Emilio Vega: “Mis paisajes interiores apuntan a los valores inherentes a los seres humanos”
“Crecí en el Coto de Wagner con el temor de un niño
a quedarse sin padre cualquier día en la mina.
Y lo vi morir joven (el pulmón obturado
por respirar durante más de treinta años
el polvo del metal que él extraía).“
(Emilio Vega, 'Coto Wagner').
Escritor todoterreno, el lacianiego Emilio Vega Gómez ha cultivado varios géneros literarios, tanto poesía (tal vez su fuerte), narrativa breve, artículos de fondo, comentarios de opinión, prólogos para libros o crítica literaria. El autor de 'Canción rota de amor bajo la lluvia“, que ha tenido la fortuna de coincidir en el mismo espacio y tiempo un número elevado de escritores y artistas en general en la provincia de León, no cree que los leoneses, por el hecho de serlo, gocemos de una idiosincrasia especial, ni tampoco de un gen en nuestro ADN que nos predisponga para ser artistas. ”Si gozamos actualmente de este pequeño Siglo de oro provincial, se debe únicamente a la casualidad. Hemos coincidido. Y eso es magnífico. Pero no presupone en modo alguno que este despliegue de talento no tenga fecha de caducidad. Tal vez dentro de 30, 40 ó 50 años la lista vuelva a sus cauces normales o se reduzca considerablemente“.
Aunque nacido en Laciana, como el académico Luis Mateo Díez, Emilio Vega ha vivido y desarrollado su labor creativa en el Bierzo, “una tierra de singular belleza”, de la que se siente hijo adoptivo. Confiesa que salió (o lo sacaron) de Laciana con escasos tres meses de edad. Por tanto, lleva residiendo casi 60 años en El Bierzo, donde naciera Antonio González-Guerrero, “el poeta más grande que ha dado nuestra tierra”, lo significa todo para él, que cada vez que por motivos profesionales se desplaza a otra ciudad, acostumbran a presentarlo como un poeta berciano, algo que le enorgullece, si bien en su obra no existen visiones descriptivas sobre el paisaje o paisanaje del Bierzo, porque los suyos son “paisajes interiores que apuntan decididos a los valores inherentes a los seres humanos; es decir, al amor con mayúsculas en todas sus variantes o acepciones, a la bondad, la solidaridad o a la justicia social”. La suya es, en definitiva, una poesía herida de humanidad en intenciones, que nace del corazón y se dirige también directamente al corazón del lector u oyente.
Si gozamos actualmente de este pequeño Siglo de oro provincial, se debe únicamente a la casualidad.
Poesía intimista y social
Una suerte de poesía, la suya, que la crítica especializada asociara, durante años, con las corrientes más actuales del romanticismo, definición que el creador de 'Dejad paso a la luz que nos despierta' comparte en cierto modo, aunque le parece parcial e injusta, porque su poesía es sobre todo introspectiva o intimista, filosófica (me atrevería a decir que existencialista), mística o social.
“Romántico sin cura a la vetusta usanza,/ acostumbro a dar más que aquello que recibo./ Soy un hombre sensible al que no le importuna/ entregar su corazón, aunque resulte herido.”
En los últimos tiempos, también se han acuñado términos como Mesianismo, Poesía de la experiencia, o Humanismo solidario para definir su poesía. “Acepto cualquier clase de istmo que se aplique a mi poesía, pero sinceramente, no me preocupa demasiado”, porque Emilio considera que un escritor debe dedicarse únicamente a su tarea principal, “que no es otra que escribir, y dejar que sean los críticos quienes conceptúen, denominen, clasifiquen o bauticen nuestro trabajo literario”.
Emilio Vega, que reivindica a Mario Benedetti, por su talento y la profundidad de pensamiento que se aprecia en toda su obra literaria, se siente satisfecho como poeta fundamentalmente con los últimos cinco libros publicados, aunque se quedaría también, seguramente, con trabajos puntuales de mis obras anteriores. “No obstante, debo puntualizar a este respecto, que si comenzase ahora mi carrera literaria, probablemente cambiaría muchas cosas y muchos de mis poemas no hubieran sido publicados nunca”.
Su obra figura en algunas antologías, que agradece y valora, incluso se siente enorgullecido de formar parte en las mismas, sin embargo considera que es algo totalmente anecdótico, “ya que en ningún caso lo he buscado. He sido incluido en ellas por terceras personas, en algún que otro caso sin saberlo”. También se muestra escéptico y crítico respecto a los galardones literarios, él que ha ganado algunos premios nacionales e internacionales en certámenes poéticos, porque está convencido de que no convierten a los premiados, en ningún caso, en ser mejores escritores. “Son necesarios, por razones evidentes, y contribuyen a que la gente nos mire quizás con un poco más de respeto. Pero todos cuantos se mueven en el mundillo de la literatura, saben perfectamente cómo se otorgan éstos en la mayoría de los casos, los criterios por los cuales se rigen y los intereses, casi siempre espúreos, a los que están sometidos”.
Si comenzase ahora mi carrera literaria, probablemente cambiaría muchas cosas y muchos de mis poemas no hubieran sido publicados nunca.
Además de un hombre que aspira a ser esencialmente bueno y un escritor en el amplio sentido de la palabra, ya que ha publicado varios libros, algunos de gran interés, es ecologista y animador socio-cultural. En su día encabezó un grupo ecologista, “el primero, por cierto, que celebró en Ponferrada el Día Mundial del Medio Ambiente”. Y ha dedicado parte de su vida a crear y dirigir varias Asociaciones culturales o literarias. En la actualidad, codirige 'Encuentros de poetas' a través de la sección literaria del Instituto de Estudios Valdeorreses, “donde llevamos ya 29 ediciones consecutivas del mencionado evento”.
Asimismo, colaboró durante un tiempo y de modo activo con el Instituto de Estudios Bercianos, donde vivió una etapa corta, “pero absolutamente maravillosa y apasionante”. Por su Taller de Poesía pasaron las firmas más señeras de nuestra literatura autóctona y las mejores plumas y los nombres más significativos de la literatura española en general, lo cual le permitió aprender mucho de ellos, y entablar también, en la mayoría de los casos, muchas y hermosas amistades. No obstante, resalta que con el Instituto de Estudios Valdeorreses ha gozado desde el primer momento de una valoración y un respaldo que quizá no tuvo en Instituto de Estudios Bercianos, algo que achaca fundamentalmente a las circunstancias por las que atravesaba la institución berciana en esa etapa, “de modo que trato de devolver ese cariño no escatimando esfuerzo alguno en mi trabajo”.
Ahora, está embarcado en un nuevo poemario de temática amorosa (“al menos será así en su mayor parte”), que ha titulado, 'Por el dulce sendero que conduce a tu nombre', de un modo provisional. Y colabora, de forma esporádica, con artículos diversos para diferentes medios de comunicación, como la revista 'Contrastes', perteneciente a la Asociación de Escritores y Artistas de Pontevedra.
Entrevista breve a Emilio Vega
“Procuro esforzarme por tratar de ser un hombre esencialmente bueno”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
Volvería a releer con agrado muchos libros; entre ellos, un volumen de máximas perteneciente al filósofo argentino Antonio Porschia, cuyo título soy incapaz de recordar en este instante; 'Sinuhé el egipcio', de Mika Waltari, que me impactó en su día; el diccionario de Coll, por aquello de distanciarme de la seriedad de la poesía... Pero debo señalar que me releo a mí mismo constantemente para no repetir ideas o conceptos ya utilizados con anterioridad en mis poemas.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)
Siempre he considerado a Quevedo y a Shakespeare como los grandes genios de la literatura, de modo que me quedo con ellos como personajes imprescindibles. Y en el terreno particular, con mi hijo Marcos, por supuesto, ya que sin él mi vida carecería de sentido
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)
No podría, en justicia, elegir ninguno. Por farragoso que un libro me resulte, soy de los que piensan que siempre puede encontrarse en él algo de valor, algún aspecto revelador o aprovechable.
Un rasgo que defina tu personalidad
Sabido es que cualquier hombre es la suma de tres realidades; a saber, como él se ve, como los demás lo ven y como es en realidad; de modo que no acostumbro a definirme a mí mismo. Sin embargo, lo consiga o no, porque ello es debatible, procuro emular a un poeta que admiro, Antonio Machado, y esforzarme, como él, por tratar de ser un hombre esencialmente bueno.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
Valoro especialmente la autenticidad. Me agradan las personas que te miran directamente a los ojos cuando te hablan, y quiero a mi lado siempre personas íntegras y honestas. No soporto la deslealtad, la traición y la mentira.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Teniendo en cuenta que la política es “el arte de engañar a la gente”, en palabras de Ortega y Gasset, ni comulgo con la clase política ni me inspiran tampoco ninguna confianza. Si de mí dependiese, los transformaría a todos ellos en sastres o en diseñadores de moda. Y es que habiendo en el mundo tanto dolor absurdo, tanta hambre evitable, tanta sed de justicia; se hace preciso coger aguja e hilo para darle un pespunte a la esperanza, para bordar un corazón en cada frente, para coser vergüenza a la vergüenza. Y cambiando la moda del sentir de los hombres, hacer de cada uno un traje nuevo... En lo que se refiere a la sociedad actual, la veo absolutamente corrompida. Se han perdido ya todos los valores y los pilares que la sustentaban. Estamos en manos de la Oligarquía. Y son los Bancos y los grandes “lobbys” financieros quienes dictan las normas hoy en día, y con su política monopolista, sus prácticas ilegales y sus decisiones insolidarias, nos abocan a la esclavitud y a un estado evidente de pobreza extrema.
¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
Supongo que lo mismo que a todo el mundo: Leer, pasear o viajar (cuando mi precaria economía me lo permite). Me gusta ver películas de vídeo. Reconozco que soy un cinéfilo empedernido.
¿Por qué escribes?
Me he formulado muchas veces a mí mismo esa pregunta, entre otras cosas, porque a veces sientes que no te compensa tanto esfuerzo, pero mucho me temo que no tengo respuesta para ella. Quizás, acaso, para rellenar mi vacío interior o para paliar en parte esa “fiebre” que en principio se le supone a todo artista y que sólo se mitiga o se atenúa con la culminación de un trabajo satisfactorio. O tal vez porque nací poeta, y ese es mi destino y mi propósito en la vida.
¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
Te confieso que me llevo a matar con las nuevas tecnologías. Obviamente conozco esas redes, pero no las he utilizado jamás, pese a que muchos compañeros de profesión me lo recriminan constantemente.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Mi formación intelectual es completamente autodidacta. Soy lo que los americanos denominan un “self-made man”; es decir, un hombre hecho a sí mismo. He procurado cultivarme en base a eclécticas lecturas, y gracias a ellas, he podido adquirir una buena cultura general y grandes conocimientos sobre distintas materias. No soy, como es lógico, maestro en nada, pero sí un poco aprendiz de todo.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
La respuesta es un no rotundo. No dispongo de ordenador y no tengo, por tanto acceso a Internet. Jamás he creado una página web a mi nombre, y si figuro en Google u otro medio similar, será porque alguien ha introducido mis datos. En realidad, tanto mi timidez como mi ausencia total de protagonismo me obligan a todo lo contrario, a permanecer siempre en un discreto anonimato.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo
Aunque suene a tópico, siempre me he identificado plenamente con la frase “Vive y deja vivir”. Creo que nos inmiscuimos demasiado en las vidas ajenas y no sabemos respetar ni la libertad individual ni el derecho a la intimidad de las demás personas. Juzgamos y prejuzgamos con absoluta ligereza, sin tener en cuenta para nada el daño que ocasionan muchas veces nuestros juicios de valor anticipados, o despreciando el hecho de que las palabras son saetas que, arrojadas irresponsablemente, pueden herir de muerte a las personas.