Cazamos el 'Leonhenge', el amanecer y atardecer perfectos en León capital

Cazamos el 'Leonhenge', el amanecer y atardecer perfectos en León capital.

Elisabet Alba

A León le falta que Frank Sinatra cantara su nombre en vez del de Nueva York para hacerse mundialmente famosa. Sin rascacielos, pero con un mar de tejas que pinta los amaneceres y los atardeceres de toda la gama de amarillos, naranjas, ocres y rojizos, absorbiendo los rayos de sol para reflejarlos a su antojo, tiñendo de colores calientes hasta el día más frío de un invierno helador.

These vagabond shoes/ They are longing to stray/ Right through the very heart of it/ New York, New York”, entona la letra de una de las canciones más célebres de todos los tiempos. Esos zapatos vagabundos, que están deseando desviarse al corazón de Nueva York, quizá lo querían hacer para ver el Manhattanhenge, también llamado Solsticio de Manhattan.

El distrito más conocido e importante de Nueva York es protagonista dos veces al año del amanecer y la puesta de sol perfectos en dirección este-oeste en las principales calles de su trazado urbano. Un neologismo que 'copia' al que se produce en las ruinas de Stonehenge en Inglaterra, donde el sol se alinea con las piedras en los solsticios, provocando un efecto similar.

En ILEÓN hemos 'cazado' el 'Leonhenge': en verano sucede al amanecer en Ordoño II y al atardecer en la calle República Argentina, junto al parque de San Francisco y, en invierno al atardecer en Gran Vía de San Marcos, necesariamente en medio de la calle sin que haya otro punto de vista. Es posible que se dé un efecto similar en otros puntos del callejero leonés, ¿dónde lo has visto tú?

El desconocido Leonhenge

Si Neil deGrasse Tyson, un astrofísico director del Museo de Historia Natural de Nueva York, acuñó en 1997 en un artículo para la revista Natural History el Manhattanhenge para referirse al espectáculo visual que crean los rayos del sol sobre los rascacielos de Manhattan inspirándose en una visita que hizo al Stonehenge cuando era adolescente, no tendría que haber problema para popularizar el 'Leonhenge'.

Año tras año, durante los solsticios de invierno y verano y los equinoccios de primavera y otoño, las calles que siguen el Plan urbanístico de los Comisarios de 1811 de Nueva York, y que se encuentran desfasadas 29 grados con el verdadero este-oeste, se llenan de gente para fotografiar, si el día está despejado, el momento exacto en el que el sol se coloca en el centro para iluminar toda la vía. Por lo general, la gente se junta en las calles más amplias de la ciudad neoyorkina, teniendo en cuenta que cuanto más al este se sitúen, más dramática será la vista.

El solsticio es el momento del año en que se produce la mayor diferencia de duración entre el día y la noche. En nuestro hemisferio del planeta equivale a los días más corto del año (en torno al 21 de diciembre) y al más largo (sobre el 21 de junio).

Por su parte, los equinoccios ocurren dos veces al año y son los momentos en los que el día y la noche tienen la misma duración. Este fenómeno tiene lugar cuando el sol se encuentra exactamente sobre el ecuador de un planeta y en España tenemos el equinoccio de primavera entre el 19 y el 21 de marzo, y el de otoño del 21 al 24 de septiembre.

Lo mismo ocurre en otras ciudades con un trazado uniforme de calles rectas y paralelas, como se pueden encontrar en el callejero de León. También existe el 'Chicagohenge' y el 'Baltimorehenge' cuando el sol se pone a un ángulo perfecto con las calles de esas ciudades en marzo y septiembre en los equinoccios de primavera y otoño. El 'Torontohenge' tiene lugar aproximadamente el 16 de febrero y el 25 de octubre y sería fácil retratar incluso el 'Barcelonahenge' por las calles en cuadrícula del Plan Cerdá en el ensanche.

Otros juegos curiosos con la luz en León

Lo que no tiene Nueva York, ni Barcelona, Chicago, Baltimore o Toronto, es la Catedral de León ni el Hostal de San Marcos, protagonistas de otros juegos curiosos con la luz.

Algunos días al año, el sol atraviesa el óculo del frontispicio del hastial norte de la Pulchra Leonina durante unos segundos en el encuadre perfecto para crear un aura luminosa sobre el templo gótico leonés. Alex Tintor logró capturar uno de esos momentos que compartió en 2020 a través de su perfil de Twitter. Algunos expertos dudan de que ese efecto en la puerta del limón norte de la Catedral se produzca solo en los solsticios de verano, aunque los arquitectos juegan con este tipo de efectos solares desde Stonehenge y los templos egipcios. “Ese singular efecto se da unos determinados días del año cuando los rayos de luz pasan por el eje Norte-Sur de la Catedral a una determinada altura y el espectador se coloca en una posición concreta a lo lejos para que cuadre que pase por ahí”, advierten.

Algo similar es lo que sucede en otra de las grandes joyas de la arquitectura de la ciudad de León. El sol se coloca tras la peineta del Hostal Parador de San Marcos, que se encuentra en el eje norte-sur igual que el Transepto (la nave más corta) de la sede episcopal de la Diócesis de León para deleite de los vecinos, peregrinos y turistas que tengan la suerte o la paciencia de esperar a que se produzca y contemplarlo. A su lado, discurren las aguas no del río Hudson sino del Bernesga.

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