y terminamos todos con una olla ferroviaria”, rememora Miguel. Aquel primer año, sólo 100 valientes se atrevieron a enfrentarse a los senderos de Robles. Pero fue un éxito y al segundo año organizaron dos circuitos, con una opción más asequible y otra más larga y técnica.
Un desafío para cuerpo y mente
Con cada edición, la carrera se fue haciendo más desafiante ampliando las distancias y el desnivel. De los primeros circuitos cortos se pasó a recorridos más extensos, desbrozando caminos que llevan a lugares míticos como el Coto Salón y la Cruz, y recorriendo trincheras de la Guerra Civil, pero manteniendo la de 16 km con 1350 metros positivos. La joya de la corona llegó con el nacimiento del Anillo de Matallana en la quinta carrera, un circuito de 68 kilómetros con 5.700 metros de desnivel positivo y salida a medianoche, en pleno diciembre. Este trazado lleva a los corredores por todos los pueblos del ayuntamiento, trepando montes como el pico Polvoreda, de 2.000 metros de altitud.
“En invierno, las condiciones son extremas: nieve, lluvia y hasta 10 grados bajo cero”, explica Miguel. “La gente piensa que correr por montaña es difícil, pero esto va más allá: es una prueba de resistencia y supervivencia”. Sin embargo, para quien no se atreva con el anillo completo, que la organizan en años alternos, la carrera de 34 kilómetros sigue siendo un reto considerable, con 2.700 metros de desnivel positivo.
La carrera sigue evolucionando, y para 2025, se planea un evento inédito en la provincia de León: la primera carrera de 100 millas en formato “backyard”, donde los corredores deben completar un circuito de 6,7 kilómetros cada hora hasta que sólo uno quede en pie. “No ganará el más rápido, sino el más resistente”, avisa Miguel.
Un equipo unido hace la fuerza
Detrás de cada edición está el trabajo incansable de un equipo de voluntarios. Miguel quiere poner en valor que la organización es posible gracias al apoyo del Ayuntamiento de Matallana, que cubre gastos como el seguro y la ambulancia. Pero son los más de 80 voluntarios quienes realmente hacen posible la carrera. El nivel de organización ha alcanzado tal precisión que, aunque Miguel coordina a un grupo reducido de líderes, estos se encargan de gestionar a su equipo localmente que funciona como un reloj suizo. “Nos reunimos con unas pocas personas clave, y ellas organizan a sus amigos y familiares. Ahora ya saben qué hacer; es como un reloj suizo”, comenta Miguel.
El espíritu de esta carrera, más que en la competición, radica en su capacidad de unir a corredores, voluntarios y vecinos en una hazaña compartida. Como diría Miguel, “esta es una carrera de equipo; yo sólo doy la cara, pero es el esfuerzo colectivo lo que la hace posible”. Con ediciones como la del 2024, en la que se podrá correr en pareja dividiendo los 34 kilómetros en dos tramos, el evento sigue manteniendo su carácter inclusivo y familiar, sin perder un ápice de dureza ni encanto.
José Luis Basalo, presidente de una asociación de corredores de trail, lo resume con estas palabras: “No hay voluntarios como estos en ningún otro sitio; te cuidan y animan en cada avituallamiento, sin importar la hora ni el frío”. Uno de los testimonios más emotivos proviene de un voluntario anónimo: “En 40 años, es de las primeras veces que me siento orgulloso de la gente; dejamos de lado las diferencias y participamos todos en el mismo sentido”.
Más allá de la competición, esta carrera ha tejido un lazo invisible entre los pueblos de Matallana de Torío, despertando un sentido de pertenencia y orgullo comunitario. Ha atraído a corredores de toda España y de países vecinos como Francia y Portugal, revitalizando la economía local con la llegada de visitantes que descubren la belleza del entorno. Correr en Matallana de Torío es conquistar la montaña, donde cada zancada es un homenaje al trabajo en equipo y al amor por la tierra leonesa.