Tsacianiegas, el sonido tradicional de Laciana entre éxito y exilio

Raquel y Laura Álvarez Alonso, Tsacianiegas, en San Froilán junto a la Catedral de León.

Luis Álvarez

Las hermanas Raquel y Laura Álvarez Alonso, naturales de San Miguel de Laciana (Villablino) son las integrantes del dúo Tsacianiegas. Mucho más que un grupo, estas dos jóvenes con sus panderos, panderetas, castañuelas, voces y bailes difunden la música tradicional de su tierra de origen por toda España y también por algunos lugares de Europa con gran orgullo.

En los usos sociales comunes de la comarca de Laciana, uno de profundo arraigo es el de la hospitalidad. Cuando alguien te sienta en su mesa para compartir comida, café o dulces lisonjas es señal clara de hospitalidad franca y sincera, no un simple gesto de cortesía. Y la familia Álvarez Alonso es lacianiega auténtica. De ahí que una larga y serena conversación con la finalidad de un reportaje llevara de la música a la vida, de los proyectos a las ilusiones que hay detrás de Raquel y Laura.

Es difícil reunirlas porque ambas viven en el 'exilio' casi permanente desde que han cumplido los 18 años. Raquel, ahora con 34 años, fue a la Universidad de León para hacerse biotecnóloga, y Laura, con 32 años, a la Politécnica de Madrid para cursar una Ingeniera de Caminos, Canales y Puertos, profesiones que ambas ejercen hoy.

El nacimiento

Raquel es un torbellino de palabras, muy espontánea, alegre, dicharachera, como ella dice de sí misma y de su vida, “una anarquía ordenada o un caos regulado”. Frente a una espontaneidad que quizá tapa algunos recelos de sí misma, Laura se muestra más metódica, aplomada, segura. Se demostró con la creación del dúo que ambas forman: En 2008 llamaron a Laura para tocar y cantar la boda tradicional en el Mercáu Tsacianiegu. Raquel rememora que “no me atrevía ni a tocar el pandeiro ni a cantar delante de la gente solas las dos, pero Laura insistió tanto para que la acompañara que me convenció y me uní ese año a ella”.

En su primera intervención pública como Tsacianiegas, pese a que aún no se habían asignado el nombre artístico (aquí, en su perfil de Facebook), Raquel ya estaba en la Universidad y Laura se fue al año siguiente. De modo que su andadura artística se marca ya por “esa lejanía y ausencia de nuestra tierra”, porque lo ven como “lo que mantiene la existencia del dúo: si viviésemos aquí, seguramente no existiría porque estaríamos integradas en algún grupo local y no tendría sentido para nosotras actuar a parte.

La vida musical

El grupo de bailes tradicionales del que formaron parte durante 10 años, desde los tres años Laura, la pequeña, y los cinco de Raquel, fue en el Grupo Tsaciana. Allí adquirieron las primeras habilidades musicales y de danza, e incentivaron el amor por las tradiciones, que sus padres también les enseñaron.

Desde aquel 2008, en el que actuaron las dos solas, hasta hoy han transcurrido 15 años. Y sus apariciones en público o en proyectos musicales son tan limitadas como las que les otorga la disponibilidad de su vida profesional. El proyecto más reciente en el que han participado ha sido en la grabación del último disco de Kepa Junkera, 'Erromeriak', que se presentará en Bilbao el 20 de agosto, donde estarán presentes.

En agosto se multiplican sus apariciones. Así, el día 5 participaron en el magno encuentro de músicas tradicionales de Felechas (Boñar). El día 12 en el Monasterio de Carracedo (Carracedelo), en una colaboración con el gallego Carlos Núñez, en su segunda actuación conjunta, ya que la anterior fue en el Auditorio de León el año pasado. Y el día 19 en Caboalles de Abajo en la 'Primera Xuntanza de Pandeiros y Panderetas'.

Y será otoño cuando acudan a la 'Romería de los Pájaros' en Paradilla de Gordón el 24 de septiembre, y el 11 de octubre en Frankfurt (Alemania) en un festival de voces femeninas españolas.

No pueden prodigarse más, por sus quehaceres profesionales y el hecho de residir en ciudades diferentes, León y Oviedo. “Si tenemos actuación en Asturias, nos reunimos en casa de Laura, ensayamos por la tarde del día antes o por la mañana y a la tarde actuamos”. Utilizan el domicilio de la que esté más próxima al lugar de actuación. Y ahora desde la pandemia “utilizamos mucho las grabaciones y videollamadas, para preparar repertorios, ensayar, corregir o probar cosas nuevas”, admiten.

Así por ejemplo han hecho la última grabación para el disco de Kepa Junkera. Explica Raquel que “nos resultaba difícil poder ir hasta Bilbao a grabar”. Por lo que, aprovechando el tirón familiar, “mi pareja trabaja en un estudio de grabación, nos acercamos hasta Oviedo con equipo técnico, grabamos y enviamos varias pruebas a Kepa, que les sirvieron para incluir en el disco”.

La vida profesional

Como música y baile son solo una afición, deben compaginarlas con el resto de sus actividades. Raquel y su “caos ordenado” bromea al admitir que su hermana “no tiene agenda, lleva su vida en unas hojas de Excel” con horarios de trabajo, viajes de empresa, congresos, el tiempo para la música y el grupo de folclore Xeitu de Oviedo en el que participa, el tiempo para el pádel y el el tiempo de compartir con su marido.

Laura y Alejandro, se casaron en el pasado mes de abril. Novios desde el primer año de universidad, compartieron estudios (carrera y Doctorado), profesión y trabajo, hasta que frente a la Catedral de Oviedo él se decidió a pedirle matrimonio, después de una actuación del grupo de baile Xeitu, del que ambos son integrantes. “¡Y además en patsuezo!, que yo le traduje el texto”, rememora Raquel.

Por otro lado, Raquel trabaja como microbióloga en el Departamento de I+D de una farmacéutica en León, un trabajo muy absorbente y con un cierto grado de imprevisibilidad. Como su hermana Laura, ella también es deportista, aunque en su caso karateca, y también baila y canta con colectivos de música tradicional, aunque aclara que “no pertenezco a ninguno de forma fija, pero si me llaman y puedo voy a colaborar”. Porque le encanta “conocer cosas nuevas, aprender y en ocasiones buscar una posible fusión con lo nuestro”.

“Un compromiso con nuestra tierra”

Ambas son conscientes de “llegará un día que tengamos que dejar” la música tradicional profesional. Pero mientras ese momento no llegue, disfrutan de lo que les apasiona. “Es casi como un compromiso personal, con nuestra tierra, nuestros antepasados, nuestra familia, del que además disfrutamos”.   

Hijas de su tierra, en la montaña leonesa, en Laciana, siempre ha habido clanes familiares donde predomina el matriarcado. Una sutil disciplina muy femenina entreteje la ligazón de todos sus miembros. En su caso, la primera que marcó la unión fue la abuela paterna, Alvarina, fallecida hace pocos años. Ahora la responsabilidad en la familia recae en Araceli, la madre.

Con su marido, José Luis, conocido popularmente por todo el pueblo como Chelu, son una pareja en la que los gustos y el amor por las tradiciones están arraigados con tanta fuerza que, conociéndolos, a nadie puede extrañar que sus hijas hayan formado el dúo Tsacianiegas. Chelu graba monólogos en patsuezo y sus hijas los cuelgan en Youtube. También es de los pocos campaneros que quedan en la comarca, desde la iglesia de San Miguel. Lo demostró en el último Mercáu Tsacianiegu, llamando a concechu (concejo) o en la boda tradicional a repique y al vuelo.

Haciendo panderos cuadrados

Las ropas y los vestidos tradicionales para toda la familia, los confecciona la madre. Cuando compraron para Laura, siendo una niña, el primer pandero cuadrado, fueron hasta una aldea del Concejo de Cangas del Narcea a buscarlo. Pero Araceli pensó que podía hacerlos ella misma. Dicho y hecho.

Desde entonces ella hace los panderos para sus hijas y para gente que se los encarga. “El armazón de madera me lo hace un carpintero”, luego el resto “ya es cosa mía”. Aprendió a curtir las pieles “con un curso acelerado y algún tutorial de internet”, dice. Un ganadero del pueblo le regala las pieles de las ovejas o corderos y ella las prepara para convertirlas en instrumentos musicales, haciendo buena la popular copla patsueza: “Esti pandeiru que tocu / yia del pellechud´ougüecha / que ayer berraba nel monte / güei toca que retumbietsa”.

Precisamente, Retumbietsa es el nombre que Araceli usa para su página de Facebook, en la que muestra sus trabajos con este instrumento musical tan arraigado y extendido en la cultura tradicional, amén de otras artesanías como las panderetas.

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