Unas Cabezadas en León centradas en la figura de Sancha y la guerra de Ucrania
El pueblo de León cumplió un año más con su promesa y entregó a San Isidoro un cirio de una arroba bien cumplida y un hacha de cera. Si lo hizo de forma voluntaria o no fue el centro del debate mantenido entre el Cabildo de la Real Colegiata y la Corporación municipal, que en esta ocasión estuvieron representados por la concejala de Bienestar Social y Juventud, Vera López, y el capitular isidoriano y párroco, Luis García, en la ceremonia de Las Cabezadas. Como es costumbre, la argumentación de ambas partes concluyó en tablas.
Ambos mantuvieron un enfrentamiento dialéctico en el claustro del templo que estuvo marcado por la figura de la reina Sancha y por la guerra de Ucrania. En él, la síndica municipal, Vera López, recordó la figura de la reina para recordar que “la mano de una mujer está detrás de las soluciones más complejas” y para poner de relieve el “papel de muchas mujeres a lo largo de la historia” y que fueron “invisibilizadas, apartadas y oscurizadas”.
Para “evitar las eternas tablas que no llevan a ningún sitio”, Vera López propuso dos opciones al Cabildo que, además, se sometieron a votación a mano alzada de todo el público presente. La primera de ellas fue “sacar en procesión los restos de doña Sancha a Trobajo del Camino para rogar por la paz en Ucrania” y se comprometió a que, si al llegar al destino se obra el milagro, la Corporación reconocerá que cada año acude a hacer su ofrenda a San Isidoro por obligación.
En segundo lugar y “como plan b”, la síndico propuso que el valor de la cera de la ofrenda se convierta en una donación para los refugiados ucranianos.
Sin embargo, el representante del Cabildo lamentó que “la ofrenda se hace a San Isidoro”, por lo que ellos solo son custodios y no pueden tomar decisiones sobre ellas, así como que “los milagros los obra Sancha”, no ellos.
Luis García coincidió con la concejala en destacar el papel de “las mujeres valientes e inteligentes que llevaron adelante la historia del Reino de León” y, en representación de ello, le regaló un libro sobre la reina Urraca. De igual forma, le entregó una planta de olivo en representación de la paz de la que la sociedad está “necesitada”, tanto en el conflicto de Ucrania como “en otras guerras olvidadas que parece que no cuentan, como es el caso de Yemen”.
Las Cabezadas
La ceremonia de Las Cabezadas debe su nombre a las inclinaciones que la corporación municipal hace antes de entrar a la Colegiata, donde se lleva a cabo la ceremonia que recuerda la promesa hecha por el pueblo de León 864 años después del hecho que dio lugar a la tradición, tras las lluvias que pusieron fin a una gran sequía a mediados del siglo XII, cuando reinaba Fernando II.
Para poner fin a dicha sequía, el pueblo decidió sacar en procesión a las reliquias de San Isidoro en reclamo de agua, hasta que la lluvia comenzó a caer de manera tal que se tuvo que detener el cortejo y fue imposible levantar las andas que sostenían los restos, lo que se interpretó como un signo de que estos no debían volver a abandonar su ubicación.
Por este motivo, se decidió iniciar con la ofrenda anual que pervive en el tiempo y por la que se enfrentan Cabildo y Corporación en una incruenta lucha denominada Foro u Oferta que siempre concluye en tablas y se cierra con un intercambio de obsequios.
La ceremonia, que recuperó este año la fecha que marca la tradición después de dos años de cambios forzados por las circunstancias derivadas de la pandemia, comenzó a las 11.30 horas, cuando la corporación municipal partió desde el Consistorio de San Marcelo, portando el Pendón Real, hacia la basílica de San Isidoro.
Tras ser recibidos por el Cabildo con la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro León, entraron al patio interior de la Basílica, donde se llevó a cabo la ceremonia. Una vez concluida la celebración de una eucaristía, la Corporación municipal hizo tres reverencias tradicionales frente al templo.