El proceso de domesticación de los perros, su comportamiento, así como su capacidad para distinguir nuestras expresiones sonoras, han sido ampliamente estudiados por la ciencia. Sin embargo, estos estudios sobre la habilidad cognitiva de los canes para comprender la comunicación humana se han centrado principalmente en animales de compañía.
Aunque estos son un modelo valioso, solo representan una pequeña fracción de la población canina mundial. Por esta razón, un nuevo artículo publicado recientemente en la revista PeerJ Life and Environment, liderado por Universidad de Medicina Veterinaria de Viena en Austria (VMU, por sus siglas en inglés), ha centrado su trabajo en los animales que viven en libertad. Hasta ahora se sabía que muestran una fuerte inclinación hacia el contacto social con los humanos y comprenden ciertos aspectos de nuestra comunicación.
“Los perros de ‘aldea’ son libres para moverse, interactuar con otras especies y congéneres y reproducirse. No son propiedad de nadie, pero viven cerca de los humanos y dependen de sus recursos. Por ejemplo, rebuscan comida en la basura o son alimentados por los humanos. De hecho, aunque en Europa pensamos en los perros como mascotas en propiedad, la mayoría de estos animales en el mundo son perros de aldea”, dice a la Agencia SINC Rachel Dale, coautora de esta investigación en la VMU.
Aunque en Europa pensamos en los perros como mascotas en propiedad, la mayoría de estos animales en el mundo son perros callejeros
Estos perros en libertad siguen experimentando las fuerzas selectivas de la domesticación, por ello ofrecen valiosas perspectivas sobre el impacto evolutivo en el comportamiento y la cognición de los canes, según esta investigación.
El objetivo de Dale y su equipo era explorar el impacto del proceso de domesticación en el comportamiento y la cognición de los perros. “Hicimos el experimento con 72 perros de pueblo y 116 perros de compañía. A los que viven en libertad los reclutamos por la calle. La mayoría de ellos eran muy amables y no les obligamos a participar en ningún caso. Tampoco les adiestramos, porque el propósito de nuestro experimento era hacer averiguaciones sin ningún tipo de entrenamiento específico”, apunta la científica.
De esta forma, intentaron explorar la capacidad de los perros de aldea para descifrar las sutiles señales comunicativas humanas, centrándose específicamente en las expresiones faciales. Para comparar sus resultados con los de los perros domésticos, que ya han dado muestras de esta habilidad social, realizaron una prueba que imitaba un escenario de la vida real.
Hicimos el experimento con 72 perros en libertad y 116 perros de compañía. A los que viven en libertad los reclutamos por la calle
“Los perros domésticos reconocen las expresiones faciales humanas. Hay estudios excelentes realizados en laboratorios controlados que así lo constatan. Sin embargo, aunque los que viven en libertad y los de compañía son la misma especie, los primeros tienen menos experiencia con humanos, por lo que no podíamos dar por sentado que tuvieran la misma capacidad”, argumenta.
Una sonrisa dice cosas muy distintas según la especie
Durante el experimento, los investigadores mostraron repetidamente distintas expresiones faciales: neutra, feliz y enfadada, en presencia de comida. Finalmente, tiraron dicha comida al suelo. Los resultados revelaron que tanto los perros de pueblo como los domésticos eran capaces de distinguir entre las sutiles señales comunicativas humanas. En particular, todos mostraron una mayor frecuencia de miradas aversivas, como apartar la vista, en respuesta a la expresión facial de enfado en comparación con la expresión de felicidad.
“La ventaja de que los canes en libertad reconozcan expresiones es que pueden utilizar esta información para decidir si deben acercarse o evitar a un humano. Si muestra hostilidad podría ser peligroso, por lo que esta capacidad podría ser adaptativa para ellos”, explica Dale.
La ventaja de que los canes en libertad reconozcan expresiones es que pueden utilizar esta información para decidir si deben acercarse o evitar a un humano
Sin embargo, el estudio no arrojó otros datos sobre efectos conductuales significativos, probablemente debido a la baja intensidad de las expresiones de emoción utilizadas. “Hay distintos seres vivos que pueden identificar las expresiones faciales humanas, como las cabras, los gatos y los caballos. En el caso de las especies domesticadas, se trata de una capacidad muy adaptativa, ya que estas especies deben coexistir con los humanos y, por tanto, ser capaces de diferenciarlas puede ayudarles a predecir lo que estos harán a continuación”, continúa la investigadora.
Asimismo, muchos animales también pueden reconocer las emociones de su propia especie y esto es muy importante para su sociabilidad, del mismo modo que nosotros utilizamos las expresiones faciales para hacernos entender con otros seres humanos. Sin embargo, reconocer las emociones de otras especies es mucho más difícil. “Por ejemplo, una sonrisa en los humanos es positiva e indica alegría, pero la misma expresión en los perros es señal de miedo o agresividad. Por eso es tan impresionante que puedan reconocer expresiones faciales de especies tan distintas a la suya y demuestra lo adaptados que están a vivir con nosotros”, concluye la experta.
Estos hallazgos tienen implicaciones en diversos campos de la biología y el equipo de investigación prevé que contribuirá a aumentar nuestro conocimiento sobre la intrincada relación entre humanos y perros y, en última instancia, mejorará nuestra comprensión de la cognición animal.
Referencia: Lazzaroni M, Schär J, Baxter E, Gratalon J, Range F, Marshall-Pescini S, Dale R. et al – 'Village dogs match pet dogs in reading human facial expressions'. Revista PeerJ Life and Environment (2023) | 10.7717/peerj.15601.