Las madrugadas desde el mostrador de un hotel

Juan Getino recepcionista en el Hotel Riosol.

Miguel Ámez

Un gran escaparate para ver todo tipo de gente es desde la recepción de un hotel. Juan Getino de 28 años, lleva seis dedicándose a ser recepcionista de hotel. Este Leonés, licenciado en Turismo lleva trabajando de noche muchos años, actualmente lo hace en el Hotel Riosol.

Para Juan trabajar de noche es “diferente”. En este hotel se reparte el día entre los recepcionistas en tres turnos: mañana, tarde y noche, con una jornada nocturna desde las 00.00 horas hasta las 8.00 horas. “En este horario trabajas con menos presión y el hotel está más tranquilo pero también tengo más responsabilidades ya que si ocurre algo soy yo el único que está al frente del barco”, comenta Juan.

Hasta la fecha este recepcionista asegura que nunca ha tenido ningún altercado ni problema, pero que sí que hay compañeros suyos que se han visto involucrados en situaciones incómodas con clientes, o incluso con gente que entra de la calle a molestar. “La puerta está siempre abierta y las noches suelen ser muy tranquilas pero son unas horas en las que estás más expuesto a posibles problemas, ya que puede entrar cualquiera, pero tampoco hay que tener miedo”, explica.

Más tranquilidad pero mayor responsabilidad

Es muy diferente el movimiento que se nota en un hotel durante el día respecto a la noche. “Durante el día en el hotel está constantemente entrando y saliendo gente pero por la noche puede haber incluso una, dos o tres horas que no venga nadie” Es entonces cuando Juan aprovecha para leer, revisar papeles o tomarse un respiro. “Este horario es perfecto si quieres tener tiempo para compatibilizar con una carrera, ya que por la noche puedes dedicarle algo de tiempo”.

Juan asegura que trabajar mientras la gente duerme merma la vida social. Cuando sale de trabajar a las 8.00 horas come algo o va a correr al río para desconectar. Al llegar a casa se mete en la cama y se levanta sobre las cinco de la tarde. “A esa hora no pillas a nadie para tomar algo o dar una vuelta ya que la mayoría está trabajando, lo que hace bastante más complicado coincidir con los amigos, y más aún los fines de semana que es cuando más trabajo tenemos. Ya no te digo los compañeros que tienen mujer e hijos, que igual coinciden con ellos sólo dos o tres horas al día”.

El trastorno del sueño es otro de los principales problemas. “A veces llego a casa a las 8.00 horas y no consigo dormirme hasta las 12, y claro al dormir menos luego por la tarde el cansancio empieza a pasar factura”. Respecto a la comida, también se convierte en un desorden. “Yo desayuno a las 16.00 horas cuando me levanto, y cuando salgo del trabajo por la mañana es como si cenara y a dormir”.

En la recepción el trabajo de diario es muy diferente al del fin de semana, ya que de lunes a viernes el cliente suele ser de carácter comercial o ejecutivo y durante el fin de semana son más los turistas y despedidas de soltero. “Hay que estar atento por la noche, ya que un sábado podemos tener el Hotel lleno con unas 300 personas y claro, hay gente que viene del Húmedo como viene”, comenta Juan.

Anécdotas desde un mostrador

En estos años Juan ha vivido muchas anécdotas desde el mostrador de su recepción, algunas no se pueden contar (comenta entre risas) pero otras son dignas de hacerlo.

“En el anterior hotel donde yo trabajaba las puertas de las habitaciones tenían un muelle para evitar que al salir el cliente se quedara la puerta abierta. Eran las cuatro de la mañana, yo estaba tranquilamente en la recepción cuando de repente apareció un cliente totalmente desnudo, sin nada de ropa. Me explicó que se le había cerrado la puerta de la habitación y que se había quedado fuera. Me dijo que lo sentía mucho pero que no conseguía abrir la puerta, todo ésto como su madre le trajo al mundo. Estaba con la mujer, no sé si discutieron o si ella le echó de la habitación, pero en esa situación... ni le pregunté, le di otra llave y solucionado”.

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