La población brota entre las viñas

Mapa DO León

Xurxo G.G./ Ical

En un momento en el que la despoblación, favorecida por la acuciante crisis económica, asola el medio rural de Castilla y León, el sector vitivinícola se convierte en una fuerza capaz no sólo de frenar el éxodo agrario, sino también de favorecer el asentamiento demográfico en las zonas rurales. Al menos eso se desprende del análisis los índices de crecimiento poblacional de los municipios productores de las cinco principales denominaciones de origen -Bierzo, Cigales, Ribera de Duero, Rueda y Toro- durante los últimos diez años.

Y es que, las zonas vinícolas tradicionales presentan un crecimiento poblacional que prácticamente duplica la media de la Comunidad. En cifras, entre 2002 y 2012, el crecimiento de la población a nivel autonómico fue del 2,65 por ciento. Durante estos diez años, el número de habitantes de Castilla y León pasó de 2,48 millones a 2,54. Es decir, se produjo un aumento de algo más de 65.000 habitantes. Por su parte, durante este mismo espacio de tiempo, el incremento en el conjunto de los municipios de las zonas vinícolas tradicionales fue del 5,04 por ciento -de 261.342 habitantes a 274.523-.

Por algo el sector del vino es el más potente de la industria agroalimentaria de la región -la más importante junto con la automoción-, con 130 millones de euros exportados en 2012. La buena salud de la que goza actualmente la producción vinícola castellana y leonesa se demuestra en el hecho de que los vinos regionales ocuparon el 20,6 de la cuota de mercado nacional el último año, tan sólo superados por los de La Rioja (36,7 por ciento), según un informe de la Consejería de Agricultura y Ganadería. Es decir, una de cada cinco botellas comercializadas en España proceden de Castilla y León.

Y es que, aunque el número de consumidores habituales de vino haya disminuido, es obvio que últimamente se ha desarrollado en la sociedad un cierto regusto por la calidad vinícola, que se traduce en el éxito que tienen diferentes iniciativas como enoturismo, catas o talleres formativos. Un claro ejemplo es que en 2012, los visitantes de la Ruta del Vino Ribera del Duero aumentaron un 18 por ciento con respecto al año anterior.

Cifras dispares

Sin embargo, el hecho de que la población de las localidades productoras de vino haya aumentado en general, no quiere decir que a nivel particular los incrementos poblaciones hayan sido similares. De hecho, en conjunto, los municipios productores de Denominación de Origen Toro han sufrido un decrecimiento de algo más del uno por ciento (-1,5), un dato más similar a la tendencia que siguen los lugares rurales sin grandes sectores productivos.

Los vinos DO Toro se cultivan principalmente en la provincia de Zamora -y en tres municipios vallisoletanos colindantes con ella-. Su localidad más grande es la homónima Toro, de las pocas que presenta una variación de población positiva. Al contrario sucede con Sanzoles, un municipio que sigue la propensión general de descenso de población, aunque su alcalde, Juan Jesús Gallego, informa de que “no hay relación con entre la producción de vino y la pérdida de habitantes. Este fenómeno se debe al hecho de que estamos muy cerca de Zamora, donde se fue a pique la construcción y no hay apenas trabajo. Por eso la juventud se está marchando”. El regidor detalla que el sector del vino incluso ayuda a “sujetar a la población al medio rural”. De hecho, Gallego apunta que parte de los jóvenes procuraron quedarse en la zona para apostar por el autoempleo: “Algunos han montado su pequeña bodega ecológica. Incluso Manuel Fariña, que tiene una bodega por aquí, contrata a gente”.

Gran crecimiento en Cigales

En claro contraste con Toro se encuentran las localidades productoras de la Denominación de Origen Cigales. De elaboración casi exclusiva en la provincia de Valladolid -salvo el municipio palentino de Dueñas- el incremento poblacional en municipios asociados a estos caldos ofrece un gran crecimiento en la última década: 31,8 por ciento. Bien es cierto que, en este caso, la elevada tasa se puede deber a otros factores. Uno de ellos es que muchas de sus localidades se encuentran en el alfoz de la capital vallisoletana, lo que provoca que un elevado número de personas decida instalarse en estas poblaciones, cercanas a una gran urbe y con un precio de vivienda más barato.

El caso más simbólico es el de Cabezón de Pisuerga, que entre 2002 y 2012 sufrió un incremento de sus habitantes que ronda el 84 por ciento. Hace 11 años, no alcanzaba los 2.000 habitantes, mientras que en el último registro presentó una cifra superior a los 3.500. Otro municipio que ha visto incrementada su población es Cigales. La teniente de alcalde de la localidad, Celia López, considera que “la producción de vino ha sido un factor fundamental para generar ese incremento del 53 por ciento. La industria vitinícola ha crecido bastante en estos últimos diez años y se han abierto nuevas bodegas que han generado trabajo y atraido a la población”. Además, López afirma que Cigales cuenta con una ventaja añadida ya que “el nombre de la localidad, al ser homónimo al de la DO, llama la atención”.

Incremento de población y de ventas

Por su parte, los municipios productores de Ribera del Duero vieron incrementada su población en torno al cinco por ciento (4,9 por ciento). Las localidades con viñas se localizan en cuatro provincias: Burgos, Segovia, Soria y Valladolid. En total, alrededor de 90 localidades que recibieron el reconocimiento de la revista 'Wine Enthusiast', que en 2012 entregó el premio a la 'Mejor región vinícola del mundo' a la DO Ribera del Duero. No en vano, el 17 por ciento de las exportaciones de esta denominación tienen como destino Estados Unidos. Parece que cada vez son más los americanos que cambian el refresco de cola por la copa de Ribera.

La Denominación de Origen Ribera del Duero produce vinos tanto en la variedad de tinto como en la de rosado. Según la última medición, su cuota de mercado a nivel nacional supera el nueve por ciento, un registro que le lleva a erigirse como el vino con más éxito de la región. Por tanto, el crecimiento del sector vitivinícola es directamente proporcional al aumento de población en sus municipios. La producción de Ribera supone un reclamo llamativo, como refleja el hecho de que los municipios criadores de la uva de Ribera presentan un incremento poblacional de casi el 5 por ciento, el más alto de todas las zonas vinícolas tradicionales dejando de lado el caso más particular de Cigales.

Como inmediato competidor del Ribera del Duero se encuentran los caldos con Denominación de Origen Rueda. Estos vinos han sufrido un incremento espectacular de sus ventas en algo menos de diez años. Como muestra, se puede comparar los datos de 2003 y 2012. Hace diez años, la Denominación de Origen Rueda no alcanzaba el cuatro por ciento en la cuota de mercado nacional. En la última medición, correspondiente al primer semestre del año pasado, los vinos de Rueda alcanzaban el 8,7 por ciento. Por tanto, en menos de una década, Rueda ha conseguido duplicar su aceptación, consolidándose como la segunda denominación de la Comunidad -muy cerca de, hasta hace poco, los intratables Ribera-.

Esta evolución positiva se correlaciona también con el incremento medio de los habitantes de las más de 60 localidades vallisoletanas, abulenses y segovianas productoras de esta variedad. En concreto, de las aproximadamente 66.000 personas que vivían en estas zonas en 2002, se ha pasado una cantidad de más de 68.000, un incremento equivalente al 3,5 por ciento. En la localidad de Rueda, con nombre homónimo al de la denominación, el crecimiento de población se estancó en la última década -presenta un mínimo crecimiento negativo-, pero según su primer edil, Juan Alonso Morales, “la producción de vinos es uno de los factores más importantes para evitar el éxodo. Si no hubiera bodegas, la población de la localidad se resentiría mucho más. Ahora se mantiene relativamente estable”.

Por su parte, la producción de vinos con denominación de origen Bierzo también ha sido una de las causas principales que provocan un incremento en la población de más de un cuatro por ciento en los últimos diez años en los municipios con viñedos. La DO Bierzo, de crianza exclusiva en la comarca homónima -toda ella inscrita en la provincia de León- es hoy por hoy, la tercera castellana y leonesa con mayor número de ventas. Este dato se contrapone al de 2003, cuando se situaba en quinta posición por detrás de Toro y Cigales, a los que, con el paso de los años, ha superado. Para el alcalde de Cacabelos, Adolfo Canedo, el incremento de población (un 14 por ciento en este municipio berciano) se debe al binomio de proximidad con Ponferrada y el gran empuje del sector vitinícola. “Ambos factores hacen que el asentamiento de población sea más cómodo y fácil que en otras localidades”, asegura Canedo.

Buenas perspectivas

Las cifras tan positivas que presenta la industria del vino tienen visos de mejora. En un momento caracterizado por el bajo consumo en todos los ámbitos, las evoluciones vinícolas en cuota de mercado, producción, ventas o apertura a nuevos países son positivas. Parece que el vino castellano y leonés no entiende de crisis. Más bien al contrario. Como ejemplo, mientras las cifras de crecimiento de venta de vinos a nivel nacional cayeron -de octubre de 2011 a septiembre de 2012- un 0,7 por ciento, en Castilla y León aumentaron un 8,6.

Con nueve denominaciones de origen, más de 75.000 hectáreas de viñedo, 18.500 productores, cerca de 600 bodegas, una producción de dos millones de hectolitros al año y un volumen que ventas de 480 millones de euros, queda claro que el sector vitivinícola tiene un impacto económico y social clave en la región. Por eso, en contra de números y tendencias que demuestran un proceso general de éxodo rural, la población brota entre las viñas.

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