El oro, un negocio en auge en León

Tienda de oro en Gran Vía de San Marcos.

Isabel Rodríguez

Son todas similares y ninguna pasa desapercibida. Chillones carteles amarillos con orondas letras negras que forman la atrayente palabra oro. Tiendas donde se compra el preciado metal al peso para su fundición y que no dejan de multiplicarse en la capital leonesa.

En total son alrededor de una docena y, con las joyerías que -vista la competencia- se han sumado al negocio, suman en torno a 20. Esta semana ha abierto la última, en Gran Vía de San Marcos, la segunda de su propietario en la ciudad, que posee también León Oro, en Padre Isla. En la provincia tenía otra en Astorga, pero terminó cerrando por falta de negocio. “En los sitios pequeños es más difícil que triunfen por el qué dirán”, asegura Javier, empleado en León Oro.

Él lleva atendiendo este negocio desde que abrió, a principios del verano pasado, y reconoce que cada vez funciona mejor. Es de los pocos que puede sacar beneficios de la crisis económica, pues, según cuenta, sus principales clientes llegan “por necesidad” a vender lo que tienen en casa. “Hace poco vino una mujer cuyos hijos habían vuelto a casa tras perder el trabajo, también hay parejas jóvenes a las que no les llega el sueldo para todo el mes”.

Llegan con joyas viejas, piezas que no usa o que están rotas, medallas de la primera comunión, pulseras... y muchas alianzas. “Los malos recuerdos, lo mejor es quitárselos cuanto antes, y si encima puedes sacar algo a cambio, mejor”, asegura Javier. “Estos, les diga el precio que les diga, me dicen ”lo que sea, no lo quiero ni ver“. comenta.

Una vez llegó una mujer con un anillo y cuando le dije que el valor era de unos 60 euros se echó a reír porque ¡a ella le habían cobrado 1.000 por ser de Cartier

El valor de cada pieza va en función del peso y del precio del mercado en ese momento que, dependiendo de la cotización, puede situarse entre los 17 y los 20 euros el gramo de oro, siempre que este sea de calidad normal. La típica medalla de la virgen de la primera comunión, por ejemplo puede suponer unos 35 o 40 euros.

Pero no todos los que acuden a vender sus joyas están de acuerdo con el precio que Javier dispone. “Algunos me llaman estafador, una vez llegó una mujer con un anillo y cuando le dije que el valor era de unos 60 euros se echó a reír porque ¡a ella le habían cobrado 1.000 por ser de Cartier!”, relata.

Además de la marca, Javier explica que la compra de oro en joyería está a unos 60 euros el gramo por los numerosos intermediarios por los que pasa hasta que llega al mostrador del establecimiento en cuestión, por lo que cuando alguien quiere vender eso se encuentra con que en realidad vale mucho menos. De todos modos, presume de ser los que más alto compran este metal. “La gente suele comparar en varios negocios, así que intentamos llegar a un acuerdo”, comenta.

Para cualquier incidente, este tipo de tiendas disponen de la máxima seguridad y están continuamente conectadas a la Policía. Cada semana, además, deben pasar un registro de todas las piezas adquiridas junto con la fotocopia del DNI de cada uno de los vendedores para que los agentes revisen si la mercancía ha sido denunciada por robo. En ese caso se requisa y si el propietario del negocio quiere recuperar su dinero debe interponer una denuncia y después ir a juicio. “Normalmente no merece la pena hacer todo esto”, asegura Javier.

De todos modos él intenta cubrirse las espaldas. “Hay veces que te das cuenta de que lo que te traen es robado, y aunque no te puedes negar a comprar, sí que intentas disuadirles de alguna manera de la venta”, reconoce.

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