'Elio': ¿Estamos solos?
“¿Estamos solos en la galaxia, o acompañados?”, cantaban los vigueses Siniestro Total. Esa parece ser también la zozobra existencial que mueve los días de Elio, un chaval listo y travieso que sueña con ser abducido por extraterrestres. Nuestro pequeño protagonista vive con su tía desde la muerte de sus padres. Se siente solo en casa, en el colegio y en el universo. En el fondo se siente como un alienígena en su propio planeta. Por eso cree a pies juntillas que tiene que haber alguien en alguna remota galaxia que pueda comprenderle de verdad. Hasta que un buen día sucede lo que siempre había anhelado: se produce el milagro y por una serie de rocambolescas situaciones es transportado al espacio e identificado por error como el embajador galáctico de la Tierra. O mejor dicho, es una buena noche cuando todo su mundo se pone patas arriba, que estas casualidades cósmicas son más de acontecer al amparo de la oscuridad, cuando el cielo se llena de todas esas estrellas que también están hechas del material con el que se forjan los sueños.
La nueva producción de Pixar no pasará a la historia por revolucionar los paradigmas estilísticos o argumentales del cine de animación, pero cuenta con las suficientes dosis de buenos sentimientos como para hacernos pasar un buen rato al amparo del aire acondicionado de la sala mientras el verano derrama su calor sobre el mundo. La cinta se despliega en dos escenarios paralelos, con una linea narrativa más pobre que cuenta las aventuras espaciales y otra definitivamente más divertida que transcurre en la Tierra. En la parte que sucede en el espacio se echa de menos cierta audacia formal, con unos diseños de los personajes algo romos y unos fondos de animación también austeros y ajenos a esa capacidad de dejarnos con la boca abierta que suele ser marca de la casa. Lo mejor es la historia de amistad entre el propio Elio y su inesperado compañero de aventuras galácticas, con algunas situaciones genuinamente graciosas y llenas de ternura.
Elio se ve con agrado, es simpática aunque emocionalmente menos adulta y profunda que sus compañeras de productora. O dicho de otro modo, podría ser considerada una estupenda cinta de animación si no acudiéramos a la sala esperando otra de esas joyas a las que nos tiene acostumbrados Pixar.
Al final, como casi todo en esta vida, es una cuestión de expectativas.