El atrio de la Puerta del Perdón de la Basílica de San Isidoro acogió esta tarde de Sábado Santo uno de los actos más solemnes de la Semana Santa leonesa, conocido como acto del Desenclavo, en el que los miembros de la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo procedió a desenclavar a Jesús de la cruz y ofrecer su cuerpo a su madre para procesionar ya como Cristo sepultado e incorporarse una talla de la Piedad.

Faltaban quince minutos para las 17 horas cuando el cortejo procesional partió con sus tres pasos -el antiguo crucificado, el Santo Cristo del Desenclavo y Nuestra Madre María Santísima del Desconsuelo- del patio del Colegio Leonés, frente a la iglesia de Santa Marina la Real. Encabezados por la ronda que anuncia a golpe de sonido a la procesión, fueron conducidos hasta la plaza de San Isidoro, previo canto de la salve por las Clarisas Descalzas desde el interior del convento de la Santa Cruz y de una petalada ante la virgen en la calle Ancha

Una vez en la plaza y acompañados de la Muy Ilustre Real e Imperial Cofradía del Pendón de San Isidoro y el Cabildo Isidoriano, los pasos reposaron ante las miles de personas presentes y bajo el intenso calor de este Sábado Santo. Fue entonces cuando los hermanos desenclavadores ascendieron al paso y procedieron a quitarle la corona de espinas y los clavos para descender el cuerpo y presentárselo a su madre.

Tras una reverencia de la Virgen a su hijo, los hermanos colocaron en el trono de la cruz ya vacía la imagen de una Piedad, es decir, de la Virgen con su hijo muerto en el pecho, que pasó a encabezar la procesión que continuó por la calle Sacramento, la Plaza de Santo Martino, la Plaza de Puerta Castillo y la calle Serranos hasta llegar al lugar de partida, el Colegio Leonés, frente a la Iglesia de Santa Marina la Real.

Fotografías de Campillo de la Agencia ICAL:

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