Ni bicicleta ni bicicleto

Es un hecho poco conocido que el ser humano, al criar niñardos desarrolla de forma orgánica, ineluctable, una forma de hablar no cultural, sino heredada genéticamente, no enseñada ni aprendida como el resto de la nuestra comunicación, sino ovillada en su articulación desde hace millones de años dentro del ácido desoxirribonucleico de la especie. Esto es así. Ni gramática generativa transformacional ni estructura profunda ni pollas. No lo leeremos en los estudios de Chomsky o de Saussure, ni Umberto Eco nos advertirá de su antigua presencia, pero proposiciones como Cuando seas padre comerás dos huevos o Cualquier día cojo la puerta y no me volvéis a ver el pelo se pueden descifrar, fijas, en nuestros helicoides de proteínas apretados como un muelle, dispuestos a desenroscarse en la ocasión propicia. Semiólogos y lingüistas han hallado tribus en lo más intrincado de las selvas de Borneo, comunidades, ojo, nómadas, aisladas de otras tribus, que no levantan estructuras permanentes ni practican el canje diciendo a sus mocosos mediante chasquidos de lengua, gestos, sonidos guturales y bailes ritualizados frases como Es la primera vez que me siento en todo el día, Esto no es un hotel y ¿Te crees que soy el Banco de España? Estas construcciones verbales son utilizadas asimismo por los políticos electos, ya que nos consideran prole por el motivo evidente de nuestro retraso cognitivo que nos conduce a votarles una y otra vez. Es que nos tratan como a criaturas, exclamamos, o Es que creen que somos tontos, añadimos. Pues sí. En efecto. Exacto. De ahí su regañona, tartamuda y subnormal oratoria y enmuñecido discurso.

Etiquetas
stats