Misa de doce con el cura sentado en la terraza y a golpe de megáfono en el barrio de Santa Ana en León
Daban las doce en punto muy cerca de la parroquia de Santa Ana, en el barrio leonés del mismo nombre, cuando uno de los sacerdotes católicos de la misma se sentaba en una terraza, sobre una silla de madera, perfectamente ataviado como cualquier otro domingo, y comenzaba a dar misa.
La llamativa escena tuvo lugar este domingo pasado desde la vivienda misma en la que habita el cura que la protagonizaba, dispuesto a que el estado de alarma por la pandemia del coronavirus no impida que sus feligreses asistan a su tradicional homilía.
Para ello, ni corto ni perezoso, con la ayuda de un chico que le sujeta el altavoz que emplea, y desde su misma terraza, el religioso oficia una misa idéntica a como lo haría ante el altar de su iglesia. En torno a su balcón, unas docenas de ventanas abiertas con vecinos fieles que agradecen esta original apariencia de normalidad y que siguen los rezos en perfecto orden y total solemnidad.
Ayuda no sólo el hecho de que el párroco se ayude con el altavoz sino el silencio que reina en la avenida donde la misa a distancia se produce, porque apenas para un sólo vehículo por la calle a esas horas.
Y no sólo hay fieles en las casas aledañas sino incluso también alguno sobre las aceras, que asiste igualmente solemne a todas las partes de la homilía, incluso cuando el sacerdote realiza la consagración o cuando insta a quienes le escuchad a darse “fraternalmente la paz”.
Algo que, obviamente, sólo pueden hacer físicamente aquellos que lo escuchan y conviven en el mismo domicilio.
Al final, hay un recuerdo especial para una vecina y parroquiana recientemente fallecida y, de manera general, por las víctimas del coronavirus que está detrás de tan excepcional circunstancia.