S.O.S.: Plantas en peligro de extinción

S. Gallo/Ical

A pesar de su nombre científico, 'Geranium dolomiticum' es una planta que vive en la comarca de El Bierzo. Es una de las especies consideradas en peligro de extinción, ya que tan sólo existen dos poblaciones en todo el mundo, en los municipios de Ponferrada y de Priaranza del Bierzo. En concreto, reside en dos bloques de calizas separados por una distancia de apenas tres kilómetros, y aunque algunas revistas apuntan a algunos ejemplares más, aún no han sido localizados.

Esta especie se encuentra en “peligro crítico de extinción”, desprende semillas “solo de vez en cuando”, y, ante este riesgo elevado de desaparición, ya se han adoptado medidas al respecto, como el envío de algunas de estas semillas al Banco de Germoplasma de Salamanca, donde se vela por la conservación de especies amenazadas como ésta.

No es el único caso de este tipo, y son muchas las plantas amenazadas de desaparición en muchos casos como consecuencia de prácticas imprudentes. Precisamente, para evitar que esto ocurra en la medida de lo posible, un grupo del Departamento de Botánica de la Universidad de León (ULE), compuesto por Carmen Acedo, Félix Llamas y Alicia Alonso, trabaja en esta materia. Advierten de que la presencia de ejemplares en espacios tan escasos y reducidos, como ocurre con el 'Geranium dolomiticum', hacen que cualquier imprevisto pueda convertirse en una amenaza, en muchos casos incluso fenómenos meteorológicos o el siempre temido fuego de los incendios forestales.

Otro caso de gran riesgo de desaparición, no sólo en León, sino en Castilla y León, es 'Tragopogon pseudcastellano', los ejemplares de esta especie “sólo viven un año”, y de ella que se tenían localizados cada año entre cinco y 15 individuos en todo el mundo. Sin embargo, en este caso fueron las obras de ensanche de una carretera las que provocaron su desaparición, al menos momentánea, porque no se descarta la posibilidad de que hayan quedado semillas en el suelo y pueda germinar dentro de unos años. “Todavía no se puede decir que esté extinguida, es algo que no se puede certificar”, reconoce Llamas.

Los incendios, las obras, los desastres naturales tales como riadas o desprendimientos de tierras y el cambio de los usos de un territorio son tan sólo algunas de las amenazas de especies que, en muchos casos, pasan desapercibidas y a las que el ojo humano no experto en la materia no presta la atención que su importancia merece. Lamentablemente, también en el caso de la flora hay que hablar de la mano del hombre como componente de la mayoría de las amenazas para las plantas.

El Catálogo de Especies Vegetales Protegidas recoge alrededor de 300 especies en peligro de extinción en el caso de Castilla y León, aunque hay que tener en cuenta que en este documento legal no se incluyen hongos, briófitos u otros grupos relacionados con las plantas. Sin embargo, también hay algunas especies en peligro y que no se encuentran en esos documentos. De esas 300 especies, se calcula que algo más de un centenar, en concreto unas 120, se encuentran en la provincia de León.

La diversidad climática y orográfica del territorio leonés no sólo favorece la posibilidad de que la variedad florística sea mayor, sino también que el número de especies amenazadas sea más alto que en otros territorios. “En León habrá cuatro veces más de especies amenazadas que en otras provincias como Valladolid”, añade Llamas, aunque es una pequeña parte de Sierra Nevada donde se encuentra el espacio que tiene el mayor índice de plantas amenazadas en España.

Para que una planta sea considerada como en peligro de extinción tiene que cumplir unos criterios que tienen que ver con el área de distribución en el que se encuentra la especie, con el número de localidades en las que vive o el número de ejemplares. Son algunos de los criterios exigibles para que una especie sea considerada como protegida. Además, es necesario disponer de datos como resultado del estudio de esa especie durante mucho tiempo para poder hablar de un seguimiento de esa especie y, por lo tanto, de su futuro.

El funcionamiento para determinar el nivel de amenaza de una especie se produce a nivel nacional, con la elaboración de 'libros rojos' de plantas amenazadas, donde se señalan las especies recogidas dentro de unas características concretas y atendiendo a criterios homogéneos fijados en las reuniones periódicas de expertos que facilitan el cumplimiento de las directivas procedentes de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.

Concienciación

“No resulta extraño pasear por el campo y encontrar flores y plantas intencionadamente destrozadas, algo incomprensible y que es el fiel reflejo de la falta de concienciación ciudadana ante los que son también seres vivos”. “La población está más concienciada con los animales”, reconoce Carmen Acedo, que sin embargo recuerda que son las plantas las que permiten a todos los animales “estar donde estamos”.

En este sentido, Félix Llamas apunta también a que los datos de especies también son muy diferentes si se habla de animales o de plantas y cifra en alrededor de 300 las especies de aves en Europa, mientras que tan sólo en la provincia de León el número de especies de plantas supera las 3.000, además de que los vegetales pequeños “son mucho más difíciles de identificar” y requieren un muestreo “casi a nivel centimétrico de campo”.

Búsqueda de ejemplares

Parte del trabajo consiste también en la búsqueda de nuevos ejemplares de especies que se consideran en peligro de extinción. Para ello, Alicia Alonso explica que se estudian las características del ambiente propio de esas plantas y se busca “lugares en los que se cree que podría vivir esa planta” para así poder encontrar más efectivos de esa especie o bien introducir un número de ejemplares y conservarlos “de manera artificial”.

Ese trabajo también se ha realizado en la ULE, mediante el manejo de información geográfica para conocer el área potencial en el que podrían vivir algunas especies. “Se tiene en cuenta la temperatura, la precipitación, la orientación, cómo es el suelo... parámetros que permitan acotar los lugares por los que tiene preferencia una especie y, con esos datos y cartografía digital, se extrapolan los sitios que cumplan los mínimos criterios donde podría estar una especie”.

Soluciones

Carmen Acedo y Félix Llamas recuerdan que las soluciones pasan, fundamentalmente, por todo aquello que tiene que ver con la educación “a todos los niveles”, así como la divulgación, sobre todo teniendo en cuenta la complejidad de la comunicación científica. De ahí que una buena divulgación “podría hacer que las cosas lleguen a más foros”, añaden.

Estos aspectos, junto con el respeto y la concienciación aludida anteriormente permitirían una mejor conservación de especies únicas, poco valoradas o admiradas en muchos casos y discriminadas en muchas ocasiones, independientemente de su belleza. El mundo de la flora está pidiendo a gritos cuidados y atenciones, que reciben de manera especial desde el Área de Botánica de la ULE pero que ansían de los ciudadanos anónimos día a día.