Es la figura de Alfonso IX, el rey que promulgó las Cortes de 1188 que anticiparon el Renacimiento político con la presencia de ciudadanos electos votando por primera vez en una Curia Plena un texto legislativo de forma estamental, el rey que creó los Estudios Generales que dieron lugar a la Universidad de Salamanca hace ochocientos años, el rey que conquistó Badajoz (es decir, gran parte de la Extremadura actual) y el monarca que no quiso que León se uniera a Castilla y lo heredara su hijo Fernando III. Un personaje que, fuera de las universidades, era un total desconocido durante el siglo XX.
Y es que no son pocos los que pueden recordar cómo al preguntar por ese misterioso Alfonso IX —que nació Zamora, el 15 de agosto de 1171 y murió en Sarria el 24 de septiembre de 1230, hace ahora 788 años— que se mencionaba de pasada en la lista de reyes de la España Medieval, justo después de las alabanzas a Alfonso VIII de Castilla el de las Navas de Tolosa y antes de loar las hazañas de Fernando III el Santo, la respuesta era poco menos que “nadie”.
“No es un rey que tuviera importancia”, “no gobernó mucho tiempo y no merece la pena hablar de él”, “un rey menor, que no supuso nada para la Historia de España”, “murió pronto y no hizo nada” se escuchaban en las escuelas de España (incluso leonesas) sobre la figura de este monarca. O muchas otras frases peores como que cuando se acordaban de él era para llamarle “traidor” por no haberse presentado en la batalla de las Navas de Tolosa.
Y no fue así, en realidad acudieron cientos o miles de combatientes leoneses a la llamada a la Cruzada contra los Almohades y participaron en la batalla caballeros del Reino de León, tanto voluntarios como los de la Orden de Caballería de Santiago; propia del regnum legionense.
Alfonso IX no acudió a la batalla de las Navas de Tolosa no 'por traición' como falsamente ha querido hacer ver la historiografía castellanista, sino porque las Cortes estamentales leonesas que él mismo había creado en 1188, y a las que debía pedir permiso para hacer la guerra, no se lo permitieron; sin embargo, sí acudieron las Órdenes de Santiago y Alcántara junto a caballeros voluntarios leoneses a la cita, cosa que se oculta 'convenientemente' a día de hoy
Si Alfonso de León no acudió a la llamada de Inocencio III contra el emir almohade Muhammad an-Nasir –llamado Miramamolín por las fuentes cristianas, por adaptación fonética de su sobrenombre de Amir al-Mu'minin– fue porque se lo prohibieron sus propias Cortes Estamentales, las primeras de Europa con voto del brazo ciudadano desde 1188; a las que debía someter la consideración de entrar en guerra... y le exigieron que continuara recuperando los territorios que los castellanos habían prometido falsamente devolver tras 'robarlos' en un conflicto militar anterior.
Uno de los monarcas legislativos más brillantes de la Hispania medieval
Pero al final se fue sabiendo tras el octavo centenario de las Cortes de León en 1988, resultó ser uno de los más brillantes no sólo de la historia española (más bien de la Hispania medieval) sino del mundo al haber colocado a la ciudad leonesa como la Cuna del Parlamentarismo inicial y más importante de las que copiaron todas las demás de Europa. Bueno, eso en León, porque todavía fuera en España no tienen nada claro que tenga ninguna importancia comparado con los reyes de Castilla. Incluso lo confunden como rey de Castilla cuando nunca lo fue.
Y es que la historiografía castellanista, sobre todo después de la pérdida de Cuba, se 'hiperventiló' durante el siglo XX y se puso a loar junto a la Generación del 98 una recuperación romántica de Castilla que, como no puede ser de otra forma en ese movimiento artístico se usó de forma política para hacer desaparecer cualquier referencia a un reino, como el leonés, que es el enemigo a destruir en su libro de cabecera, el Cantar de Mio Cid.
Éste era un cantar de gesta propagandístico durísimo contra los leoneses pero en el que todo lo que se cuenta (hasta los nombres de las hijas del noble de alta alcurnia leonés Roderico Díaz) es una completa mentira. No es de extrañar que la historiografía franquista, que supuso un retroceso terrible con respecto a los intentos científicos de la Segunda República de explicar de mejor forma la Historia, fuera aún más cruel con un personaje de tan importancia como el que denomina Alfonso IX, en los libros de texto de los bachilleres. Y mintiera absolutamente sobre las diferencias entre León y Castilla y sus supuestas uniones.
Si no hubiera sido por la celebración en tiempos del alcalde Morano del octavo centenario de las Cortes de León, muy probablemente la mayoría de los leoneses habrían desconocido quién era Alfonso Fernández (hijo de Fernando II y nieto del Emperador Alfonso VII) hasta bien entrado el siglo XXI. Cosa que, por otra parte, ha pasado con una buena parte de ellos hasta que la llegada de Internet permite mostrar su figura de forma más constante.
¿Qué numeral debe llevar el rey leonés Alfonso Fernández?
Y aquí hay una cuestión bastante polémica entre muchos aficionados a la Historia de León y algún que otro historiador divulgador de la Historia de este reino, y la historiografía actual, basada en la castellanista del siglo XX. ¿Es correcto denominarlo Alfonso IX siendo Alfonso VII su abuelo y Alfonso VIII el monarca de otro reino distinto?
Vaya por delante que la Historiografía actual necesita de convenciones y a Alfonso Fernández le ha tocado el numeral nono y lo académico es no cambiarlo. Pero es cierto que parece un poco extraño que mientras los reyes de Aragón tocayos suyos llegaron a ser cinco y no cuentan para nada en la cuenta de los numerales de los alfonsos reyes en España... hay ocho, o nueve ,alfonsos en el reino asturleonés y uno en el de Castilla... y se le ponga por detrás del castellano cuando los reinos estaban completamente separados. Sobre la polémica entre lo que es reino de León y cuándo comenzó Castilla, es muy recomendable este artículo 'Acerca de los Reyes de León y de Castilla' del blog de Ricardo Chao; el autor del libro 'Historia de los Reyes de León'.
Así que los aficionados más expertos en interpretar la Historia de León defienden dos opciones que coinciden en un primer momento en que que se le denomine Alfonso VIII de León.¿Pero es adecuado ese numeral si contamos con el coronado Alfonso Froilaz (sin numeral) y el consorte de Urraca, el aragonés Alfonso el Batallador? Para el que denominamos Alfonso X el Sabio no lo era, ya que él se denominaba a sí mismo XI... con lo que consideraba que su abuelo (su padre era Fernando III, hijo de Alfonso de León) era el X. Sin embargo, la historiografía castellanista lo dejó en IX. En ILEÓN explicamos el fenomenal lío de los numerales de los reyes hispánicos más a fondo en este reportaje.
Pero lo que sí es lógico es que haya cambios respecto al numeral del Alfonso castellano que, por cierto, era primo del leonés. Al Alfonso VIII de Castilla a algunos les gustaría que fuera Alfonso I de Castilla, al ser el primer rey privativo de ese reino que tuvo ese nombre; a otros que se le llame Alfonso III de Castilla, dando por supuesto que Alfonso VI y Alfonso VII el emperador sí fueron regentes del reino menor castellano que, hasta la muerte de este último, siempre estuvo supeditado desde sus inicios (1065) a la corona leonesa.
Pero igual hay que esperar hasta el siglo XXII para que se produzca un cambio de este tipo. Por ahora la historiografía actual lo seguirá llamando de forma oficial Alfonso IX, pero ya no oculta las enormes cosas que llegaron a hacerse en su reinado. Y es que no cabe duda alguna de que León es cuna del Parlamentarismo bastante antes que Westminster en Inglaterra, y que cualquier ensoñación catalana.
Hasta Rajoy tuvo que disculparse por cometer un error tan burdo como olvidarse de que las Cortes de 1188 presididas por Alfonso IX son el germen de la democracia occidental europea. Al menos en este siglo se comienza a reconocer su figura como es debido, tras el daño que se le hizo con anterioridad intentando ocultarlo de la Historia de España y Europa.
HISTORIA CON LÓGICA
Una batalla, por cierto, la de las Navas de Tolosa, que la historiografía castellana asume como la más principal, notable y decisiva de la llamada reconquista, pero de la que la propia lógica desmiente esta interpretación. No hay que olvidar de la importancia de la batalla de Simancas en 958, o la conquista de Toledo (el verdadero hito de la expansión cristiana por la península) por parte de Alfonso VI en 1083; y que tras la propia batalla de las Navas se produjo una estrepitosa derrota en Baeza que limitó enormemente el avance del reino cristiano por esa zona.
El reino castellano llegó al Mediterráneo sólo por Murcia tras la asunción de mismo como protectorado por parte de Alfonso X tres o cuatro decenios más tarde y a las malagueñas y granadinas tras la conquista del Reino Nazarí en 1492, casi trescientos años más tarde.
En realidad fue la zona leonesa la que sí avanzó sin problemas tras la conquista del Reino de Badajoz por parte de Alfonso IX en 1230, siendo su hijo Fernando III el Santo el que llegó a las costas atlánticas con la toma Huelva, Sevilla y Cádiz 36 años más tarde con tropas leonesas encabezando el Ejército y terminando la recuperatio la Corona del imperium legionense 244 años antes que la corona castellana.