El mundo y la Historia están repletas de cosas curiosas que a veces no son noticia, pero sí son realmente interesantes. ¿Sabías que un anaquel es una tabla horizontal a modo de estante? ¿Y que proviene del árabe hispánico manáqil, que significa 'banco' o 'soporte'? Un blog sorprendente donde os contaremos lo más sorprendente de cualquier asunto.
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La Caetra publica su calendario pagano 2026, el año de las trece lunas y de un eclipse solar total en el noroeste de España
La editorial de los arqueólogos Andrea Miranda Duque y Fernando Muñoz Villarejo saca la tercera edición de su almanaque de festividades prehistóricas con las fechas correctas calculadas en periodos lunares de 28 días. Todas las civilizaciones celebraban ocho festividades en la antigüedad: cuatro lunares y cuatro solares. Estas son.
El mundo y la Historia están repletas de cosas curiosas que a veces no son noticia, pero sí son realmente interesantes. ¿Sabías que un anaquel es una tabla horizontal a modo de estante? ¿Y que proviene del árabe hispánico manáqil, que significa 'banco' o 'soporte'? Un blog sorprendente donde os contaremos lo más sorprendente de cualquier asunto.
Hubo un tiempo en el que los seres humanos medían el tiempo de forma diferente a la actual. Lo hacían mirando al cielo y con el ciclo lunar. En aquellos pretéritos momentos contaban por ciclos que duraban 28 días. Un tiempo muy lejano, en la prehistoria, que duró hasta que los romanos impusieron su calendario... que también era al principio lunar con diez meses, pero terminó siendo solar y con Julio César con los doce meses que, siglos después –con el Calendario Gregoriano que se diseñó en la Universidad de Salamanca– es el que utilzamos hoy para medir la vuelta al sol durante 365 días.
¿Pero qué fue del primer calendario anual que los prehistóricos usaban para medir el tiempo? ¿Qué se sabe de él? Pues que son muy, muy antiguos. Se conocen rituales y registros calendáricos basados en la observación de nuestro satélite, de más de veinte mil años. Algunos encontrados en cuevas de Asturias, que usaban marcas para seguir fases lunares y ciclos de caza de animales, o el calendario lunisolar de Warren Field del 8.000 antes de la Era Común (A.E.C.) con 12 fosas para fases lunares, indicando una profunda conexión con el tiempo, la naturaleza y la supervivencia, rituales que se reflejan en celebraciones posteriores como las de culturas prehispánicas americanas y asiáticas, con danzas, ofrendas y respeto a la luna. Porque no era una cuestión europea solamente, este conteo del tiempo se producía en todas las culturas, las mesoamericana y la china incluidas.
Medir las fases de la luna eran prácticas de seguimiento temporal y rituales de conexión con el cosmos, esenciales para la vida de cazadores-recolectores, basadas en la observación del lucero nocturno para predecir y organizar su mundo, una tradición que perdura en festividades actuales y que se incorporaron a las culturas celtas (aunque la zona del noroeste de España, la Gallaecia de galaicos y astures era castreña y no céltica al igual que más o menos ocurría con los cántabros) y germánicas, que son en las que se basa el calendario pagano que se acaba de publicar en León.