Héroes y villanos

Pablo Iglesias, Yolanda Díaz, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont.

Les enseño a mis estudiantes de creación literaria en la Universidad que todo personaje principal debe tener un objetivo claro. Hasta lograrlo o no tendrá que atravesar por multitud de obstáculos. A qué esté dispuesto a hacer o renunciar para intentar tener éxito es lo que dará la medida de su fortaleza. El tamaño del obstáculo no es tan relevante: lo realmente esencial es cómo lo resolverá, qué va a sacrificar por él. Y en esa tensión deberá caminar por una línea muy estrecha en la que su honor, su esencia, no se dañen de forma irreversible. Si estropea ese detalle entonces perderá lo más importante: lo que en teoría literaria llamamos verosimilitud. En la vida real se puede traducir por credibilidad. O confianza. 

La política española el pasado miércoles escenificó uno de esos grandes obstáculos que ponen a prueba a sus personajes protagonistas y pueden convertir a los héroes en villanos o a los villanos en héroes. Todo depende de cuánto se tense la cuerda y, también, del relato que se instale en base al resultado final que hará que quien juzga, el lector o el espectador, aplauda o se indigne del otro lado de la pantalla. Desde luego si resulta que acabas de perder 90 euros al mes en caso de estar desempleado a lo mejor más que indignarte te den ganas de cortar cabezas. Porque a algunos, todavía, 90 euros les resultan una suma interesante para hacer una compra en el súper o pagar una factura de luz que, por cierto, también estuvo en peligro su rebaja del IVA ese intenso miércoles del 10 de enero de 2024. Empezamos el año al borde del infarto: no está mal como thriller. Para la vida real a lo mejor es demasiado porque con las cosas del comer, no se juega. Esta frase la entendemos todos los que hemos tenido que resolver obstáculos que no nos hacían gracia para tener un empleo: emigrar, por ejemplo. 

Para quien sabe de comunicación política y de comunicación en general -tanto que ha dedicado su nueva etapa profesional a ese ámbito- parece curioso que haya acabado cometiendo el peor error de todos en ese oficio: dilapidar su teórica esencia, su credibilidad. Caminando por el fino hilo de la supuesta negociación, ha sucumbido ante el más fuerte y ha tratado de crucificar al más débil. Actitud clara de matón de colegio. Actitud clara de quien perdió el norte. Actitud clara de quien busca foco a toda costa. Puede funcionar pero, a veces, cuando te pasas de frenada, el efecto es el contrario.

El objetivo de nuestro personaje que pasó de héroe a villano en apenas 24 horas parecía ser de cara al público proteger los derechos de los más vulnerables. Sin embargo, su segunda línea argumental –o tal vez la primera, quién sabe– era destruir a quien no pudo controlar. En esa estrategia perdió el norte, la credibilidad y la poca confianza que le quedaba. Y es muy triste porque para hacerlo ha golpeado un decreto que llevó muchísimo tiempo pelear con el enemigo más fuerte. 

Mientras la izquierda siga poniéndose zancadillas los perjudicados seremos los de siempre. A lo mejor es que la izquierda ha olvidado cuál es su objetivo y su razón de ser. Claro que en este momento es bastante difícil etiquetar en un lado u otro del arco ideológico a según qué formación política. Mientras tanto, Junts continúa su propia batalla: ha logrado que les dejen gestionar la entrada de inmigrantes. La duda que me queda picando es… ¿Qué es un inmigrante para Junts? ¿Hasta dónde levantarán sus propios muros y sus fronteras? La película sigue y nadie está libre de convertirse en villano.

Etiquetas
stats