Te presto mis ojos para correr
Nueva marca para el leonés Gilberto Suárez, uno de los nombres que se pueden escribir dentro del grupo de los atletas que han superado la prueba más exigente del triatlón. Pero en esta ocasión el premio es a nivel personal, tremendamente enriquecedor, y se enmarca dentro de una prueba muy diferente a la que están acostumbrados a correr los deportistas, un reconocimiento muy especial y que dejaría de tener sentido si no lo pudiera disfrutar junto a su 'compañero de faena' Jony, un hombre de 52 años con discapacidad degenerativa visual del 81%.
Curioso y muy empático con la gente de su alrededor, un día a Gilberto se le cruzó la idea de convertirse en corredor guía al conocer la existencia de la plataforma asturiana EDP, y en concreto el proyecto que pone en contacto a corredores con gente invidente o con discapacidad visual. “Es la propia plataforma la que enlaza corredores con guías. Yo me apunté y me contactó Jony. Así, quedamos para empezar a entrenar e hicimos muy buenas migas. Lo pasamos fantástico y nos pusimos de reto hacer una carrera juntos”, una promesa cumplida el pasado 21 de enero en Asturias, cuando los dos juntos participaron en los 10 km de Oviedo hasta Las Caldas.
“La prueba transcurre por una senda verde, que sale del centro de Oviedo hasta llegar al pueblo de Las Caldas. Se trata de un carril asfaltado, rodeado de árboles, y con un terreno llano, casi sin irregularidades, pero donde tenemos que estar atentos a cualquier posible socavón”, explica Giberto, quien en esos momentos se convierte en los ojos de Jony para que pueda correr libre.
“Él tenía una marca que quería bajar, y lo conseguimos, estando en todo momento unidos. Además quedó segundo dentro de su categoría”, añade el deportista leonés, que explica cómo consiguen mantener esa complicidad sin dejar de lado su objetivo de llegar hasta el final: “Llevamos una cinta que cada uno agarra por un lado, y que en los tramos fáciles yo suelto; donde hay bastante visibilidad él va solo. En los túneles le vuelvo a agarrar”.
Correr libre, una cuestión de confianza
Acostumbrado a la alta competición, Gilberto nunca había corrido con una persona deficiente visual, por lo que en su primer encuentro le confesó a Jony que sentía una responsabilidad muy grande y que no sabía cómo podía ayudarle. “Me dio unas ligeras pautas de cómo hacerlo. Él siempre me dice que vaya por su izquierda, un poco adelantado para tenerme controlado. Cuando hay alguna 'trampa' en el terreno se lo tengo que señalar con el dedo (él conserva algo de vista) o decírselo de viva voz: 'Jony trampa, cambio de desnivel, escalón hacia arriba, cuesta...', lo que sea. Al pasar por algún túnel, él me pide que agarre la cinta”, comenta Gilberto, quien reconoce que es una situación en la que tiene que ir pendiente, pero que se vuelve automática.
Jony tiene un tacto para todo muy especial. Compartir sus propios retos hace que sean mis propios retos
“Voy atento de mi trayectoria y de la suya, sobre todo de los imprevistos que puedan surgir, como una cuerda en el camino, o que aparezca un perro. Pero es una experiencia muy enriquecedora, me gusta mucho correr con alguien como él, y sé que él también lo disfruta porque cuando vamos juntos sólo se tiene que preocupar de correr”, confiesa el ironman.
En cuanto a las diferencias de correr por su cuenta o unido a la cinta de Jony, Gilberto destaca una muy importante: “Cuando corro para mí sólo voy buscando un tiempo, una meta. Con Jony sólo voy a disfrutar con un compañero de entrenos, quien tenía su propia marca y consiguió que se convirtiera en la mía también. Es algo que me llena a nivel personal y deportivo porque él corre mucho. Trato de pasármelo bien con un amigo; somos un equipo, compartimos deporte y eso es lo que más me gusta, por encima de cualquier marca deportivamente hablando. Prefiero hacer una carrera junto a él a llegar yo solo mejorando un tiempo”, destaca el deportista, recordando cómo 'volaron' en la carrera asturiana, y se emocionaron al llegar a la meta.
Intercambio de aptitudes
Jony, entrenado por Martín Fiz, empezó a correr hace tres años aproximadamente, más o menos al mismo tiempo que se le empezó a desarrollar la enfermedad degenerativa visual que padece. “Era un directivo importante de una empresa con mucha gente a su cargo, y yo aprendo muchísimas cosas de él. Cuando estamos juntos hacemos muy buena pareja porque me da muy buenos consejos para mi desarrollo profesional”, declara con admiración Gilberto, quien a cambio le ofrece su mano a la hora de correr.
La próxima carrera pendiente para este pequeño equipo será la media maratón de Gijón, a finales de abril. “Jony tiene un tacto para todo muy especial. Compartir sus propios retos hace que sean mis propios retos. Por ejemplo antes de tener la enfermedad, iba mucho al monte, y a raíz de su falta de visión no ha vuelto. Yo le he prometido que haremos juntos una carrera de montaña. Y la vamos a hacer”, sentencia Gilberto, quien se ofrece a entrenar con personas con deficiencia visual en León a quienes les apetezca practicar deporte con él. (Pueden contactar con Gilberto a través de ileon.com).