Culturalistas

La Cultural que le ganó 4-1 al Celta de Vigo en 1956 en la Puentecilla, en Primera División (Cosme, Foces, Chiqui, Ponte, Barbelo, Galvis, Vallejo, Miche, Raúl, Rabadán y Pepín).

En aquel vetusto estadio de fútbol veíamos cada domingo como el equipo de nuestra ciudad agonizaba año sí y año también, como nuestra Cultu navegaba a la deriva en categorías muy alejadas del glamour que desprendían los cromos que intercambiábamos en el colegio. Aún así, poseídos por esa credulidad infinita y a prueba de decepciones que atesoran los niños, seguíamos animando sin dudar a esos once tipos que saltaban al campo vestidos de un blanco que solo rompía ese precioso escudo en el pecho que mostraba un león alzado en su centro. Porque ya no importaban las numerosas derrotas sino las pocas pero grandes victorias, porque era nuestro pasión y punto, porque no se puede cambiar de pasión, porque era el equipo de nuestros padres y amigos, de nuestra tierra.

Creo que fue en aquel mítico programa de televisión que hacía Labordeta recorriendo España, Un país en la mochila, donde escuché decir a uno de esos paisanos con los que se paraba a charlar delante de un vaso de vino algo que nos define con simple y atávica precisión: los leoneses vivimos muy para adentro. Hablamos de ese carácter introvertido, de esa íntima tozudez que nos impide expresar nuestros sentimientos o pensamientos con facilidad. Somos parcos en palabras aunque nobles en intenciones, celebramos la vida cantando y riendo dentro de nuestro círculo más cercano, no somos de hacerlo a los cuatro vientos. Somos cazurros, reservados y de pocas palabras. Y cuando vamos al Reino de León para ver jugar a nuestro equipo ejercemos, como en casi ningún otro lugar, de leoneses de pro. 

La Cultu está haciendo una temporada histórica, no es ninguna locura decir que únicamente una debacle de proporciones bíblicas impediría la fiesta final del ascenso. Aún así, el culturalista medio sigue llenando de murmullos o silencios los partidos jugados en el Reino de León. Ya nos conocemos, nos cuesta un horror tirar del equipo a base de cánticos y bufandas al viento. Piperos, tribuneros o sabios en esto del balompié fruncimos el ceño y balanceamos la cabeza con descreída actitud ante el menor contratiempo en el juego. Aunque eso no quiere decir que nuestro amor por la Cultu sea menor que el de otras aficiones que se desgañitan en el campo. Somos culturalistas, vivimos la pasión por nuestro equipo también muy para adentro.

Porque sobre todo somos leoneses.

Y tampoco es fácil ser de León.

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