La Catedral de Sevilla expone con orgullo un 'Ramo Leonés' mientras que la de León tiene el suyo en un rincón

La Catedral de Sevilla expone con orgullo un Ramo Leonés, que ni es solo de León ni exclusivo de Navidad, en su nave principal mientras que la Catedral de León tiene relegado el suyo a un rincón de su museo catedralicio en el que pasa totalmente inadvertido para turistas y visitantes.

El templo católico sevillano de estilo gótico, reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 1987 y el más grande del mundo según el Libro Guinness de los Récords un año después, tiene junto al órgano su impresionante Tenebrario, primo hermano del Ramo Leonés, de casi ocho metros de altura con un cartel informativo en el que explica en español y en inglés lo que es, para qué se utilizaba y los detalles de su construcción y estética.

Lo que los sevillanos denominan “candelabro triangular”, otrora protagonista del Oficio de Tinieblas hasta el Concilio Vaticano II de 1962, fue diseñado por el arquitecto Hernán Ruiz, fundido por los rejeros Pedro Delgado y Bartolomé Morel y adornado con las quince esculturas de madera de nogal y castaño de los entalladores Juan Giralte y Juan Bautista Vázquez y el policromador Juan Marín que lo rematan y le sirven como base a los cirios, en la segunda mitad del siglo XVI. Elaborado ad hoc para la propia catedral andaluza, tiene tal magnitud que se empezó en 1559 y no se terminó hasta 1564.

Por sus dimensiones, ornamentación y ubicación en el templo, consigue acaparar la curiosidad y las miradas del más de millón y medio de visitantes al año, nacionales e internacionales, que saca su entrada para conocer por dentro el primer templo de la Archidiócesis de Sevilla.

En el otro extremo de la Ruta de la Plata, la Catedral de León mantiene en un discreto apartado de su Museo Catedralicio Diocesano su sencillo tenebrario de hierro, también de 15 velas, sin explicación alguna que cuente su historia y vinculación al territorio y desnudo incluso de cirios.

La verdadera historia del Ramo Leonés

El Ramo Leonés vive desde hace una década sus mejores tiempos en León capital y empieza a aumentar su popularidad en toda la provincia pero, ¿cuál es su verdadera historia? Es mucho más que tres palos en forma de triángulo que pueden parecerse a un árbol de Navidad que adornar con cintas, telas, bolas y roscas.

Los pueblos prerromanos ya lo usaban como rito a la naturaleza y al Sol en torno al 24 ó 25 de diciembre, cuando se pensaba que era el solsticio de invierno y a partir del cual los días empezaban a ganar tiempo a las noches, y era una práctica tan extendida que la Iglesia decidió cristianizarlo, cambiando el culto a la luz y al Sol por el culto a Dios simplificando que la luz es el Señor.

A la actualidad han llegado decenas de ramos de formas diferentes, cada uno con su rezo, para hacer ofrendas por Navidad o fiestas patronales, como promesas o exvotos y en acontecimientos importantes de cambios de estado como bodas o cantamisas (primera misa de un sacerdote).

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El Tenebrario, el 'primo hermano' del Ramo Leonés de la Semana Santa

El Tenebrario es un primo hermano del Ramo Leonés. Es el ramo triangular con soporte para velas, sin más adornos, que se solía usar en Semana Santa en el Oficio de Tinieblas para la representación litúrgica de la muerte de Cristo. Sin policromías, a veces negro, sobrio.

Aunque hay varias teorías, la más extendida asegura que se usaba el ramo en forma de triángulo equilátero para representar la Santísima Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas diferentes pero proporcionalmente iguales- y se cifra en 15 las velas que se le ponían: 11 en alusión a los once apóstoles que permanecieron fieles, 3 por las tres 'Marías' -María Magdalena, María Salomé y María de Cleofás-, y la vela central y que queda en la cúspide del triángulo, la vela 'María' por la Virgen María, madre de Cristo.

No se conoce con exactitud si se dejó de oficiar después del decreto Maxima Redemptionis nostrae mysteria del Papa Juan XXIII que en 1955 reformó por completo la Semana Santa o a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), pero el profesor de la universidad y presidente del Ateneo Leonés que tiene como objetivo perpetuar y difundir la cultura leonesa, Jorge de Juan, ve en esos años un caldo de cultivo en el que el oficio empezó a extinguirse aunque en la provincia de León lo conservan algunas, pocas, parroquias todavía.

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