Carlos J. Domínguez: “Fulgencio Fernández es un grande que hay que reivindicar más”
Periodista de profesión, Carlos J. Domínguez es autor asimismo de 'Asesinaron La Democracia', un libro sobre la figura de Miguel Castaño, quien fuera también periodista, político y alcalde de León durante la II República, que sufriera una violenta represión no sólo por ser símbolo republicano y reputado político sino por haber sido el dueño y director del periódico progresista 'La Democracia', y acabara siendo fusilado por el ejército franquista comandado por Tristán Falcó y Álvarez de Toledo pocos meses después de comenzar la Guerra 'Incivil'.
Cuenta Carlos J. Domínguez que para escribir 'Asesinaron La Democracia' optó por un difícil camino que le permitiera conjugar periodismo y literatura, “pero las dos me imponían enormes límites que confío en haber sabido traspasar”, porque no quería escribir una noticia pero debía ceñirse, según él, a las fuentes de manera obsesiva porque todo lo que se cuenta está documentado.
“Y tampoco buscaba que la literatura tiznara la historia de poca verosimilitud, aunque la necesitaba para que el resultado no fuera, ni de lejos, un libro de historia”, apostilla Carlos, que concibió la obra exactamente como si de un gran reportaje se tratara, de modo que logra, a través de datos históricos, emocionar, incluso conmover a sus lectores.
“Para mí, habría sigo un gran fracaso que no conmoviera el drama real de Miguel Castaño, un político y periodista hecho a sí mismo, abandonado en el Hospicio al nacer, reconvertido en empresario comprometido, enfrentado después al odio de un bando golpista y situado en un pelotón de fusilamiento que comandaría su antítesis, el coprotagonista de esta historia, Tristán Falcó y Álvarez de Toledo, de alta cuna, grande de España, tan fanático como imberbe e inexperto. El suyo era un enfrentamiento épico y simbólico en todos los sentidos posibles”, expresa él, a quien le gustaría que su libro sobre Miguel Castaño fuera literario. Y por supuesto verdadero, “algo –en su opinión- indiscutible”. En todo caso, le produce placer que su libro siga dando que hablar, porque es, a su modo de entender, como ver crecer a un hijo y comprobar que despliega por sí solo sus alas y sigue avanzando.
Recuerda que su volumen sobre Miguel Castaño coincidió con la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, que fue imprescindible para que el proyecto saliera adelante. Y también con el gran apoyo, con su total implicación, de la Asociación Juventudes Activas de León. De este modo, logró una pequeña ayuda para auto-editar el libro, además de poner en marcha una exposición con documentación exclusiva.
Para mí, habría sigo un gran fracaso que no conmoviera el drama real de Miguel Castaño, un político y periodista hecho a sí mismo, abandonado en el Hospicio al nacer, reconvertido en empresario comprometido, enfrentado después al odio de un bando golpista y situado en un pelotón de fusilamiento que comandaría su antítesis, el coprotagonista de esta historia, Tristán Falcó y Álvarez de Toledo, de alta cuna, grande de España, tan fanático como imberbe e inexperto. El suyo era un enfrentamiento épico y simbólico en todos los sentidos posibles
“Esa independencia era imprescindible para garantizar que no se tocaría ni una coma de la historia. Porque he de decir que algún editor pretendió, no diré manipular, pero sí edulcorar el resultado de más de dos años de trabajo. Y no estaba dispuesto”, precisa este licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, que lleva treinta años ininterrumpidos en la profesión dedicado a escribir noticias y reportajes, porque comenzó a trabajar, antes de terminar la carrera, en 'La Crónica de León', donde permaneció prácticamente hasta poco antes de la desaparición de la antigua cabecera, ocupando ya en los últimos años de este periódico el puesto de Redactor Jefe en la sección de 'Comarcas'.
Y en León, su ciudad natal, ha podido desarrollar toda su carrera hasta ahora, pues también ha ejercido como periodista en gabinetes de prensa: para la Diputación, Antibióticos y también en su propia Agencia de Comunicación, donde se ha encargado de labores informativas para algunas instituciones, organismos y asociaciones.
“Como trabajador por mi cuenta, retomé mi labor periodística en primera línea en ileon.com en diciembre de 2013. Y dos años después ya entré a formar parte de la plantilla, en la que sigo, entusiasmado con el proyecto y la verdadera libertad e independencia que aquí se respira y que es altamente inusual”, señala, cuya labor también se ha centrado en rescatar la figura de Marcelino de la Parra Casas, “un discreto joven empujado a la acción por la represión que fue mano a mano con Girón y otros muchos conocidos líderes en el monte”.
El hecho de haber ejercido como periodista en su tierra le ha aportado, a su juicio, una importante visión local, de microcosmos.
Periodismo y literatura de alto nivel en León
“Como periodista siempre he defendido que en un espacio tan minúsculo pero diverso como nuestra provincia hay cabida para historias tan potentes como en lugar más exótico y el escenario más global. Solo que hay que saber mirarlas y retratarlas. Que tu Fragua Literaria lleve años mostrándonos incansablemente una lista que nunca acaba de nombres de excelentes escritores y creadores de aquí lo demuestra al cien por cien”, detalla Domínguez, consciente de que existe una altísima calidad entre periodismo y literatura en la tierra leonesa, con firmas de gran peso en los medios de comunicación, como la de Julio Llamazares, además de Noemí Sabugal o Carlos Fidalgo, “entre otros colegas míos de profesión que han decidido cruzar a la otra orilla de la redacción. ¡Y de qué manera! En concreto, desde que conocí a Noemí supe que estaría muy arriba, lo lleva en la sangre, es enorme”, agrega Domínguez, el cual reconoce que hay demasiados intereses empresariales creados, de las propias empresas periodísticas que son las dueñas de lo que se escribe o que lo hacen al dictado de instituciones y compañías, lo que “ahoga casi toda la libertad de prensa y la imprescindible calidad informativa. Sin embargo, hay todavía honrosas excepciones”. Y entre esas honrosas lecturas, “como si a veces fueran capítulos de un buen libro, reportajes o artículos de personas muy comprometidas”, destaca a Ana Gaitero, David Rubio, Emilio Gancedo o Fulgencio Fernández, “un grande que hay que reivindicar más”.
En este sentido, reivindica a grandes periodistas leoneses como Jesús Maraña, “que tuvo a bien presentar mi libro en Madrid junto a Félix Pacho Reyero, otro insigne”, Antonio Ferreras, Felipe Sahagún, Óscar Campillo, Bernardino M. Hernando, “el mejor profesor que tuve en la carrera”, Ernesto Escapa, Luis del Olmo, José María Calleja, Jesús Torbado, Eloísa Otero, Marta Reyero u Olga Rodríguez. “Por cierto, hay muchas más mujeres, aunque muy pocas reconocidas”, matiza Carlos, que se siente orgulloso de trabajar desde hace años en ileon.com, “un oasis tanto de libertad como de auténtico compromiso”, porque es con diferencia, según él, el mejor proyecto de comunicación en el que jamás he estado. “De lejos. Y mira que conozco bastantes... Aquí no he sabido qué es eso de escribir al dictado de nadie ni de nada. Ni una sola vez. Se tenía que decir, y se dijo”, afirma Carlos, que reconoce su deuda con el literato y periodista estadounidense Truman Capote a la hora de escribir.
“Espero que no suene pretencioso que para mí estaba presente en todo momento y no sólo cuando me sentaba a escribir sino en el largo pero apasionante proceso de toda la investigación previa sobre la biografía del político pero también del periodista Miguel Castaño. ¡Es que una buena parte de lo que fui encontrando sobre sus muchos perfiles pero incluso de sus datos biográficos era un desconocido incluso para su familia!”, rememora Carlos, para quien esta situación pandémica, en todos los ámbitos, está resultando un auténtico desastre.
Como periodista siempre he defendido que en un espacio tan minúsculo pero diverso como nuestra provincia hay cabida para historias tan potentes como en lugar más exótico y el escenario más global. Solo que hay que saber mirarlas y retratarlas. Que tu Fragua Literaria lleve años mostrándonos incansablemente una lista que nunca acaba de nombres de excelentes escritores y creadores de aquí lo demuestra al cien por cien
“Socialmente nos ahoga y condicionará a muchas generaciones; me atrevería a decir que marcará gran parte de este siglo. Pero lo peor es que es una crisis brutal que se sobrepone a otra casi peor desde 2008, aunque no tan global. Por eso, ahonda en las desigualdades y afianza más miserias de las que deberíamos permitir... Tampoco nos consuela el hecho de que haya ocurrido hasta en el último rincón del mundo ni que a nosotros nos pase en el 'lado bueno' del planeta”, sostiene Carlos, convencido de que nuestros hijos tendrán “un futuro que ya no será siempre mejor que el nuestro, como es ley de vida... como cuando se cruza en nuestro camino una guerra como la actual. Todos esos pensamientos nos minan...Sin embargo, ha ocurrido no pocas veces que en tiempos jodidos la cultura florece, como algunas flores en los estercoleros. Si al menos a la postre nos quedara eso...”, observa Carlos, que no tiene proyectos literarios a corto o medio plazo, aunque en algún momento podría retomar un relato de realidad también novelada que repasaba la historia cierta de la guerrilla republicana leonesa y berciana que, parapetada en el monte, trató de combatir con un heroísmo y una temeridad fuera de toda lógica la maquinaria de una dictadura de Franco ya consolidada. “El hilo conductor, el personaje principal, era alguien que en realidad siempre ha sido un secundario, o menos que eso: Marcelino de la Parra Casas, un hombre desconocido, a la sombra de Girón o 'El Gafas', de los más reconocidos luchadores. A Marcelino lo atraparon en 1948 en una extraña maniobra cuando pretendía huir a Francia y lo ejecutaron ese año a garrote vil en la prisión de León. Yace en el cementerio de León, tan olvidado como su memoria. Es el ejemplo perfecto de todo lo que como sociedad les debemos y nos seguimos negando a pagarles a aquellos luchadores que soñaron con recomponer la libertad y la democracia en una España salvaje. Sigo sin encontrar el momento de retomar este u otro proyecto”.
___ENTREVISTA BREVE A CARLOS J. DOMÍNGUEZ
“Tan imprescindible fue el 'ministro Alonso' que ojalá hubiera un puñado de ellos dirigiendo nuestros destinos”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
Y por tercera, y por cuarta y quinta: El Quijote. Qué obvio y qué imprescindible.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
Lo prefiero en la vida. Contra todo pronóstico es un político, y además persona, no personaje. Se llamaba José Antonio Alonso. Fue un chico de un barrio obrero de León que acabó siendo juez, que llegó a la política por compromiso y amistad, que alcanzó a ser ministro, que peleó por muchas, muchísimas mejoras y proyectos, que jamás cortó una cinta ni destapó una placa inaugural, cosa que hicieron sus sucesores, y que se fue con la discreción con la que había venido al servicio público. Y por eso mismo, ha sido reconocido por cualquier color político. Antes de que muriera, fue un enorme honor para mí conocerle, trabajar codo a codo con él, que presentara mi libro en un escenario tan simbólico como el que fuera campo de concentración de San Marcos y que se emocionara con la historia que yo había contado. Tan imprescindible fue el 'ministro Alonso' que ojalá hubiera un puñado de ellos dirigiendo nuestros destinos.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
No puedo con Arturo Pérez Reverte. Es que no. Me gustaría, además por su envidiable faceta de periodista de guerra. Sobre su obra habrá quien me lo discuta. Pero es que el personaje...
Un rasgo que defina tu personalidad.
Ser poco curioso. A pesar de ser periodista. No soy de los que se sienten periodista las 24 horas del día. ¡Qué agotamiento!
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La naturalidad. Así no hay caretas. Luego ya, conociendo lo que de cierto encierre su personalidad, decides si te gusta o no.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Una sincera opinión que es muy poco popular o muy poco habitual: enorme respeto a ambas. La segunda, porque es y debe ser la medida de todas las cosas, de la suma o la media de todos y cada uno de nosotros. En concreto, la española tantas veces me defrauda como me congracio con ella pero casi siempre acaba avanzando para mejor y consolidando ese avance. Un ejemplo de lo primero pueden ser ciertos resultados electorales, a veces hasta suicidas. Pero otro que siempre pongo es la celeridad, la naturalidad y la profundidad ya incuestionable con la que este país ha asumido, por ejemplo, el respeto masivo a la plena libertad sexual. Un puñado de miserables excepciones de homofobia no empañan esta realidad, que me satisface enormemente. O nuestro masivo comportamiento cívico ante la pandemia del coronavirus, tan a priori inconcebible tal y como es nuestro habitual modo de vida. Cada español desde su casa seguimos dando lecciones a países que se decían más cívicos y avanzados.
En cuanto a la política, creo con firmeza que es un oficio tan esencial como otros muchos o más. Si nadie ejerce la política, ¿quién lo hará? Si no está bien valorada, si no se paga la responsabilidad que conlleva como es debido, ¿quién no estará tentado de corromperse? ¿Y qué pasa con esa inmensísima mayoría de personas que son políticos, incluso sin saberlo, y a los que sólo les mueve resolver los problemas que afectan a los demás? Pienso en cientos de pedáneos de nuestros pueblines, en miles de alcaldes rurales, gente que un día se dijo: “Si no lo hago yo, nadie lo hará”. Igual que quien decide ser presidente de una asociación. Eso es también política. Resuelven las cosas del día a día, consiguen pequeñas inversiones, arreglan problemas que no son baladí, como que se vea la tele en invierno... y todo eso poco menos que por amor al arte.
Lo otro, lo que emana de los partidos políticos como organización, el poder por el poder, el postureo, el arribismo, los argumentarios falaces, el populismo más rancio, la simplificación insultante de problemas complejísimos, el anteponer la permanencia en un cargo al verdadero servicio público, y por supuesto la corrupción... Todo eso debería ser muchísimo más duramente perseguido y penado. De manera brutal. Solo así quedarán las y los que merece la pena que nos dirijan. Pero insisto, alguien tiene que hacer esa labor. Lo contrario es muy peligroso.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Disfrutar en familia. En cualquier escenario, en cualquier momento.
¿Por qué escribes?
Sobre todo porque vivo de ello. Y a pesar de ser así, digamos obligatorio, algunas veces disfruto muchísimo. Lo bueno de escribir en un medio de comunicación de formato digital, de lectura inmediata, y todos los días, es comprobar también la repercusión real que cosechas. Suele ser muy gratificante.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
¡Qué va! El literario, ni por asomo. Pero el periodístico, sí. Aunque sólo sea para forzarme a buscar un buen titular, algo conciso, descriptivo, que enganche.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
De momento, con mi única obra, mi fuente ha sido la realidad. Como en un reportaje. Me quedaría el reto de intentar montar yo un universo propio en vez de tratar de describirlo. Pero todavía ignoro si sería capaz.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
No. Tengo bastantes, demasiadas, horas delante del ordenador por obligación laboral. Aunque me encante mi trabajo. Eso no ayuda. Escribir también puede saturar.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
¿Un mundo en una frase? Déjame pensar... ¿Tomamos un vino?