La verdadera historia del Ramo Leonés
El Ramo Leonés vive desde hace una década sus mejores tiempos en León capital y empieza a aumentar su popularidad en toda la provincia pero, ¿cuál es su verdadera historia? Es mucho más que tres palos en forma de triángulo que pueden parecerse a un árbol de Navidad que adornar con cintas, telas, bolas y roscas.
Los pueblos prerromanos ya lo usaban como rito a la naturaleza y al Sol en torno al 24 ó 25 de diciembre, cuando se pensaba que era el solsticio de invierno y a partir del cual los días empezaban a ganar tiempo a las noches, y era una práctica tan extendida que la Iglesia decidió cristianizarlo, cambiando el culto a la luz y al Sol por el culto a Dios simplificando que la luz es el Señor.
A la actualidad han llegado decenas de ramos de formas diferentes, cada uno con su rezo, para hacer ofrendas por Navidad o fiestas patronales, como promesas o exvotos y en acontecimientos importantes de cambios de estado como bodas o cantamisas (primera misa de un sacerdote).
El Tenebrario, el 'primo hermano' del Ramo Leonés de la Semana Santa
El Tenebrario es un primo hermano del Ramo Leonés. Es el ramo triangular con soporte para velas, sin más adornos, que se solía usar en Semana Santa en el Oficio de Tinieblas para la representación litúrgica de la muerte de Cristo. Sin policromías, a veces negro, sobrio.
Aunque hay varias teorías, la más extendida asegura que se usaba el ramo en forma de triángulo equilátero para representar la Santísima Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas diferentes pero proporcionalmente iguales- y se cifra en 15 las velas que se le ponían: 11 en alusión a los once apóstoles que permanecieron fieles, 3 por las tres 'Marías' -María Magdalena, María Salomé y María de Cleofás-, y la vela central y que queda en la cúspide del triángulo, la vela 'María' por la Virgen María, madre de Cristo.
No se conoce con exactitud si se dejó de oficiar después del decreto Maxima Redemptionis nostrae mysteria del Papa Juan XXIII que en 1955 reformó por completo la Semana Santa o a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), pero el profesor de la universidad y presidente del Ateneo Leonés que tiene como objetivo perpetuar y difundir la cultura leonesa, Jorge de Juan, ve en esos años un caldo de cultivo en el que el oficio empezó a extinguirse aunque en la provincia de León lo conservan algunas, pocas, parroquias todavía.