Mi tierra se quema
No me gusta la palabra ‘patria’ sobre todo desde que escuche decir de ella que supone el último refugio de los cobardes, aserto que suscribo. Me considero miembro del género humano – quizá también al humanitario – y con tal motivo un ser territorialista, por eso hablo de ‘mi tierra’ y no de mi patria, concepto éste más etéreo. Me duelo de los fuegos de Francia o de Portugal, pero más de los de España y dentro de estos, más de los de León o Zamora que de los de Ávila, pongo por caso. Por esta simple adscripción me siento autorizado a proponer paliativos que no soluciones a la catástrofe que han originado los incendios.
Soy consciente de que el fuego no distingue de regiones, sencillamente devora cuanto encuentra a su paso sin reparar en fronteras o límites territoriales. Soy consciente de que también evidencia el minúsculo poder de los representantes públicos para enfrentarse a los desastres naturales. Acepto resignado la incompetencia de muchos de ellos que sólo esconden farfolla inútil tras sus palabras ingrávidas. Puedo aceptar igualmente la limitación de medios para enfrentarse a estas catástrofes naturales. Pero lo que no puedo aceptar es la inacción y negar lo evidente, como hizo mi paisano Suárez-Quiñones cuando renunció a las tareas de prevención después de haber tenido la mala experiencia de la Sierra de la Culebra.
La incapacidad de la clase política española adquiere tintes de sainete si no fuera porque hay muertos y daños sobre las capas menos pudientes de la sociedad que resultan clamorosos. Las declaraciones de la Ministra de Defensa, la exjueza, Margarita Robles, de ascendencia leonesa, reconociendo que los incendios se apagarán cuando cambie la meteorología, es una prueba de todo lo dicho.
Los trenes del AVE que ahora tienen que detenerse en Sanabria, contrariando así al alcalde de Vigo, el iluminado Abel Caballero, y su correligionario Oscar Puente, es otra.
Exjuez es también Suarez-Quiñones que rechaza que se despilfarre el dinero de los castellanos y leoneses en prevenir incendios pero dilapida un capital que se cifrará en miles de millones de euros. Su gran pecado no ha sido sufrir pavorosos incendios que se ha mostrado totalmente incapaz de sofocar porque actúa con criterios políticos y no con criterios técnicos. No, su gran pecado ha sido sentar cátedra sobre su más supina ignorancia, refocilarse en su ineptitud. Y por las consecuencias que esta torpeza ha acarreado, está obligado a dimitir.
Medidas paliativas
Quizá con algún conocimiento mayor del que tiene este jurista sobre Medio Ambiente le podamos indicar desde este artículo algunas medidas paliativas, que no resolutorias, para someterlas a su escrutinio y al de todos los lectores que se asomen a esta tribuna de opinión que nos brinda ILEÓN, por cierto la publicación más ecuánime de cuantas ven la luz en León, según mi modesto criterio, evidentemente. Las medidas serían de dos tipos, unas urgentes y las otras perentorias. Las urgentes de aplicación inmediata, las perentorias de plazo fijo.
Entre las medidas urgentes, la primera, como no podría ser de otro modo, es acabar con esta lacra del fuego a la mayor brevedad, para ello hay que movilizar todos los recursos disponibles: municipales, Diputación, autonómicos, estatales, europeos si los hubiere y los de la iniciativa privada. Aquí se incluye un detalle que no se acaba de entender que no se esté aplicando. Me explicaré. Antes de que algunos incendios se hayan apagado están surgiendo otros y según las autoridades muchos de ellos son intencionados. Es decir se están produciendo otros nuevos.
Movilícese las Fuerzas de Seguridad para vigilar lo poco que nos va quedando. Interesa más que la Guardia Civil vigile los caminos forestales que carreteras poco transitadas. Movilícense patrullas del ejército repartidas por las masas forestales supervivientes, con la advertencia de que se aplicarán severas medidas contra pirómanos y personas que originen incendios, aunque sea de forma involuntaria. Úsense, comunicaciones inalámbricas, drones, cámaras térmicas, etcétera. ¿Si los cazadores furtivos saben utilizar estos medios, no ha de saberlo la Administración?
Otras medidas urgentes son la inmediata reposición de los daños sufridos por las personas, no con afanes electoralistas como sucedió tras el fuego de la Sierra de la Culebra, comenzando por los daños sufridos en los hogares, enseres domésticos, vehículos, haberío, cultivos y demás. Se me objetará que la cifra puede ser astronómica. Cierto, pero es una situación de emergencia nacional y si podemos pagar tanques y su transporte, amén de envíos sin cuentos rumbo a Ucrania, con más motivo podemos destinarlos a los nuestros. Digo yo.
Es igualmente urgente plantear a la ciudadanía que, lo mismo que se movilizó para enviar víveres y otros enseres a Ucrania, puede volver a mostrarse solidaria con los damnificados y así paliar su grave quebranto. Inclúyase, si se movilizan recursos económicos, la exención tributaria porque no fuera que las haciendas autonómica y nacional quisieran hacer exacciones extemporáneas de impuestos a fuego pasado. Y entiéndase que los brigadistas, pero sobre todo los voluntarios, han de verse incentivados por su esfuerzo de manera casi inmediata.
Soluciones para el futuro de León
Eso, por lo que respecta a las medidas urgentes o inmediatas, por economía de espacio sólo enumeraremos las perentorias como pueden ser: Homenaje a quienes perdieron la vida en su labor, compensación de los daños, recuperación de lo quemado, reforestación de los montes quemados con especies autóctonos, establecer sistemas de vigilancia y prevención, adecuación de la legislación, reintroducción de ganado extensivo y por supuesto la implicación de las juntas vecinales, pero por encima de todo escindir Castilla y León para que la lucha contra el fuego esté en manos de leoneses, no de castellanoleoneses.
Es triste que haya tenido que venir el fuego a recordar que Castilla y León está abrasando física y anímicamente a León. Hoy la prensa recoge que Mañueco insistió en pedir medios estatales mientras dejaba inoperantes algunos propios, además que la Junta pide la vuelta urgente de personal de vacaciones, se están ofreciendo contratos temporales a brigadistas aunque carezcan de experiencia, hay numerosos pueblos de León que se han tenido que enfrentar solos –sólo con su valor– al fuego.
¿Qué más ha de pasar en León para pedir formalmente la salida de la Región Leonesa de este ente?
¿O acaso queremos que nos llegue más fuego amigo?
Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata