El Casco Histórico, dentro del recinto amurallado de la capital leonesa, es un gran espacio de amplia protección en muchos sentidos desde el punto de vista patrimonial o del tráfico y la movilidad, empezando por tener desde hace años ferreamente controlados los accesos en el lado interior de la muralla de origen romano y medieval que lo delimita.
Sin embargo, esas protecciones se saltan a la torera y de manera cotidiana en un número muy alto de casos por parte de numerosos vehículos de motor que, una vez dentro del casco viejo de la ciudad, quedan aparcados fuera de los espacios habilitados para el estacionamiento, con total desorden y completa impunidad.
Y es que se trata de una situación que de alguna manera el Ayuntamiento de León viene desde hace tiempo permitiendo al no controlar y sancionar las numerosas irregularidades que en las estrechas calles y plazas del Casco Histórico se prodigan demasiado a menudo y se pueden ver por las noches y también a plena luz del día.
Uno de los puntos más llamativos, por la fea estampa que provoca y la protección del lugar es el interior de la muralla en la zona conocida como Las Cercas, más en concreto en la Travesía de Puerta Moneda. Allí, según se accede por esta antigua apertura en la muralla medieval de León, a mano derecha, se pueden apreciar numerosos turismos y furgonetas que permanecen estacionados durante horas y a veces días a la sombra misma de la muralla, rozando sus piedras.
La vista llama mucho la atención al ser punto principal de acceso del Camino de Santiago al Casco Histórico, muy fotografiado por los peregrinos. Pero más aún por el hecho de que a escasos metros, por ejemplo en la calle Lope de Fenar y otras papalelas, hay aparcamiento de pago y regulado por la Ordenanza Reguladora del Servicio de Ordenación y Regulación de Parcamiento de Vehículos en la Vía Pública (conocida como zona ORA), un gasto que los conductores que aparcan un día sí y otro también pegados a la muralla se ahorran.
Algunos de esos vehículos irregularmente aparcados allí ni siquiera disponen del distintivo de permiso de acceso al Casco Histórico, muy controlado en todos sus puntos mediante cámaras que registran los accesos y multan, como ha podido comprobar este periódico, siendo así una doble infracción en la que sin embargo la Policía Local no actúa. Por ello, la situación se perpetúa día tras día.
No se trata de una estampa extraordinaria. Casi cada día hay turismos que estacionan en zonas peatonales y de aparcamiento permitido en puntos neurálgicos y patrimoniales del Casco Histórico leonés, tales como la Plaza del Conde Luna, junto a la torre del Palacio y Museo de Historia de León; también en diversos puntos de la calle Conde Luna, bocacalle de la céntrica Calle Ancha.
E igualmente del otro lado de la Catedral, como en la plazoleta de los números 6 y 8 de la calle Serranos, cerca de Torres de Omaña, así como en el entorno a los accesos a los patios del Colegio Leonés o en las inmediaciones de la plaza que da acceso al colegio Ponce de León; en la calle Cardenal Landázuri, en la calle del Convento o en la pequeña Plaza de San Alvito, en este caso también justo tras la muralla que del otro lado da a la calle Carreras y Los Cubos, recientemente peatonalizado también en el exterior.
Existen en el Casco Histórico precedentes de casos similares con aparcamientos que se consentían de manera clara y sin consecuencias, como ocurrió tras la reforma de la calle Mercado, en un lateral de la iglesia del mismo nombre que une el Camino de Santiago de la calle Herreros con la Plaza del Grano, y en la que el Ayuntamiento de León adoptó medidas más drásticas tras publicarlo ILEÓN y ponerlo en evidencia. Pocos años antes había ocurrido muy cerca, convirténdose un solar cercano en un aparcamiento con total anuencia municipal, bajo el mandato del anterior equipo de Gobierno en el Consistorio.
En los últimos años, las plazas de aparcamiento para residentes en el Casco Histórico pero fuera de él se han multiplicado, reservándose ya zonas enteras exclusivamente para el estacionamiento de estos vecinos, en compensación por las molestias que supone tener restringidos los espacios tras la muralla. Así ocurre, por ejemplo, con todas las plazas de aparcamiento en la margen izquierda de la calle Ramón y Cajal, junto al instituto Juan del Enzina, o en la ahora renombrada calle de la Policía Nacional -antes General Lafuente-, entre otras.