Javier Nart: “El enfado está muy bien pero solo participa quien vota”
Hay toda una constelación de formaciones nuevas con ese discurso contra los grandes partidos. ¿En qué se diferencian ustedes de los demás?
Tenemos ya una trayectoria, tenemos representantes en el Parlamento de Cataluña, tenemos concejales. No aparecemos para concurrir a estas elecciones. Lo que queremos es un estado al servicio de la ciudadanía. Se vería, por ejemplo, en una educación de calidad, que es algo muy necesario. Y necesitamos eliminar a los políticos de los órganos de control para que no se repita el silencio del Banco de España ante las cajas apalancadas en el sector del ladrillo. Para refinanciarlas, sus consejeros admitieron las participaciones preferentes.
¿Por qué no fue posible un acuerdo para presentarse en coalición con UPyD después de todas las idas y venidas que hubo?
A UPyD hemos acudido con la mano tendida en numerosísimas ocasiones. El problema es que hay partidos que piensan que lo importante es el líder. Nosotros somos una organización de ciudadanos, pero con la señora Rosa Díez es imposible. No solo piensa que es el ombligo del partido, es que piensa que el partido es ella. Todos deben someterse a su autoridad. Ella piensa que es mejor restar que sumar. Nosotros, lo contrario.
El argumento del voto útil dice que en la Eurocámara solo hay dos grandes grupos y que los partidos pequeños se ven impotentes en ella. ¿Qué le parece?
Bueno, yo también tengo preguntas. ¿Es útil que la partitocracia y la oligarquía sigan igual? ¿Los mismos que no han luchado contra la corrupción y han desterrado la democracia de los partidos? Yo vengo de Cataluña, y allí ya han dimitido. Se han pasado la vida pactando con los separatistas. Como catalán, tengo grabada la indignación por el egoísmo de los partidos llamados útiles. Y por algo somos ya la tercera fueza allí. El PSOE proclama un proyecto de España en Madrid y luego no hace nada en Cataluña. El PP hace el don Tancredo y cree que se enfrenta a un problema político, cuando es social.
Ni con el PP ni con el PSOE. ¿Con qué familia del Parlamento europeo siente afinidad?
¿Cree usted que existe la izquierda? Ha tolerado las preferentes, el indulto a un banquero que ha hecho lo peor: ponerse de acuerdo con un juez corrupto para encarcelar a un competidor. Y eso que ha revelado hoy el exministro César Antonio Molina, que le echaron para poner a una mujer con glamur. Eso es el machismo más repugnante. Si la izquierda es no tocar un pelo de la ropa al poder financiero y dejar desamparada a la gente que tenía hipotecas, que venga Dios y lo vea. Tampoco es que la derecha sepa conjugarse. Al final, se encuentra uno frente a una unidad. Es un esperpento que Elena Valenciano clame contra Angela Merkel. Pero si gobierna en coalición con sus compañeros socialdemócratas del SPD alemán.
No se definen, pero les va bien en las encuestas. ¿Qué expectativas tiene?
Yo creo que tenemos seguro dos escaños y debemos ir por el tercero. El tercero está muy difícil, tengo que decirlo con franqueza. Pero dos serían el deber cumplido y tres la verdadera alegría.
¿Es el salto definitivo desde Cataluña a la política nacional?
Sí, tendremos presencia en toda España. Por eso los grandes partidos harán todo lo posible para que no salga bien. Pero repito que somos la tercera fuerza en Cataluña porque ofrecemos independencia y credibilidad. No formamos parte de ningún aparato, vivimos de nuestros trabajos y nuestras nóminas. Ni Valenciano ni José Luis Rodríguez Zapatero han tenido nóminas fuera de la política.
Pero también están haciendo un trabajo ahí. ¿No deben cobrar los políticos?
Yo exijo, porque pago, conocer con detalle qué hace cada institución con el dinero público. Nuestro partido y el de ellos. Hay sueldos perfectamente lógicos, pero también asignaciones descomunales. Acepto la explicación de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y creo que el dinero que recibió era perfectamente legal. Pero ¿entra dentro de la percepción de la ciudadanía que un político cobre 200.000 euros? Si se lo pagan de su bolsillo los militantes de su partido, no representa ningún problema, pero ¿con dinero público? Tiene gracia que los sindicatos se resistieran a quedar incluidos en la Ley de Transparencia. Si no quieren ser auditados, me parece bien. Pero que renuncien a la financiación pública y paguen lo que les parezca a sus dirigentes.
Y si toda esa indignación que quiere usted canalizar, lleva a la gente a abstenerse, como parece posible por las experiencias previas, y no a votar, ¿qué cara se le queda?
El enfado, la indignación, la repulsa y el hartazgo están muy bien. Pero solo participa quien vota. El que no lo hace, apoya lo que repudia. La abstención se traduce en favor de los partidos tradicionales. Y de eso no podríamos quejarnos. Tiene culpa quien puede cambiar las cosas y no lo hace. Tenemos la libertad extraordinaria de votar. Es una cobardía quedarse en casa cuando se pueden hacer cambios en las urnas.