Conocer antes de gestionar: León

Mastín leonés en el campo.

Leía hace escasas semanas cómo Diputación junto con la Junta van a “poner en valor” algunos de los parajes más bellos de León.

Es curioso cómo se ha puesto de moda esa expresión: 'poner en valor'. Ella está ligada inevitablemente a ese tsunami de turismo sostenible que vuelve locos a alcaldes y gestores de turismo de las administraciones públicas. Ya no hay pueblo que no tenga un banco gigante o el mirador más bonito de la provincia. Cuánta originalidad.

El León montañoso, que siempre anduvo al son de la mina y los cencerros, hoy busca una fuente económica de ingresos con la mirada puesta en el turismo. Bien. Pero vamos por partes, cómo decía Jack.

“Poner en valor” no debería significar alterar el medio natural introduciendo en el paisaje elementos arquitectónicas innecesarios (entre tu y yo: cuatro fierros) para que los visitantes puedan apreciar mejor el paisaje o vivir una experiencia inolvidable. No.

Una cosa es adecentar una senda o arreglar una fuente, y otra bien distinta colocar macromiradores en cualquier outeiro o construir pasarelas sobre las perfectas foces del Torío. Esas paredes deben pertenecer para siempre al treparriscos, a la chova, al buitre o al rebeco. Nunca al instagramer compulsivo o al tonto que se dedica a tirar piedras desde la senda del Cares. No.

Llenar la montaña de cables, zonas alphas, pasarelas flotantes, escaleras y hierros no es turismo sostenible, no es “poner en valor”, es simplemente ser un egoísta que no entiende que la naturaleza es perfecta tal y como es, que no necesita ningún aliciente para ser disfrutada, tan solo tiempo, calma y conocimiento. ¿Han visto el horrendo mirador que han hecho en la Farrapona?. Por favor, no convirtamos los sagrados altares de los dioses astures en explanadas de hormigón para el turismo de selfie.

Ahondar en el conocimiento del medio natural leonés

Ahondar en el conocimiento si es poner en valor el medio natural de León. Realizar filandones didácticos sobre el patrimonio de cada comarca, contribuir a investigaciones científicas, promocionar la producción literaria local o simplemente enseñar a cómo conservar lo nuestro, si ayuda a que los paisajes de León sigan siendo bellos para leoneses y visitantes. Y eso se debe hacer ya desde las escuelas leonesas, con temarios que hablen del patrimonio cultural, material e inmaterial de esta región. Del bosque atlántico de Sajambre, de los hórreos de Laciana, del oro del Sil, de llionés de la Cepeda o la trucha del Curueño. Gracias a la labor de ILC y ayuntamientos como Páramo del Sil, Toreno o Villablino, se están viendo bonitas iniciativas en este aspecto.

Filandón sobre Ribas del Sil.

Por otro lado, si se busca realizar una política orientada al turismo se debería invertir en una promoción digital adecuada a los tiempos que corren, puesto que la actual es bastante deficiente. Tan solo hay que mirar cómo lo hacen al otro lado de San Glorio o de Vegarada para atinar un poco mejor el tiro. Pero evidentemente, se necesitan profesionales y gestores políticos que sepan de León, que hayan leído sobre León, que escriban sobre León, que anden León, que piensen 24 horas al día en León… sólo así se dará con la tecla adecuada que se pueda compaginar una conservación del medio natural con un turismo sostenible que beneficie a las poblaciones locales evitando la masificación y la especulación.

Como propuesta para ir avanzando en un León más genuino para el turismo de naturaleza y cultural, sugiero a alcaldes y gestores provinciales invertir en el senderismo accesible para personas con movilidad reducida. Grupos como Pandetrave y asociaciones como Laciana Cinco Sentidos les pueden ayudar a que León sea un destino pionero en este tipo de actividades tan necesarias para muchos colectivos que tienen hoy en día serias limitaciones para el disfrute del medio ambiente.

Turismo adaptado por los montes de la provincia de León.

Otra propuesta es blindar de una vez el rico ecosistema de sebes, molinos, prados y bosque galería que existe en el área metropolitana de León. Es un auténtico pulmón verde y una zona de esparcimiento ideal a escasos kilómetros de la principal urbe leonesa. El riesgo que acabe urbanizada y hormigonada en pocos años es real, lo que produciría la pérdida de un paisaje genuinamente leonés que no se supo “poner en valor” en su día.

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