Isabela Amati, entre el bel canto y el orden público

isabela amati soprano

j manuel lópez

Políglota, mezo soprano, licenciada en filología y lengua china, enamorada del castellano, y Policía Local en las bulliciosas calles de la eterna Roma, Isabela Amati, (Roma, 1975) es capaz de envolvernos con su voz robusta de mezo soprano, al tiempo que exhibe honestidad y tesón en sus ojos verdes de una belleza vibrante; ella es una de las invitadas este viernes a la gala que nos recuerda diez años de andadura del Auditorio Ciudad de León.

Su destino está ligado a León desde hace años y no resulta extraño cuando proclama, con una sonrisa sincera, que se siente leonesa de adopción. Aquí ha subido el primer peldaño de la escalera que conduce a los sueños. A los suyos. Parte de la culpa la tienen Margarita Morais, presidenta de Euterphe, Marta Arce, soprano leonesa y sobre todo la gran Teresa Berganza.

Los sueños tempranos de Isabela están ligados a la opereta italiana, siempre en boca de su abuelo, cirujano y barítono, o a ese primer director de orquesta que reparó en su voz con doce años. Pero en el seno de una familia de madre profesora de matemáticas y padre funcionario de la Providencia Social, la idea no sintonizaba.

Aún adolescente, una profesora de 85 años le enseñó los primeros pasos para modelar la voz. Pero el parkinson de la docente no dejó margen de maniobra. Tanteó otros nombres pero...

Una acuerdo

Y fue entonces cuando alcanzó un acuerdo con sus padres, sin renunciar a nada. Durante el transcurso de una década se licenció en filología y lengua china, “el futuro es amarillo” proclama Isabela, vivió algún tiempo en los territorios del emperador y finalmente retornó al tumulto de la ciudad de los más de tres millones de habitantes y otros tantos, casi, sin censar.

Nunca había abandonado sus deseos más íntimos y tras la vuelta husmeó en varias alternativas; “en Italia hay muy buenos cantantes y muy malas academias”, explica, hasta que encontró a la profesora que comenzó a sacar el rendimiento preciso a su voz.

Es ahí, en este entretiempo, cuando León se cruza en el camino de Isabela. Una vez que tuvo noticias de las lecciones magistrales que impartía Teresa Berganza en esta ciudad remitió una grabación y finalmente fue aceptada. A partir de ahí fluye la comunicación entre León y Roma vía Fundación Euterphe.

Por eso León se ha colado en la vida de Isabela como una parte indispensable de un sueño que cada vez se hace un poco más visible. Ahora su voz de mezo soprano ya asentada facilita el camino.

Policía Local

A Isabela Amati no le causa demasiado traspiés el trajín de los ensayos, los viajes, las idas y venidas, porque desde hace tres años forma parte de la plantilla de más de 7.000 agentes de la Policía Local de Roma y en el departamento del área judicial en la que trabaja no le faltan sobresaltos.

En su hoja de ruta diaria tiene contacto permanente con inmigrantes, gitanos y muchos ciudadanos chinos escondidos en los grandes telares clandestinos que crecen por doquier en la ciudad en la que una loba amamantó a Rómulo y Rémulo. Habla con orgullo de su trabajo en las calles, de la vitalidad que proporciona la felicidad ajena, aunque sea nimia y se evapore con facilidad. Y una ciudad con muchas turbulencias, muchas cosas buenas y otras no tanto, todo en una urbe tan elefancíaca como Roma.

Al mirarnos al espejo, dice Isabela que se nos nota, a unos y otros, la estirpe mediterránea, el apego por la familia, el legado de la iglesia católica y apostólica, una historia paralela.

Isabela lo que quiere es seguir cantando. Madurar cada día. Pisar los escenarios de mil y un ciudades, conocer en cada una de ellas a embajadores como Maxi Cañón, que ha estado en la sombra echando una mano en la elaboración de la gala lírica, con quien Isabela ha charlado largo y tendido estos días “como con alguien a quien conoces desde hace años”.

Aviso a navegantes. Confiesa sin recato sus 37 años y su intención, tarde o temprano, de formar familia, de tener tres hijos. Y de cantar, siempre cantar.

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