Cine

'El cautivo': basada en hechos reales

'El cautivo', película de Alejandro Amenábar basada en la esclavitud de Cervantes en Argel.

Antonio Boñar

Un simple vistazo a la corta y brillante carrera de Amenábar sirve para corroborar la certeza de que estamos ante un realizador cuyas inquietudes creadoras le han llevado a asumir nuevos y mayores retos en cada proyecto emprendido. Pero, además de su osadía, lo que le ha convertido en uno de los cineastas más talentosos de su generación es la versatilidad que ha demostrado para moverse con solvencia en distintos géneros, saltando en sus primeras obras de un thriller como Tesis (1996) al cine fantástico de Abre los ojos (1997), al terror de Los otros (2001) o al realismo dramático de Mar adentro (2004). Luego llegarían sus títulos más discutidos, unas aproximaciones históricas a personajes tan dispares como la Hipatia de Ágora (2009), el Miguel de Unamuno que vemos en Mientras dure la guerra (2019) o esta particular recreación de los años que Miguel de Cervantes estuvo preso en Argel.

El cautivo (2025) es una mirada lúcida y atrevida sobre el autor del Quijote, pero también algo desubicada y tramposa, poco sutil en su discurso narrativo. Aunque el mayor debate que ha desatado el filme es su posible falta de rigor histórico, las licencias que se toma su director para dibujar ciertos aspectos de la vida de Cervantes. Hablamos en definitiva de esa capacidad que tiene todavía cierto cine y ciertos autores para crear, para fantasear y proponer nuevos relatos alejados de la verdad más canónica. Y precisamente de eso se trata: una ficción inspirada en hechos reales no está construida para dar una clase de historia, es una obra personal que está indefectiblemente traspasada por la visión de su autor. 

Este espectador no tiene ningún interés en discutir si Amenábar se ha tomado o no ciertas licencias históricas, si acaso en explicar por que su película le ha parecido una original propuesta que entronca desde su genuino sentido de la aventura con la obra de su admirado Steven Spielberg, el director con el que más se identifica. Porque su forma de entender el cine también se nutre de una convicción: el espectáculo y el entretenimiento no sólo no te distancian de la calidad, son una aspiración innegociable. Como el realizador americano, Amenábar también hace sus películas pensando en todo momento en el espectador, jugando con los resortes dramáticos y visuales del lenguaje cinematográfico hasta encontrar la manera de embaucarle con sus cuentos, de emocionarle. Básicamente, a ese cosquilleo sordo y diminuto que brota en nuestro interior es a lo que llamamos 'la magia del cine'. Aunque es precisamente la ausencia de esa emoción la mayor carencia que lastra el filme que nos ocupa. El cautivo está espléndidamente armada y conjuga con precisión de artesano su narrativa con un poderoso sentido visual. Se ve por momentos con placer, pero desde la distancia. Le sobra elegancia académica y le falta alma. 

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